Capítulo 9 Momentos agridulces

NATALIE

°° ♡ °°

Mi expresión fue de desagrado cuando su rostro mostro un mal gesto, una vez que se dio cuenta de quien eras la mujer a la que le hizo la pregunta. En ese momento solo me dieron ganas de propinarle un golpe en su cara bonita e irritante, ahora en tiendo porque mi estómago se remolineo, eran ganas de vomitar.

Para ninguno de los dos era agradable volvernos a ver, y en estas circunstancias mucho menos lo eran para mí. Tampoco iba a esperar a que se ofreciera ayudarme para levantarme del suelo, porque si... aún seguía en la misma postura y que cada vez se volvía mas incomodo, no solo por las miradas, sino porque comencé a sentir una punzada de dolor en mi trasero.

― ¿No vas ayudar a la señorita? ―otra voz varonil y muy gruesa se escuchó a poca distancia.

Creo que el hombre se encontraba detrás del señor irritante, porque no alcance ver a nadie mas de cerca.

―Ni falta que hace ―respondí en un siseo.

Pero para mi sorpresa me tendió la mano, un acto que nunca esperaría de alguien como él. Por unos segundos vacile si en aceptar o no su auxilio, y se que él lo noto pero no dijo ni hizo nada hasta que puse mi mano en la suya. Un gesto divertido fue lo único que expresó su cara, «así que esto le divertía.» Sentí cuando dio un apretón. Nuevamente contuve las ganas de golpearlo cuando nuestras pieles rozaron, fue como una descarga muy extraña que me erizo todos los vellos. Nunca me había pasado algo así.

Con un leve movimiento tiro de mi hasta que estuve a su lado muy de cerca, tanto que desee en este instante encontrarme en otro lugar que no fuera aquí. Ahora si me estaba arrepintiendo por no haber elegido la otra oferta de trabajo. Por unos segundos que parecieron minutos, ninguno de los dos se movió ni mucho menos hablo. Una arruga se formó en el espacio de entre sus cejas de corte arrogante.

¿Por qué me tenían que pasar estas cosas a mí?

Pero esto sirvió para verle mas de cerca y conocer casi todos sus rasgos. Pude comprobar que su cabello era castaño claro y enmarcaba su rostro atractivo, como también sus facciones eran perfectas. «Qué tontería estoy pensando, no puedo ver a este hombre interesante».

No sé si él también se sintió algo raro, por la cercanía. A duras penas mi cerebro se puso de nuevo en funcionamiento y dándome cuenta que nuestras manos seguían unidas. Cuando reaccione, aparte mis ojos de su rostro y le solté la mano.

Puse distancia entre nosotros, mientras que con disimulo me acomodaba mi blusa estropeada.

―Gracias ―le dije, sin verle.

Seguía haciendo lo mismo con la blusa, pero detuve mi acción cuando hablo.

―No es nada, es algo que hubiera hecho por cualquiera. Ante todo soy un caballero ―su tono arrogante y sus palabras, me hicieron irritar del coraje.

Ese "por cualquiera" fue el que sonó más áspero y remarcado. Que odioso, nunca pensé que llegaría aborrecer tanto a alguien, hasta el punto de solo quererle dar una bofetada para enviarlo a volar muy lejos.

Apreté los puños e intente controlarme para mostrar una sonrisa falsa, y mostrarle que sus palabras no me afectaban en nada. El hombre de atrás de el carraspeo para llamar su atención.

―Dominik ―pronuncio llamándole, el hombre irritante quito sus ojos de mi para girar su cabeza y ver a su acompañante ―Se nos hará más tarde.

Asintió y se apartó para irse junto con su compañero. Agradecida porque no volviera a decir ni una palabra más, solo murmuré algo para mí misma.

―Espero jamás volverle a ver, esto acabo arruinando mi día...

Por mas que lo dijera en voz baja, el alcanzo a escucharme. Ya que se detuvo y se giró un poco para verme sobre su hombro.

―En algo si coincidimos. Es una lástima que no pueda contradecirla en ello.

Por un segundo me quede congela, no me gire para verlo. Creí que ya se había marchado. El hombre era odioso, pero no por eso quería que escuchara lo que había dicho, lo dije para mí misma. Mi cara ardió del coraje, segura de que parecía un tomate por el rubor. Cuando agarre el valor suficiente para encararlo, ya se había ido. ¿Tanto tiempo me llevo reaccionar? O puede ser que nomas soltó su veneno y se fue.

«Es un grosero, odioso, arrogante... siempre irritándome.»

Me recuperé y volví a lo mío. Me dirigí a los ascensores, cuando se abrieron las puertas de uno, entro sin darme tiempo ni para respirar. Ahora lo único que quería era olvidarme del infortunado suceso que había pasado hace unos minutos atrás, y mucho menos quería pensar en ese hombre, y en lo mucho que me ponía de mal humor solo con tenerlo presente.

Las ganas, y el querer dar una de las mejores impresiones, se fue al carajo con todo lo que había sucedido. Quizás si cause impresión, pero no como yo lo había querido. Esto no me iba hacer sentir decaída, debía alzar la cara y seguir con lo mío. Una vez que el elevador se detuvo en el piso correcto me dirigí al lugar donde la recepcionista me informo, salí y me encamine por el largo pasillo. Pude ver varias personas en el departamento de recursos, suponía que esto me llevaría algo de tiempo, y como no podía presentarme con una mancha de café en la entrevista, me decidí preguntarle a alguien de los presente por el baño de damas.

Una chica se vio muy amable y me guio. Este edificio era grandísimo, así que contaba con muchos pisos, pasillos y oficinas. Si no preguntaba, era claro que me perdería y me llevaría mas tiempo en volver a mi cita de trabajo. Ya aseada y después de haberme quitado mi blusa mancha, opte por dejarme solo la de abajo. Volviendo a mi lugar donde esperaría mi turno, comencé hacer plática con la joven que se ofreció a orientarme en este sitio.

Tres horas después de esperar y pasar a mi entrevista, salí de recursos con una sonrisa de oreja a oreja, ¿algo bueno podía darme este día? Y si lo había, ya que me dieron el puesto. Ya tenía empleo y pude tener un motivo para olvidar el mal rato y ponerme contenta. Mañana a las ocho de la mañana seria mi primer día como asistente en diseño, trabajaría para un tal Thomas Stone. Me pregunte ¿él es un diseñador? Lo que si sabía era que sería mi nuevo jefe.

Estaba muy emocionada y nada ni nadie acabarían con esa alegría. Salí a la calle por la misma puerta en la que había entrado, me pare en la acera y tome una bocanada de aire fresco de esta gran ciudad. Por un corto tiempo mi entorno se convirtió en muchas cosas diferentes, unas buenas y unas desagradables. Todo lo que pase hoy fueron momentos agridulces, se balanceaba para los dos lados, aunque podría apostar que se inclinaba mas hacia lo malo.

Lo positivo fue como una recarga que casi me lleno de energía y dándome ganas de caminar un poco mientras conseguía un taxi para volver a casa.

➳❥➳❥➳❥➳❥➳❥➳❥➳❥➳❥

Había pensado en llamar a Kris, y saber cómo le estaba yendo a ella y a mi querido Simón. Pero al ver que Mali ya tenía lista la mesa para la comida, lo deje para mas tarde y me fui a sentar al comedor.

― ¿Y papá? ―pregunte cuando ella se acercó a servir en mi plato.

―No ha llegado, debe seguir en la compañía.

¿Por qué trabajaba tanto? Sé que era el dueño, pero ya no estaba en edad y puede ser que tampoco de salud para trabajar todo el día. Con esto me consideraba como una mala hija, la peor. Por un momento me reprendí a mí misma, ¿y si lo mejor para él era que yo tomara su lugar? ¿Estaba siendo egoísta? Pero ahora no podía echarme para atrás, ya había aceptado el empleo, y no debía ni quería quedar mal en esa compañía.

Comí rápido y muy poco, el apetito se había ido. Aunque ya me había acostumbrado a comer sola, estar en esta casa me deprimía un poco, me recordaba todo, antes y después de mamá. Padre había cambiado mucho y su tiempo ya no era para mí, ni para una simple comida. Me puse de pie y lleve los platos a la lavavajillas. Cuando le agradecí a Mali por la comida me dirigí a mi alcoba para ir a llamar a Kris.

Al segundo pitido respondió.

― ¡Vaya! Hasta que te dignas a llamar ―su tono era de fingido dolor.

―He tenido un día de locos ―suspire hondo.

― ¡Oh no puede ser! ―fruncí la nariz por su tono elevado ―Dime que ese suspiro profundo es por alguien ―suelta una risita.

―Acabo de llegar a la ciudad y tú en lo único que piensas es que ya estoy suspirando por un hombre.

― Bueno también pienso en otras cosas, pero ahora lo tuyo 3s más importante. Y dime ¿Qué tiene de malo suspirar por un delicioso orgasmo? ―en serio pregunto eso. Por Dios esta mujer solo piensa en sexo.

―No todos los suspiros son por un hombre. Y menos cuando se trata de mi vida.

―Nat, lamento decírtelo pero es lo que necesitas en tu vida. Un hombre, pero con urgencia en tu cama.

«Ni que estuviera necesitada por sexo»

Ruedo los ojos cansada por escuchar lo mismo de siempre. ¿Por qué mi amiga no puede entenderlo? Lo que menos necesito es un hombre que controle mi vida, ya que suelo atraer ese tipo de hombres como un imán. No sé si era yo la del problema o todos los hombres eran iguales, no tenía ganas ni tiempo para averiguarlo, lo mejor que podía hacer era alejar al sexo masculino de mi entorno por una larga temporada. Ahora mi concentración era solo en mi nuevo empleo y crecer en el mundo de la moda, quizás mas adelante me de la oportunidad de conocer a alguien y pueda ser que me llegue a enamorar e intentar tener una relación, pero eso ya sería después.

Entre platica y platica no me di cuenta que me lleve mas de dos horas hablando con mi amiga. Me explico lo de su trabajo y que en menos de una semana estaría recibiendo su liquidación y una carta de recomendación, para muy pronto unirse a mi lado. También hablamos de Simón, se encontraba algo triste ya que sintió mi ausencia, y podía entenderlo ya que el era muy apegado a mí. Al igual yo le conté algo sobre mi nuevo empleo, pero solo me reserve lo del suceso bochornoso que pase en la mañana. Lo que menos quería era hablar de ese hombre y mucho menos quería que ella se hiciera ideas tontas en su cabeza.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022