Capítulo 5 la propuesta

kathy

Lentamente abro los ojos y miro a mi alrededor... y su rostro está encima de mí... ¿es realmente él o es un doble?

- Hola de nuevo Kathy...

Toco este rostro que amas, este rostro que vuelve a mí una y otra vez en mis sueños. No bebí esta mañana, así que no es una alucinación causada por la bebida. Yo tampoco duermo, para decir que es un sueño. Entonces... ¿eso significa... que esto es la realidad? Él está realmente ahí. ..conmigo? ¿Volvió a mí?

Me doy cuenta que estoy llorando, sí estoy llorando... ¡Nunca pensé que llegaría este día, el día en que podría pedirle perdón!

- ¿Olivier?

- No, para usted es el señor Konan.

Aceituna

Antes de que caiga, lo recibo. Ella cae en mis brazos, la levanto para ponerla en el sofá, es liviana como una pluma.

Me inclino hacia ella para ver si está bien, ¡sigue siendo tan hermosa! ¡Ella todavía luce tan elegante! Ha envejecido un poco, sigue siendo hermosa.

Acaricio este rostro que me ha perseguido todos estos años, este rostro que maldigo cada día que pasa. Esta cara que tanto amaba pero que ahora odio.

- ¿Olivier?

Me doy cuenta de que acaba de abrir los ojos.

- No, para usted es el señor Konan.

Lo enderezo para alejarme de ella.

Me dirijo a su padre, que tiembla al reconocerme.

- ¿Es... eres tú quien quiere comprar mi empresa?

- ¡A ti y a tu hija les falta educación! Aprenda a saludar a las personas que acaba de conocer. No soy tu amigo. Espero que me entiendas?

- ¡Sí, señor!

Su rostro ahora está completamente blanco.

Creo que ahora se da cuenta del lío en el que se encuentran él y su hija.

Ella se levanta con dificultad. Siento que ha vuelto a envejecer.

- Papá, ¿puedo darme un poco de agua?

- Sí, cariño, te serviré.

Le da agua para beber. Ella bebe un poco.

- Muy bien ahora que están todos atentos, podemos pasar a la lectura del contrato. Mi abogado les dará una copia a cada uno.

Mi abogado y amigo les da una copia.

Empiezan a leerlo. Durante treinta minutos, están en ello. Kathy es la primera en levantar la cabeza:

- ¿Quieres comprar toda la empresa? ¿Y no una parte?

- Exacto, ¿tu padre te informó del estado de tu negocio?

- ¡No, pero no sabía que las cosas iban tan mal!

- ¿Cómo puedes saberlo? ¡Si pasas tu tiempo bebiendo en bares!

Se congela al escuchar las palabras, no es un secreto, todos en esta capital económica saben que se la pasa bebiendo.

- ¡Usted habló de dos cierres que deberían respetarse, de lo contrario la venta no se realizará!

- Efectivamente.

- ¿Y cuáles son sus dos cerrados? Porque no están listados aquí.

- Es cierto . ¿Estás listo para escucharlos?

- Papá ?

¡Le pregunta a su padre! Tengo la impresión de que él también ha recibido el golpe de la vejez.

- Sí señor, lo estamos escuchando.

- Le estamos escuchando señor.

- Muy bien, como te habrás dado cuenta, tu negocio ya no vale nada y estás ahogado en deudas. También sabes que tu negocio no vale la mitad de lo que estoy dispuesto a invertir en él.

Me tomo mi tiempo, sé que de todos modos no se van a negar porque están atrapados, tienen el cuchillo en la garganta. No importa lo que les pida, lo aceptarán. No tienen otra opción.

- Sr. Blondé de ahora en adelante usted será mi conductor.

Lo conducirás a donde yo quiera.

En cuanto a su hija, será mi secretaria, por no decir mi manitas.

Su padre salta de su silla:

- ¿Qué dices? ¡Esto no es posible!

¿No hablas en serio? No... ¡No puedo convertirme en conductor!

Su hija no lo escucha, yo tampoco, ella está más preocupada por su caso:

- ¿Qué quieres decir con: manitas?

- ¡Señorita Blondé, esta mañana me enteré de que se acaba de divorciar! ¡Felicitaciones a ti! Tu trabajo es servirme, no importa lo que quiera, se supone que tú me lo debes proporcionar.

Ella me mira con una mirada sospechosa.

- ¡No te preocupes, no te pediré que te acuestes conmigo, ya no estás a mi nivel! Ya no eres lo suficientemente hermosa ni lo suficientemente fresca para mí.

La veo sonrojarse de ira, pero no puede hacer nada.

-¿Y qué ganamos con servirles?

- ¡Primero que nada, no estarás en la calle! Dos, tendrás el uno por ciento de la empresa.

Cuando su padre escucha el porcentaje, se anima. Estoy seguro de que está haciendo cálculos en su cabeza y lo que podría aportarle.

- Cambiaremos el nombre de la empresa. ¿Estás de acuerdo con mis condiciones?

- ¿Podemos pensar?

- Tienes diez minutos.

                         

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