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-Valentina Soré-
Estaba preparando mis cosas para viajar a Estados Unidos, ya que mi madre y mi hermana se encuentran allá. Ellas se fueron luego de la separación de mi madre con mi padre. Todo estaba revuelto entre cajas y maletas, no sabía por dónde empezar, creo que el desorden que había aquí en mi habitación era tanto o peor que el que tengo en mi cabeza.
Este último tiempo había estado como loca de un lado para otro, reuniendo toda la información que me pidieron en la Universidad de Nueva York para facilitar mi ingreso como estudiante de intercambio y así terminar mi último año, incluyendo mis pasantías, ¿un caos nivel Dios? Pues sí, ¿Vale la pena? ¡Por supuesto! Terminar mi carrera y especializarme en cardiología en uno de los mejores y más equipados centros de salud del mundo lo valen, el único gran obstáculo a superar es mi novio.
Ricardo es mi novio desde el tercer año de universidad, aunque nos conocemos desde niños. Es el típico chico guapo, alto, ojos verdes, tez trigueña y cabello castaño, mi padre lo adora porque es hijo de médicos como él y con los cuales tiene una amistad desde que yo tengo memoria.
Si vieran lo retrógrado que es mi padre, nunca me olvidaré cuando se enteró que Ricardo me pidió que fuéramos novios, desde ese día no ha parado de decirme que Ricardo tiene la vida hecha, que me saqué la lotería al enamorarlo y pues claro que mejor partido no podría encontrar, más parecía él su novio que yo, ¡Ja!
Ahora que miraba todo en retrospectiva, no puedo creer cómo mi madre pudo estar ciegamente enamorada tanto tiempo de él y aguantar tanto, o bueno sí, la verdad es que mi padre supo guardar muy bien las apariencias.
Si no hubiera sido porque el doctor Mejía, recurrió a mi mamá, pues tenía dudas sobre la paternidad de sus mellizos y le pidió que demandará a su mujer, capaz y aún mi madre seguiría con la venda en los ojos, pero ese es harina de otro costal que no me interesaba recordar.
Volviendo a mi relación con Ricardo, cuando pensamos en las especialidades yo quise de inmediato seguir el legado de mi abuelo Agustín, él es un afamado cardiólogo que ahora por su edad sólo toma casos para estudio y dejó a mi padre a cargo de la fundación que creó para apoyar a personas con malformaciones cardíacas y enfermedades complejas al corazón. En cambio Ricardo se va a especializar en neurocirugía como su padre, que es director general del Hospital Universitari General de la Vall d'Hebrón así que ya su pasantía está asegurada, el tema es que hemos discutido en varias oportunidades por esto, pues él, al igual que mi padre, quiere que formalicemos y que deje mis estudios suspendidos para preparar la boda, pero la verdad es que yo no me siento preparada para casarme, quiero terminar mis estudios y tener unos años trabajando para luego establecerme con Ricardo, por eso creo que realizar la especialización fuera será una gran forma de reforzar esa confianza que tengo en que puedo dar más que con sólo ser una ama de casa o una incubadora de bebés.
Otro gran problema era que con Ricardo no llegamos a la intimidad y díganme mojigata, cartucha, monja, tonta o lo que quieran, pero creo que dar ese gran paso también requiere de mucho compromiso y amor entre ambos.
Todavía recuerdo cuando quiso intimar conmigo y yo no quise, ahora esos recuerdos vienen a mi memoria como si fueran un aviso, cierro los ojos unos minutos y las imágenes aparecen como si fueran una pésima película.
-Eres una estúpida, te crees una diosa por querer llegar virgen al matrimonio. ¡Madura! El matrimonio es una mierda, sino mira a tus padres "los perfectos" a la primera falda que se le movió delante a tu papá las dejó. No seas ilusa Val, no voy a seguir esperando.
-Perdóname amor -le digo con lágrimas en los ojos, me siento mal y él no me entiende.
-Pues decide, ¿lo hacemos o me voy? Si sabes bien lo que te conviene responde -tocándome la entrepierna, siento asco de lo que me está haciendo y apreté más mis piernas para que no me toque.
-¡Basta! -le digo en tono suplicante-. Por favor, vete...
Ricardo se dio la media vuelta, salió de la habitación y sólo me dijo tras golpear la puerta.
-Tú te lo pierdes... Eres una puritana, así jamás serás feliz.
Abrí mis ojos y me lamenté de mí misma porque claro se lo creí todito, por eso cuando al día siguiente él volvió como si nada, se lo perdoné sin ningún reclamo y volvimos a estar juntos. Debo ser una tonta por caer con el mismo, pero creía que en ese momento era lo único estable que tenía.
Mis padres acababan de separarse con un escándalo que no sólo fracturó un matrimonio, sino que a toda la familia y sí me sentía vulnerable. Aunque nada fue igual, lo que me quedaba claro era que estaba armando mis maletas sin siquiera haberle dicho nada de mi partida.
-¿Se puede? -escuché a mi abuelo entrar a la habitación que me había asignado en su casa desde que mis padres se separaron, pues no me quedaría viviendo con él y su nueva mujer, es que ash, el muy hijo de su madre y que me perdone mi santa abuela Valentina que está en el cielo, se la trajo a vivir el mismo día que mamá y Alma se fueron a Nueva York.
-Por supuesto abuelito lindo, disculpa el desorden. Ya me parezco a Alma de tanto que la extraño. -Le hago lugar junto a mí en mi cama entre medio de cajas y maletas que tengo a medio hacer, mientras les esbozo una sonrisa.
-Ay, mi princesa, no sabes cuánto te voy a extrañar, entre el vacío que dejó tu madre y tu hermana por lo menos te tenía a ti para llenarlo y ahora también te me vas.
-Don Agustín Soré, no se ponga dramático, usted sabe que puede ir a vernos cuando lo desee y que mamá lo recibirá con los brazos abiertos. Ella te ama, tú has sido como un padre para ella, la criaste desde pequeña y siempre estuviste con ella desde que mis abuelos murieron.
-¿Tú crees? Después de todo soy el padre del mal nacido ese que tuvo por esposo. -replicó con tristeza y molestia, mi pobre abuelito.
Cuando supo todo lo que le hizo mi padre a mi mamá le quitó hasta el saludo. No pudo hacer mucho con la fundación, pues mi madre prefirió irse y la verdad es que somos pocos los Soré que quedamos, pues el hermano de papá fue secuestrado cuando niño con mi mamá y sólo ella sobrevivió o algo así. Por lo que me han contado, eso no lo he entendido mucho, pues a mis papás no les gusta hablar de ese tema.
En mi caso aún me falta para terminar mi carrera, por lo tanto mi padre era quién debía quedarse a cargo de todo, muy a su pesar.
-Abuelito...
-Princesita...
-Tú sabes que eres más que bienvenido en nuestra casa, además ¿qué vas a hacer en este tremendo caserón tu solito?
-Mi niña, no creo poder hacerlo. Ya estoy viejo y estos huesos no dan para tanto, sería un lastre para ustedes y aquí está mi vida. El campo de rosas de su abuela y el imbécil de mi hijo. No, no es momento para ir a verlas, ya será el día cuando tú seas una excelente cardióloga y te decidas a tomar el legado familiar, ahí podré descansar y criar a mis bisnietos.
-Jajaja te amo abuelito.
-Y yo a ti mi princesa. Ay, qué tontería la mía, yo venía a preguntarte cuándo tendrás todo listo para tu viaje y nos fuimos por las ramas recordando lo viejo que estoy.
-Nada de viejo jajaja, vieja la ropa. Usted está como el vino señor Soré y para responder a su pregunta ya tengo casi todo lo que me pidieron en la Universidad de Nueva York, sólo me falta confirmar algunas notas que me entregaran a final de mes y con eso podré viajar para estar con mis chicas favoritas.
-Que bendición, mi princesa, eso es genial ahora sólo falta que hables con el bruto de Ricardo y luego me quedaré más tranquilo.
Y he ahí el punto suspensivo, si ya había discutido con Ricardo sobre la especialización y más aún con el tema de concretar nuestro compromiso, para rematar estaba este otro tema ¿Cómo le diría que me voy a Estados Unidos por tres años para terminar la carrera? Y lo peor aún ¿Me esperará?
-Ah, por hoy sólo quiero terminar de hacer orden abuelito, ya mañana hablaré con él y lo pondré al tanto de todo, él entenderá y si de verdad me ama me esperará.
Mi abuelo me miró alzando una ceja y yo me quedé de la misma forma y con las mismas dudas que debe pensar él.