Capítulo 4 Lo que es ser todo un Scott

-Ethan Scott-

Heme aquí tomando un avión rumbo a donde me lleve mi viaje, primera escala la bella ciudad de Tokio en Japón.

He decidido hacer un receso de seis meses en mis estudios y mi pasantía en el hospital, para darme la gran vida que merezco. Me imagino que ustedes se preguntarán ¿Por qué? Pues porque quiero y porque puedo.

Soy el primogénito de Adam Scott, uno de los mejores abogados de Nueva York, corrección del mundo. Mi padre tiene una agenda tan apretada que su secretaria debe dar citas para el próximo año, incluso a sus adorados hijos. ¡Ja!

Perdón ¿en qué iba? Ya me perdí... Ah... ahora sí, decía que soy el hijo mayor de mi padre y que no lo veo nunca porque su trabajo es su primer y único amor. Nosotros sus hijos solo somos un accesorio más en su rutinaria vida o como diría mi tío Aston un número más en su nómina.

Aunque yo no nací en cuna de oro, él sí y por cuestiones que tampoco me interesan a la edad de 10 años mi madre nos abandonó y mi papá se hizo cargo de mí, luego supe que ellos se divorciaron y al año siguiente mi papá llegó con mi hermano menor Thomas.

Fin de la historia y todos vivimos felices y comimos perdices...

Mentira...

Desde que nos quedamos solos con mi padre se me enseñó e inculcó que ser un Scott era signo de lujo, riqueza y una serie de deberes y obligaciones que me mareaba.

La primera y no menos importante es seguir el legado familiar, pues patrañas, mandé a la mierda el legado y estudié medicina, craso error porque caí en las manos de uno de los mejores amigos de mi padre: Owen George, el jefe del departamento de cardiología del hospital general de Nueva York, un viejo alcahuete que le cuento hasta lo que comí el día de ayer, por ende al final tampoco he salido del yugo de papá, aunque sea nominal.

Como verán mi relación parental no era la mejor, así que ni me pregunten por cómo me llevo con mi hermano, ese era una pulga en el oído que andaba detrás de mí como si fuera un chicle de mal sabor y sí lo odio, por su culpa mis padres se separaron y en definitiva mi madre murió por traerlo al mundo.

Debo ser el sujeto con peor suerte en el planeta ¿no? Pues mi vida como tal es una verdadera mierda, pero no me quejo pues como hasta en eso me gusta llevar la contraria, he disfrutado y me he aprovechado de los placeres que se me han otorgado por ser "todo un Scott".

Soy guapo... No lo digo porque sí, traigo a más de alguna babeando hasta los pies. Me divierte verlas cuando decido cuál será mi presa, pues caen redonditas. Sólo con decir mi apellido saltan y listo, un condón y a la cama bebé... después las desecho, obviamente llevándome todos los vestigios de mi pasada por ahí y si te visto no me acuerdo. Las que me conocen lo saben, no repito, ya probé ese platillo y no lo volveré a comer.

Mi premisa "No creo en el amor, nunca me voy a enamorar", ya con la experiencia de mis padres quedé curtido y como no pienso traer hijos a este mundo he pensado incluso en hacerme una vasectomía.

Ahora, el porqué de mi viaje. Sencillo, estaba aburrido, era mi último año de internado y deseaba descansar, darme mi último viajecito para disfrutar de los placeres de la vida y luego terminar lo que por ser un "contreras" se me ocurrió estudiar.

Tomé mis audífonos y me preparé para este largo viaje ....

Una semana después...

Ya me encontraba instalado en Tokio, estaba fascinado con la cultura, me encantaba el lugar. Esto de reunir lo nuevo con lo antiguo me encantaba, estoy en un pequeño apartamento en el Petit Grande Miyabi, cerca de Yokoamicho Park. Es una de las zonas más lujosas de Tokio y que tiene justo lo que necesito para pasar estos días en el país del sol naciente.

Hoy saldré a beber a un Izakaya (bar típico japonés) con mi vecino de enfrente, por suerte es un chico muy simpático que está estudiando su maestría acá, es español pero habla muy bien el inglés y ha sido mi guía turístico estos días.

Me preparé y luego de colocar mi perfume salí con mi chaqueta en mano, cerré la puerta y golpeé la de mi nuevo amigo David. Abrió la puerta y se miraba como la mierda. Estaba con unos moretones en su cara y lo peor es que tiene una venda en su hombro, parece como si lo hubieran asaltado.

-¿Y a ti qué te pasó, Galeano? -pregunté preocupado.

-Oh, perdón Scott se me olvidó nuestra salida... -lo vi tambalearse para caer casi de bruces encima mio.

-Déjame revisarte hombre, esto no está nada bien. -Entré a su apartamento y me quedé mudo, su sala de estar parecía una sala de operaciones de la mejor película de James Bond. Había pantallas, cámaras y todo lo que se les pudiera ocurrir, me estaba asustando-. Joder Galeano. ¿en qué mierda estás metido?

-Ethan, es mejor que te vayas, no deberías de estar aquí. ¡Ah! -se quejó mientras se toca el brazo.

-Ni loco, no te puedo dejar así, por lo que veo tu herida está infectada y tienes fiebre. ¿Dónde tienes el botiquín? -Con cuidado lo llevé al sofá y lo dejé sentado, mientras él murmuraba cómo podía él dónde estaban las cosas, pero como no recibo respuestas claras me decidí por ir a mi casa y buscar mi maletín. Lo hice rápidamente, volví y lo encontré casi desmayado. Revise su herida, la limpié, desinfecté y procedí a suturar, el muy infeliz le dispararon.

«¡¿En qué mierda me he metido?!»

Y como decía el cuento, ahí fue cuando conocí al Halcón, mi gran amigo, casi hermano ahora. Él era nada más ni nada menos que un agente Español dedicado a salvar al mundo. Por suerte me tuvo a mí de vecino ese día, pues después de enterarme que le dispararon y que sólo recibió primeros auxilios quien lo quería matar era yo. Me contó que su familia tenía una agencia en España y que se encontraba en una misión en Japón para desbaratar a unos Italianos que traficaban con drogas y personas, que su operación había salido bien y que era primera vez que había recibido un disparo.

Después de eso disfrutamos unas semanas más en Japón, mientras él terminaba sus cosas y yo recorría el lugar y luego cada uno siguió su camino, yo viajaría a Francia para disfrutar unos días de la Riviera y pasar por París para luego viajar a las Canarias y terminar mi viaje en Bella vista para saludar a mi amigo y volver a mi país.

Cuando llegué a París tuve el ¿gusto? De encontrarme con la tóxica novia de mi padre Yorelys Thompson, una mujer que si no fuera por tanta intervención e inversión en su cuerpo no sería fea, pero tampoco sería de mi gusto.

Estuve con ella un par de días, pues quería ver ¿cuánto amaba a mí papá? Porque seré un cabrón, pero nadie se mete con un Scott y sabía de los rumores de que ella y su hermana eran unas víboras que les gustaba escalar en la sociedad aprovechándose de sus parejas.

Cuando decidí viajar por Europa, no tenía la más mínima idea que me encontraría con esta mujercita en París, pero bueno si quería sacar algo de provecho y poder sacarle la venda de los ojos a papá era obvio que aprovecharía la oportunidad... Y sí, cayó redondita... bueno ni tan así, creo que aprendí de mi amigo Galeano esto de creerme agente secreto y me funcionó.

La verdad fue dicha porque utilicé un poquito... solo un poquito de pentotal sódico para liberarle la lengua viperina que tiene. Pensar que creyó que era un mosquito. Todavía muero de risa solito a costillas de ella. ¡La única verdad es que esa mujer no tiene cerebro!

Perdón, me fui de mis pensamientos, retomo...

Como les iba diciendo la mujer ésta, me contó cómo había buscado a papá a través de los contactos de su hermana quien le había pedido que se acercara a él, por no sé qué cosa y luego empezó a gustarle tenerlo cerca pues era bueno en la cama y con su billetera... era demasiada información para un hijo ¿no?

Después tuvo la desfachatez de comentarme que conoció al hermano de papá, o sea a la bestia calienta camas de mi tío Aston y que éste le había gustado mucho, pero como era un niñato sin dinero no podía dejar a su gallinita de los huevos de oro que era mí papá,

«Si supiera que mi tío le cedió todo a papá para que se encargará de la firma y él vivir la vida de heredero» ¡Ja!.

En su plan maquiavélico esta víbora ponzoñosa, en realidad no sé porque no creo que ella sea lo suficientemente inteligente para planificar tanto, estaba lista y con todo armando un show de que había quedado embarazada y mi papá debía cumplirle casándose con ella. ¿De telenovela no?, pero el tiro le salió por la culata porque mi tío Aston la había dejado y mi papá la echó de su casa, no me dijo cómo y eso es lo que me falta por averiguar...

Después de obtener toda esa información, la dejé en su quinto sueño tirada en su cuarto de hotel, tomé mi maleta y me dispuse a pasar unos días de playa y sol en las Canarias. No me quiero ni imaginar qué pasó cuando despertó y ni siquiera supo qué le pasó...

En las Canarias sí que tomé sol señoras y señoritas, se me achicharró el cerebro con tanta mujer bella, buenos cócteles y fiesta toda la noche, creo que dormí menos que en mis noches de guardia, pero de que disfruté, disfruté.

Esa última noche, llevé a mi cuarto a una castaña que estaba para chuparse los dedos, nos comimos como si fuera a acabarse el mundo, por suerte tenía más de un paquete de condones, pues la muy caliente tenía más baterías que ese conejo rosa del comercial. Lo hicimos hasta en el balcón de la habitación en que me alojaba, la muy escandalosa gritaba y chillaba como loca, debí besarla varias veces para tapar su boca y aplacar sus gritos, porque me desconcentraba, pero no me quejo, me dejo seco y con una cara de felicidad que me durará días.

Cuando las primeras luces del día empezaron a aparecer, me solté de su cuerpo escultural, fui al baño, me duché, cepillé mis dientes, me vestí y tomé mi maleta. Salí despacio sin hacer ruido, bajé por el ascensor, pagué mi cuenta y un sustancioso desayuno para la chica y me dirigí al aeropuerto para tomar un avión rumbo a Madrid.

            
            

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