Capítulo 5 Madre había muerto

El encuentro esperado con el hombre no ocurrió. Dayna, absorta en sus pensamientos, no se percató de que la habitación había quedado en completo silencio. Salió cautelosamente del baño y encontró a Jon sentado en la cama.

"¿Por qué estás aquí?".

¿Lo había enviado Helena deliberadamente? Su madre sabía cómo elegir el momento perfecto. ¿No era demasiado pronto para tener a él aquí, ya que no había estado en una situación compleja aún?

"Si no hubiera aparecido, nunca habría sabido qué clase de persona eres en realidad", comentó Jon con frialdad.

Un dolor agudo la atravesó a Dayna, pero logró esbozar una sonrisa desdeñosa. "¿No es ese el papel que he interpretado todos estos años? Si no fuera tan descarada, ¿de qué otra forma podría haberme acostado contigo todo este tiempo?".

"¿Sabías que los reporteros te seguían hoy? Si no los hubiera interceptado, mañana los titulares dirían que la secretaria del CEO del Grupo Matthews comprometió su integridad", espetó Jon.

Dayna no estaba segura si él estaba más preocupado por la reputación de la empresa o si simplemente la despreciaba.

Su corazón latía con fuerza.

Ella sabía que Helena definitivamente informaría a Jon sobre esta noche. Dado su desdén por el escándalo y su orgullo, seguramente la dejaría de lado sabiendo que estaba con otro hombre. Sin embargo, Dayna no había anticipado la crueldad de Helena. Esta última pretendía arruinarla completamente.

"Gracias, señor Matthews", dijo la chica, manteniendo su fachada indiferente.

"Decir simplemente 'gracias' no es suficiente". Jon se levantó, acercándola.

Dayna sonrió, poniéndose de puntillas para darle un beso.

"Me das asco", declaró Jon, empujándola antes de salir furioso.

Cuando la puerta se cerró de golpe, toda la fuerza abandonó a Dayna; sus piernas cedieron y se desplomó en el suelo.

El cuchillo oculto en su mano cortó su piel, la sangre brotó, pero no registró dolor alguno.

El tiempo pasó lentamente antes de que Dayna finalmente reuniera fuerzas para levantarse. Regresó al baño y se cambió de nuevo a su propia ropa.

Jon había echado al hombre, lo que le dio a Dayna un respiro momentáneo del peligro, pero no la salvó de la furia inminente de Helena.

Al salir del hotel, la joven notó que caía una ligera llovizna.

Un auto se detuvo a su lado. "Señorita Allen, la señora Matthews desea hablar con usted".

Consciente de lo inevitable, Dayna abrió la puerta del auto y subió.

El viaje duró unos treinta minutos antes de llegar a la Mansión de los Matthews.

Antes de que la chica pudiera siquiera entrar, Rhonda lanzó una alfombra delgada a sus pies. Sin dudarlo, Dayna se arrodilló en señal de sumisión.

Rhonda, visiblemente satisfecha, entró para presentar su informe.

A medida que avanzaba la noche, las luces de la villa se apagaron una por una hasta que todas se extinguieron, dejando a Dayna envuelta en la oscuridad. Solo el golpeteo de las gotas de lluvia en los escalones llenaba el silencio.

Cuando la primera luz del amanecer tocó el cielo, el detective privado finalmente trajo noticias sobre Susan.

Dayna había estado arrodillada durante lo que parecía una eternidad. El entumecimiento había tomado sus piernas, y cuando intentó ponerse de pie, casi cayó. Apresurándose, se dirigió al exterior.

Un auto la esperaba, listo para llevarla a un exclusivo sanatorio en las montañas.

Fuera de la habitación de su madre, Dayna se detuvo un momento para recomponerse, ajustando su ropa y alisando su cabello, tratando de parecer tranquila por el bien de su madre.

Sin embargo, una enfermera salió apresuradamente de la habitación, con el rostro lleno de pánico, y le dijo a una colega cercana: "La paciente ha desaparecido".

El rostro de Dayna se descoloró. Se apresuró a entrar en la habitación, solo para encontrar la cama completamente desordenada y la línea de suero goteando en el suelo.

Al principio, la chica pensó que tal vez Helena había trasladado a Susan tras descubrir la desaparición, pero pronto desechó esa idea.

Las imágenes de seguridad confirmaron que Susan había dejado la instalación por su cuenta. No tenía medios de transporte, le costaba caminar y no se la vio salir por la calle.

Llena de temor, Dayna no perdió tiempo en llamar a la policía.

Los oficiales respondieron rápidamente y descubrieron rastros de una caída a lo largo del sendero de la ladera. Dado el terreno empinado y boscoso, convocaron a un equipo de rescate.

Todo lo que Dayna podía hacer era esperar en tormento.

De repente, apareció un par de zapatos en su vista. Al levantar la mirada, reconoció a Jon.

"¿Por qué estás aquí?", preguntó, con confusión en su voz.

"Caroline me mostró la nota que le dejaste", explicó Jon, con expresión seria.

Antes de salir para la reunión anoche, Dayna había dejado a Caroline una nota. Le imploró a su amiga que cuidara de Susan si algo le sucedía.

Abrumada por la preocupación, Caroline contactó a Jon en su lugar. La disparidad en el estatus social entre ellos era enorme, y Caroline ni siquiera tenía su número. Su decisión de ponerse en contacto claramente nació de la desesperación.

"¿Por qué no me lo dijiste?", Jon preguntó.

"¿Habrías desafiado a tu madre si lo hubieras sabido?". Ella dudaba de su resolución.

"Al menos podría haber puesto a salvo a tu madre", replicó Jon. Sin embargo, Dayna había optado por enfrentar las amenazas de Helena sola, rechazando la ayuda del hombre.

Abrumada por el peso de sus decisiones, Dayna se cubrió el rostro, arrepentida de haber intentado enfrentar todo sola.

A medida que pasaba el tiempo, la noche descendió. Sorprendentemente, Jon se quedó. Su asistente llegó con comida, siguiendo las indicaciones de Jon, pero Dayna se dio cuenta de que no tenía apetito.

"Señorita Allen, por favor trate de comer algo", instó suavemente el asistente.

Justo entonces, un grito surgió del equipo de rescate, cortando el aire tenso. "¡La encontramos!".

Energizada por una oleada de esperanza, Dayna saltó de su asiento, con los ojos llenos de anticipación.

Sin embargo, su esperanza fue aplastada rápidamente. Su corazón se hundió al ver al equipo de rescate acercarse, llevando una camilla cubierta con una sábana blanca.

Dominado por una oleada de pánico, Jon se lanzó hacia adelante con los brazos abiertos para consolar a Dayna, pero ella lo rechazó con una fuerza inesperada.