La Farsa de un Amor Perfecto
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Capítulo 3

El ambiente en la reunión se tensó con la llegada de Carolina.

Ella se movía con la confianza de quien se sabe dueña de la situación, sonriendo, hablando de sus logros, de cómo Mateo la apoyaba incondicionalmente.

"Él siempre ha creído en mí," dijo, mirando de reojo a Isa.

Isa sintió un escalofrío.

Las piezas encajaban. Los viajes de negocios "urgentes" de Mateo, el dinero que fluía inexplicablemente hacia las cuentas de Carolina.

Mateo la había estado financiando durante años, a sus espaldas.

La traición era más profunda, más calculada de lo que había imaginado. Sintió náuseas.

Mateo, al ver la provocación de Carolina y la palidez de Isa, reaccionó.

Se acercó a Carolina y, ante la sorpresa de todos, le dio una bofetada.

"¡No vuelvas a insultar a mi esposa!" gritó, furioso.

Pero Isa vio la fugaz mirada de complicidad entre ellos antes del golpe. Era una actuación.

Se mantuvo distante, observando la escena con una frialdad que la sorprendió a sí misma.

Carolina se tocó la mejilla, con lágrimas en los ojos.

Luego, en voz baja, solo para que Isa la oyera mientras Mateo se alejaba para recibir unas palmadas en la espalda por "defender" a su esposa:

"No te creas tan importante, mosquita muerta. Él me pegó para quedar bien contigo, pero a quien realmente quiere proteger es a sus hijos. Y esos hijos son míos."

Su voz era veneno puro. "Su lealtad está cambiando, ¿no te das cuenta?"

En ese momento, el celular de Mateo sonó. Lo sacó, miró la pantalla.

Carolina, desde el otro lado del salón, lo miraba fijamente, llevándose el teléfono a la oreja.

"Son los gemelos," dijo Mateo, acercándose a Isa, su rostro una máscara de preocupación. "Están con fiebre alta. Tengo que irme."

"Mateo, no..." suplicó Isa, pero él ya se estaba alejando.

"Lo siento, mi amor. La familia es lo primero."

La ironía de sus palabras la golpeó. Él se refería a su otra familia.

Poco después, el celular de Isa vibró. Otro video de Carolina.

Mateo en la finca, acunando a uno de los gemelos. Carolina a su lado, apoyando la cabeza en su hombro.

"¿Ves? Siempre vuelve a nosotros," decía la voz de Carolina en el video.

Luego, la cámara enfocó un documento sobre una mesa. Los papeles de la isla que Mateo supuestamente había comprado para el hijo de Isa.

"Le dije que esa isla tenía malas energías para nuestro futuro," se burlaba Carolina. "Y me la regaló. Siempre consigo lo que quiero."

Mateo, en el video, asentía y besaba la frente de Carolina.

Isa sintió un vacío helado en el pecho.

Los gestos de amor, las promesas, las sorpresas... todo replicado, todo devaluado.

Su amor había sido una farsa, una copia barata del que Mateo le profesaba a Carolina.

El agotamiento la invadió. Ya no podía más.

"Valeria," susurró Isa a su teléfono esa noche. "Adelanta todo. Es hora de irme."

Ya no había dolor, solo una resolución fría.

Necesitaba escapar de esa mentira, recuperar su vida, aunque fuera entre cenizas.

            
            

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