Capítulo 4

La comunicación se cortó.

El diario quedó en blanco. Mudo.

Sofía entró en pánico.

"¡M19! ¡M19, contéstame!"

Gritaba al papel, sacudiéndolo. Nada.

Intentó escribir, pero la tinta no fluía, como si la magia se hubiera agotado.

El teléfono de la casa sonó.

Era el asistente de M32, Daniel.

"Señora Vargas, el señor Herrera tuvo un pequeño accidente. Está en el hospital, pero no es grave."

¿Un accidente? ¿M32?

Sofía se vistió rápidamente.

M19 debía estar bien. Tenía que estarlo. Este accidente de M32 no podía estar relacionado.

En el hospital, encontró a M32 con un brazo vendado y algunos rasguños.

Un alivio la recorrió, pero también una extraña decepción.

No era el evento catastrófico que temía para M19.

Camila estaba a su lado, mimándolo.

"Oh, Mateo, pobrecito. Todo es culpa de Sofía. Si no te hubiera alterado..."

Manipulándolo de nuevo. Volviéndolo contra ella.

M32 la miró con frialdad.

"¿Ves lo que provocas? Siempre causando problemas."

Su desprecio era evidente.

Sofía se dio la vuelta y se fue.

La decepción era amarga.

Durante días, intentó contactar a M19 a través del diario.

En vano. El diario seguía siendo un simple cuaderno viejo.

La conexión se había roto.

La preocupación por M19 la consumía.

Unos días después, M32 la confrontó en casa.

"Ni siquiera te preocupaste por mi accidente. No viniste a verme más."

Su tono era acusador.

Sofía respondió con sarcasmo.

"Tenías a Camila. Estoy segura de que te cuidó muy bien."

Su resentimiento era claro.

M32 se sintió incómodo.

Justo en ese momento, sonó su teléfono.

Sofía sonrió con amargura. "Apuesto a que es Camila."

La predicción se confirmó. Era Camila, con alguna nueva queja o necesidad.

Después de la llamada, M32 estaba aún más irritable.

Vio a Sofía con el diario en la mano.

"¿Sigues con esa basura? ¿Con quién hablas?"

Intentó arrebatárselo.

"¡Déjame ver quién es tu amante!"

Forzó el diario, abriéndolo bruscamente.

Esperaba encontrar cartas de amor, confesiones.

Pero el diario solo mostraba las antiguas entradas de M19 y las suyas.

Hasta que una página nueva, que antes no estaba, se materializó.

Una foto.

Un Mateo más joven, sonriente, con el uniforme de su antigua preparatoria.

M32 se quedó helado.

"¿Quién... quién es este?"

Su voz tembló. No podía creer lo que veía.

"Se parece... se parece a mí."