El día que mi vida se convirtió en una broma, el aire en mi barrio olía a basura y a fritanga.
Los De la Vega llegaron en un auto negro, tan brillante que parecía fuera de lugar en nuestras calles polvorientas. Un hombre y una mujer, vestidos con ropa que costaba más que nuestro alquiler de un año, se pararon frente a nuestra puerta.
Mi padre, con los ojos rojos por otra noche de juego, los miró con recelo. Mi madre se secó las manos en el delantal, con la amargura de siempre en la cara.
La mujer, que se presentó como Estela De la Vega, me miró con los ojos llenos de lágrimas falsas.
"Sofía, querida."
Sostenía un documento.
"Esta es una prueba de ADN, eres nuestra hija, la que perdimos hace dieciocho años."
Mi corazón se detuvo. ¿Yo? ¿Hija de esta gente rica y poderosa? ¿Un escape de este apartamento miserable, de los gritos de mi padre y el silencio resentido de mi madre? La UNAM, el examen, todo podría esperar. Esta era mi verdadera salvación.
Estaba a punto de llorar de la emoción, de abrazarlos.
Pero entonces, algo apareció en mi visión.
Unas letras flotantes, como los subtítulos de una telenovela barata.
[Comentario: Jajaja, miren a la pobre ilusa. Cree que se sacó la lotería.]
Parpadeé. Las letras seguían ahí.
[Comentario: El plan de "matarla con halagos" ha comenzado. Objetivo: que abandone sus estudios.]
Estela De la Vega me abrió los brazos.
"Ven, hija mía, vuelve a casa."
Su voz era cálida, pero las letras flotantes contaban otra historia.
[Comentario: Mentirosa. Todo es una trampa de su verdadera hija, Valeria, para que Sofía no le quite el primer lugar en el examen de ingreso.]
Miré a mis "padres". Mi padre ya estaba calculando cuánto dinero podría sacarles. Mi madre solo me miraba como si se estuviera deshaciendo de un mueble viejo.
[Comentario: Los padres biológicos ya recibieron 500,000 pesos por "vender" a su hija. Para ellos, es un buen negocio.]
El aire se me fue de los pulmones. No era una salvación.
Era una trampa mortal.
Me quedé quieta, procesando la información. La incredulidad inicial dio paso a una ira fría y profunda. Me habían vendido. Mis propios padres me habían vendido como a un animal.
Y esta familia rica y sonriente no quería una hija.
Querían destruirme.
Miré a Estela, que seguía con los brazos abiertos y una expresión de amor maternal perfectamente ensayada.
Decidí jugar su juego.
Dejé caer las lágrimas que había estado conteniendo, pero no eran de alegría. Eran de rabia.
"¿Mamá? ¿Papá?"
Corrí y los abracé. Lloré en el hombro caro de Estela, sintiendo la rigidez de su cuerpo.
"No puedo creerlo, he soñado con este día toda mi vida."
[Comentario: Actuación 10/10. La tonta se lo ha creído por completo.]
No, la tonta no se lo ha creído. La tonta ahora sabe exactamente cómo funciona el juego. Y va a ganar.