La mansión De la Vega era obscenamente grande. Mármol por todas partes, techos altos y un silencio que contrastaba con el ruido constante de mi antiguo barrio.
Me dieron una habitación que era más grande que todo nuestro apartamento. Tenía un balcón con vistas a un jardín perfectamente cuidado.
Valeria De la Vega, mi "hermana", me recibió con una sonrisa que no le llegaba a los ojos. Era bonita, pero su cara estaba tensa por la envidia. Ella era la que siempre quedaba en segundo lugar, justo detrás de mí, en cada examen, en cada competencia académica.
"Bienvenida a casa, Sofía."
[Comentario: "Bienvenida a tu tumba, maldita nerd."]
Estela, mi nueva "madre", me trajo una pila de cajas de diseñador.
"Querida, tienes que deshacerte de esa ropa vieja. A partir de ahora, solo usarás lo mejor."
Puso su mano sobre mi pila de libros de texto para el examen de la UNAM.
"Y no necesitarás más esto, la vida de una De la Vega no es para pasársela encerrada estudiando."
Asentí, fingiendo estar deslumbrada.
"Tienes razón, mamá. He estudiado toda mi vida porque no tenía otra opción, pero ahora... ahora te tengo a ti."
Vi una chispa de triunfo en sus ojos.
[Comentario: Fase uno completada. El cebo ha sido mordido.]
Esa noche, mientras todos pensaban que dormía, saqué mis libros de una maleta vieja que había insistido en traer. Compré una pequeña cámara con el poco dinero que tenía ahorrado y la instalé en un rincón de la habitación.
Presioné el botón de grabar.
"Vlog de estudio, día uno. Faltan 99 días para el examen de la UNAM."
Hablé en un susurro.
"El plan de los De la Vega es destruirme con lujos para que abandone mis estudios, pero yo usaré sus lujos para crear el ambiente de estudio perfecto que nunca tuve."
Abrí el libro de cálculo. La luz de la lámpara de escritorio era mi única compañera.
Al día siguiente, bajé a desayunar con ojeras. Valeria sonrió.
"¿No dormiste bien, hermanita? ¿Demasiada emoción?"
Sonreí de vuelta, una sonrisa vacía y boba.
"Es que todo es tan maravilloso, no quiero perderme ni un segundo."
Mi plan de contraataque había comenzado. Si querían que dejara de estudiar, les daría el mejor espectáculo de mi vida.
Empecé a hacer demandas.
"Mamá", le dije a Estela un día. "Siempre quise ir a una de esas galas de caridad que salen en las revistas. ¿Podrías llevarme?"
Ella se sorprendió, pero luego sonrió. Una chica superficial interesada en fiestas era exactamente lo que quería.
"Por supuesto, querida."
[Comentario: Perfecto. Estará demasiado ocupada socializando para abrir un libro.]
En la gala, me pegué a ella como un chicle. Le pedí que me presentara a todos, hice preguntas tontas sobre moda y me aseguré de que todos los fotógrafos me vieran sonriendo y bebiendo champán (que en realidad era jugo de manzana).
Mientras tanto, mi mente repasaba fórmulas de física.