Cuando el Pasado te Da Otra Oportunidad
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Capítulo 3

La fiesta en la mansión de los García era exactamente como la recordaba. Un mar de caras sonrientes y falsas, champán caro y conversaciones vacías.

El padre de Sofía, el señor García, me saludó con un abrazo demasiado entusiasta.

"¡Javier, muchacho! ¡Qué bueno verte! Sofía estaba esperándote".

Vi a Sofía al otro lado del jardín. Llevaba un vestido blanco que disimulaba sutilmente su estado. Estaba radiante, la anfitriona perfecta. Pero yo veía el pánico en sus ojos.

Se acercó a mí, tomando mi brazo.

"Javier, qué bueno que viniste", dijo, su voz un susurro melodioso. "Necesito hablar contigo. En privado".

Me llevó a la rosaleda, lejos de las miradas curiosas.

Se detuvo y se giró hacia mí. Sus ojos se llenaron de lágrimas, una actuación impecable.

"Javier, sé que he sido una tonta", comenzó. "He jugado con tus sentimientos. Pero me he dado cuenta... me he dado cuenta de que eres tú. Siempre has sido tú. El hombre con el que quiero pasar el resto de mi vida".

Se arrodilló. Sacó una pequeña caja de su bolso. Un anillo de compromiso masculino.

"Cásate conmigo, Javier. Por favor".

En mi vida anterior, este fue el momento en que mi corazón se desbordó de felicidad. Caí en su trampa como un idiota.

Esta vez, la miré con una calma que la desconcertó.

Me incliné, pero no para abrazarla. Tomé la caja de su mano y la cerré.

"No, Sofía", dije, mi voz suave pero firme.

Su cara palideció. "¿Qué?"

"Dije que no". Me puse de pie y le ofrecí una mano para ayudarla a levantarse. Ella la ignoró.

"No entiendo", tartamudeó. "Pensé que me amabas".

"Te amaba", corregí. "Pero el amor no se basa en mentiras. Y tú estás viviendo una muy grande".

Me incliné más cerca, mi voz apenas un susurro. "Felicidades por el bebé, por cierto. Espero que Mateo sea un buen padre".

El terror puro inundó sus ojos. Se quedó sin palabras, su boca abriéndose y cerrándose como un pez fuera del agua.

"¿Cómo... cómo lo sabes?", logró decir.

"Tengo mis fuentes", dije, encogiéndome de hombros. "Ahora, si me disculpas, he visto a alguien con quien realmente quiero hablar".

La dejé allí, arrodillada en la hierba, su plan perfecto hecho pedazos.

                         

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