Mi Escape de las Sombras del Pasado
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Capítulo 2

El silencio en la cafetería es total. Mis padres me miran como si me hubiera vuelto loca. Sasha y Patrick intercambian una mirada de sorpresa.

"¿Qué has dicho?", pregunta mi padre, con la voz temblorosa de ira.

"He dicho que acepto", repito, mirándolo directamente a los ojos. "Me casaré con Máximo Sullivan".

Mi madre se lleva una mano al pecho, como si le faltara el aire. "¡Estás loca! ¡Vas a arruinar a esta familia! ¿Sabes quién es ese hombre? ¡Un desfigurado, un demente! ¡La gente se reirá de nosotros!".

"La gente ya se ríe de nosotros", interviene mi abuela desde su rincón, su voz firme y clara. "Se ríen de unos padres que venden a sus hijas como si fueran ganado".

Mi padre se pone rojo de furia. "¡Usted cállese, mamá! ¡Esto no es asunto suyo!".

"Es asunto mío cuando se trata de mi nieta", responde ella, levantándose con dificultad. Se acerca a mí y me pone una mano en el hombro. "Si esta es tu decisión, Lina, yo te apoyo".

Es la primera vez en años que alguien en esta casa me apoya en algo. Siento un nudo en la garganta, pero no lloro. Ya no.

Sasha, recuperada de la sorpresa, vuelve a su papel de hermana compasiva. "Lina, por favor, recapacita. No tienes que hacer esto. Podemos hablar con la familia Lawrence, quizá puedan hacer una excepción...".

"No hay nada que hablar", la corto. "La decisión está tomada".

Patrick, que ha estado observando la escena con una sonrisa arrogante, finalmente habla. "Bueno, parece que Lina tiene más agallas de lo que pensaba. O quizás es que simplemente conoce su lugar".

Se acerca a la barra, sacando una lujosa caja de su bolsillo. La abre y revela un anillo de diamantes deslumbrante.

"Sasha, mi amor", dice, ignorándome por completo, "esto es para ti".

Le pone el anillo a mi hermana delante de todos. Los pocos clientes que quedan en la cafetería aplauden tímidamente. Mis padres fuerzan una sonrisa.

"Y eso no es todo", continúa Patrick, disfrutando del espectáculo. "Mañana por la mañana, entregarán un coche nuevo para Sasha, y todos los electrodomésticos de la casa serán reemplazados por los modelos más modernos. Como regalo de compromiso".

La humillación es pública, calculada. Quiere que todos vean la diferencia. La princesa y la cenicienta. La afortunada y la desdichada.

Miro a Sasha, que admira su anillo con lágrimas de felicidad fingida. Miro a mis padres, que ya calculan el valor de los regalos. Y miro a Patrick, que me observa de reojo, esperando mi reacción.

Espero que me derrumbe. Que llore, que suplique.

Pero yo solo levanto una ceja y le pregunto: "¿Quieren un café?".

            
            

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