Venganza en el Ritmo: Mi Segundo Acto
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Capítulo 3

En el escenario, las luces me cegaron por un momento. El murmullo de la multitud se desvaneció. Solo existíamos la música y yo.

Bailé como nunca antes. Cada giro, cada paso, no era solo técnica, era una declaración. Era la rabia de mi vida pasada, la determinación de mi presente y la esperanza de mi futuro. Bailé con la memoria del frío viento del viaducto en mi piel. Bailé por mi padre.

Cuando la música terminó, el silencio fue reemplazado por un estruendo de aplausos. Vi a los jueces asentir, impresionados. Vi a Máximo de pie entre la multitud, sonriendo.

Luego vino el turno de Sasha.

Subió al escenario con una confianza arrogante. Su técnica era descuidada, sus movimientos carecían de pasión. Era una imitación barata, una cáscara vacía. La multitud, que había estado enérgica conmigo, se volvió apática. Su actuación fue mediocre, como esperaba.

Después de la competencia, mientras esperábamos los resultados, Camila se acercó a mí, su cara una máscara de falsa amistad.

"¡Estuviste increíble, Luci! ¡Sabía que lo harías!"

La miré fríamente. "No me llames Luci" .

Se quedó helada, su sonrisa falsa vaciló. "¿Qué te pasa? Solo estoy feliz por ti" .

"Guárdate tu felicidad, Camila. Sé exactamente lo que piensas de mí" .

Me di la vuelta y la dejé allí, con la boca abierta. La traición dolería dos veces, pero solo una vez sería fatal. Y no sería para mí.

Los días siguientes fueron una tensa espera. Tal como lo planeé con Máximo, él usó sus recursos.

"Contraté a un investigador privado" , me dijo por teléfono. "Es discreto y es el mejor" .

Los resultados no tardaron en llegar. El investigador era bueno. Las fotos llegaron en un sobre marrón. Sasha, noche tras noche, en clubes sórdidos, bebiendo, coqueteando con hombres que tenían la crueldad escrita en sus rostros. Eran las mismas fotos que mi madre usaría en mi contra.

Pero había más.

Máximo me entregó un segundo juego de fotos. "Mi investigador siguió a tu madre también. Pensé que era extraño que saliera sola tan a menudo" .

Abrí el sobre. Mi respiración se atascó en mi garganta.

Era mi madre. Pero no estaba sola. Estaba con un hombre, riendo, abrazándolo en un café discreto al otro lado de la ciudad.

Reconocí al hombre al instante.

Era su antiguo amor. El hombre por el que había despreciado a mi padre toda su vida. El mismo hombre que estaba en la finca de café el día que mi padre "cayó" por el barranco. El hombre con conexiones en el bajo mundo.

"Máximo" , le dije, mi voz apenas un susurro. "Este hombre... creo que él mató a mi padre" .

Hubo un silencio al otro lado de la línea. Luego, la voz de Máximo, dura como el acero.

"Entonces no solo buscaremos justicia para ti, Luciana. Buscaremos justicia para él también" .

            
            

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