El Malbec World Day era el evento más importante del año en el mundo del vino argentino. Una gala de etiqueta en un hotel de lujo en Buenos Aires.
Y Scarlett me obligó a ir.
No solo a ir, sino a acompañarlos. A ella y a Marcel.
"Tienes que venir, Iván. Todavía eres mi esposo, al menos en el papel. Debemos mantener las apariencias."
Su voz por teléfono no admitía réplica.
Así que allí estaba yo, en un esmoquin que me sentía como un disfraz, viendo a mi esposa desfilar del brazo de su amante.
Los murmullos nos seguían por todo el salón.
"Ese es Iván Castillo. Pobre hombre."
"Mira a Scarlett con su nuevo juguete. No tiene vergüenza."
Ignoré las miradas de lástima y desprecio. Me concentré en el fondo de mi copa de champán.
Durante la subasta de vinos de edición limitada, el espectáculo se volvió aún más humillante.
"¡Doy un millón de pesos por la colección privada de Catena Zapata!"
La voz de Scarlett resonó en la sala.
"¡Dos millones!"
"¡Cinco millones!"
Gastó una fortuna en una colección exclusiva, y cuando el subastador le preguntó a nombre de quién la registraba, ella sonrió y señaló a Marcel.
"A nombre de Marcel Hewitt."
Marcel, a su lado, inflaba el pecho, disfrutando de ser el centro de atención.
Me sentí enfermo. En nuestra vida pasada, ella y yo habíamos soñado con comprar una de esas colecciones juntos.
Justo cuando el subastador iba a presentar el siguiente lote, la pantalla gigante del escenario parpadeó.
En lugar del vino, apareció una foto.
Una foto de un Marcel mucho más joven, con el rostro lleno de acné y miedo, siendo acosado por un grupo de chicos mayores.
Luego otra. Marcel, con un uniforme raído, limpiando los baños de un bar de mala muerte.
Y otra más. Llorando solo en un callejón.
Una serie de imágenes humillantes de su pasado, proyectadas para que toda la élite de Buenos Aires las viera.
El silencio en la sala era total.
Marcel se quedó pálido. Se giró hacia mí, con los ojos llenos de odio y pánico.
"¡Fuiste tú! ¡Filtraste estas fotos para arruinarme!"
Gritó, y luego salió corriendo del salón, devastado.
Scarlett se puso de pie. Su rostro era una máscara de furia helada.
Con una calma aterradora, se dirigió al organizador del evento.
"Quiero el nombre de la persona que hizo esto. Y quiero que este incidente desaparezca. Compra el silencio de todos en esta sala. El precio no es un problema."
Luego, se giró hacia mí. Sus ojos oscuros prometían un dolor inmenso.
"Me las pagarás, Iván. Te juro que me las pagarás."