La Malicia Bajo Los Ojos Llorosos
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Capítulo 1

El sudor frío me empapaba la espalda, pegándome el vestido de seda al cuerpo.

No era por el calor del salón lleno de gente, ni por los nervios de mi propia fiesta de cumpleaños número dieciocho.

Era el terror.

Un terror que venía de otra vida, un recuerdo tan claro y doloroso que me ahogaba.

Acababa de renacer.

Hace un momento, estaba muriendo en un hospital frío y solitario, abandonada por todos, después de que mi familia cayera en la ruina.

Y ahora, estaba aquí, de vuelta en el día en que todo empezó a desmoronarse.

Mis ojos se fijaron en ella.

Valeria.

Mi prima lejana, la que mis padres acogieron cuando sus propios padres la abandonaron.

Estaba en el centro del salón, como siempre, atrayendo todas las miradas.

Sostenía una caja de terciopelo azul y hablaba con una voz dulce y melodiosa que a mí me sonaba a veneno.

"Y este es mi regalo para mi querida prima Sofía," dijo, sonriendo a los invitados. "Sé cuánto le gustan las joyas de diseñador, así que busqué por todas partes hasta encontrar este collar único de la última colección de Vancour."

Los invitados soltaron exclamaciones de admiración. Vancour era una marca de lujo que solo los más ricos podían permitirse.

Valeria estaba construyendo su imagen, la de una chica generosa y adinerada, una fachada que usó para engañar a todos.

Para engañar a mis padres.

Sentí una náusea familiar.

Reconocí el collar al instante.

En mi vida pasada, lo usé con orgullo, presumiendo del generoso regalo de mi prima.

Solo para descubrir, meses después, cuando intenté venderlo para pagar las deudas de mi padre, que era una falsificación barata.

Esa humillación fue solo el principio.

Ese collar fue la primera pieza del dominó que Valeria empujó para destruirnos.

Se acercó a mí, su sonrisa era perfecta, pero sus ojos contenían un brillo frío y calculador.

"Feliz cumpleaños, primita," susurró, poniéndome la caja en las manos.

Su voz era baja, solo para mí.

"Espero que te guste. Sabes que haría cualquier cosa por ti, somos casi hermanas."

La palabra "casi" fue una pequeña provocación, un recordatorio sutil de que ella era la invitada y yo la dueña de la casa, una posición que ella codiciaba más que nada en el mundo.

En mi vida anterior, habría sonreído y la habría abrazado, agradecida.

Pero ahora no.

Esta vez, conocía su juego.

"Gracias, Valeria," dije, con una voz calmada que no delataba la tormenta en mi interior.

Tomé la caja.

No la abrí.

En lugar de eso, me giré hacia mi hermano, Mateo, que estaba cerca.

"Mateo," lo llamé con una sonrisa. "Mira qué detalle tan increíble de Valeria. ¿Puedes ayudarme a guardarlo en un lugar seguro? No quisiera que se perdiera con tanta gente aquí."

Le entregué la caja.

Luego, discretamente, saqué mi teléfono.

Busqué el número del asistente de mi padre, un hombre de confianza y extremadamente eficiente.

Le envié un mensaje rápido y secreto.

"Carlos, necesito un favor urgente. Llama a la boutique principal de Vancour. Pregunta por un collar de edición limitada que supuestamente salió en su última colección. Describe el diseño que te enviaré en una foto. Hazlo en altavoz, cerca del centro del salón, en unos cinco minutos. Disimula que es una consulta para un cliente."

No iba a dejar que su primera mentira quedara sin respuesta.

Esta vez, el juego había cambiado.

Y yo iba a ser la que moviera las piezas.

            
            

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