Adiós mi marido despiadado y mi hijo ingrato
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Capítulo 3

El aeropuerto de la Ciudad de México era un caos de gente y anuncios. Sofía arrastraba su maleta, sintiéndose anónima, invisible. Era exactamente lo que quería. El corte en su frente estaba cubierto por un pequeño vendaje, un recordatorio físico de su decisión. El cheque de diez millones estaba seguro en el banco y su boleto a Madrid era un pasaporte a una nueva existencia.

Mientras esperaba en la fila para documentar, una voz familiar la llamó.

"¿Sofía? ¿Eres tú?"

Se giró y vio a Pablo, un viejo amigo del barrio donde vivía con Diego. Era un hombre bueno y honesto que trabajaba en un taller mecánico. Él y su esposa habían sido los únicos amigos verdaderos que tuvieron en esos años.

"¡Pablo! Qué sorpresa" , dijo Sofía, una sonrisa genuina apareciendo en su rostro por primera vez en días.

"Voy a Monterrey a ver a mi familia. ¿Y tú? ¿Y Diego? ¿Están de vacaciones?" .

La mención de Diego fue un golpe sordo.

"Yo... me voy a España. Sola. Diego y yo... ya no estamos juntos" .

La cara de Pablo se llenó de confusión y tristeza. "No puede ser. Se veían tan felices. Él te adoraba, Sofía" .

"La gente cambia, Pablo" , dijo ella, sin querer dar detalles.

Justo en ese momento, un torbellino de arrogancia atravesó la terminal. Diego Alcázar, seguido de Camila del Valle y el pequeño Mateo, caminaban como si fueran los dueños del lugar, rodeados de asistentes que cargaban sus maletas de marca. Se dirigían a la sala de primera clase.

El destino tenía un sentido del humor muy cruel.

Sus miradas se cruzaron. La de Diego fue de pura furia al verla hablando con Pablo. Celos irracionales y posesivos brillaron en sus ojos.

Diego cambió de rumbo y se dirigió directamente hacia ellos.

"Vaya, vaya. Mira lo que tenemos aquí" , dijo Diego, su voz cargada de sarcasmo. Miró a Pablo con desdén. "No pierdes el tiempo, ¿eh, Sofía? Ya te estás revolcando con la basura del barrio" .

Pablo, confundido, se puso pálido. "Diego, ¿qué te pasa? Somos amigos" .

"¡Tú no eres mi amigo!" , gritó Diego, empujando a Pablo con tanta fuerza que el hombre tropezó y cayó al suelo, su maleta de mano se abrió y su ropa se desparramó por el piso. "Eres un maldito don nadie, igual que ella" .

La gente alrededor se detuvo a mirar. El escándalo era público.

Camila se acercó, disfrutando del espectáculo. "Diego, cariño, no te rebajes a su nivel. Vámonos, nuestro jet privado nos espera" .

Pero Diego estaba cegado por la ira. Agarró a Sofía del brazo. "¿Te vas a España? ¿Con mi dinero? ¿A encontrarte con algún otro muerto de hambre?" .

Esta vez, Sofía no se quedó callada. Se soltó de su agarre con una fuerza que lo sorprendió.

"Tu dinero es lo único decente que he sacado de ti" , replicó ella, su voz resonando en el silencio tenso. "Y sí, me voy lejos, muy lejos de tu veneno. Y si quiero estar con un hombre honesto como Pablo o con cualquier otra persona, no es tu maldito problema. Tú y yo no somos nada" .

Se agachó para ayudar a Pablo a levantarse, ignorando por completo a Diego.

La humillación pública fue demasiado para el heredero Alcázar. Estaba a punto de gritarle de nuevo cuando una vocecita intervino.

"Papá, vámonos" , dijo Mateo, tirando de la mano de Diego. Luego miró a Sofía con ojos llenos de rencor. "No quiero estar cerca de ella. Mi mamá es Cami" .

Corrió hacia Camila y le abrazó la pierna, buscando su protección. Camila le sonrió, una sonrisa de victoria pura y malvada, y le acarició la cabeza.

Esa imagen fue la última que Sofía necesitó. La prueba final de que su decisión era la correcta. Ayudó a Pablo a recoger sus cosas, le dio un abrazo rápido y le deseó buen viaje.

"Cuídate mucho, Sofía" , le dijo él, todavía en shock.

Ella asintió y, sin volver a mirar al trío tóxico que había sido su familia, caminó hacia el control de seguridad. Con cada paso, sentía que se quitaba un peso de encima. Dejaba atrás la humillación, la traición y el dolor. El anuncio de su vuelo a Madrid sonó por los altavoces. Era el sonido de la libertad.

            
            

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