Mi Dulce Venganza de Amor
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Capítulo 2

Me quedé mirando la pantalla, releyendo el chat una y otra vez, esperando que mis ojos me estuvieran engañando. Pero no había error. Héctor estaba construyendo un mundo entero para otra mujer. Un mundo para Isabella.

Recordé sus palabras de hace unos meses, cuando empezamos a salir en el juego. "Calavera, tu arte es único, tu alma es lo que me importa, no cómo te ves. Eres mi única musa." Mentiras. Todas eran mentiras. Yo no era su musa, era una distracción, una pantalla de humo mientras él esperaba el regreso de su verdadero amor.

Al día siguiente, tenía una cita en las oficinas de TecnoCharro para presentar los primeros bocetos de las ilustraciones. Mi estómago era un nudo de nervios. Por primera vez, iba a ver a Héctor Morales en persona. Me puse unos jeans sencillos, una blusa holgada y una gorra, intentando pasar lo más desapercibida posible.

La oficina era impresionante, un edificio de cristal y acero en el corazón de Santa Fe. Me recibió una asistente y me guio a una sala de juntas con una vista panorámica de la ciudad. Unos minutos después, él entró.

Héctor Morales era aún más guapo en persona que en las fotos de las revistas de negocios. Alto, con una sonrisa perfecta y un traje caro que le quedaba como un guante. Me saludó con una amabilidad profesional, sin una pizca de reconocimiento en sus ojos.

"Señorita Rojas, un placer. Héctor Morales. He visto su portafolio, tiene mucho talento."

"Gracias, señor Morales", respondí, con la voz apenas un susurro.

Durante la reunión, presenté mis ilustraciones. Él asintió, hizo comentarios inteligentes sobre la composición y el color, pero su mirada era fría, calculadora. Para él, yo solo era una ilustradora más, una empleada temporal. No tenía idea de que yo era la mujer a la que llamaba "mi amor" en el mundo virtual. La ironía era tan cruel que me daban ganas de reír y llorar al mismo tiempo.

Esa noche, al conectarme a "Sueño de Mariachi", una fanfarria ensordecedora sonó en todo el servidor. Un anuncio dorado cruzó el cielo virtual: "¡Con gran júbilo, damos la bienvenida de nuevo a la legendaria 'La Dama de Rojo'!"

El chat mundial explotó.

"¡No lo puedo creer! ¡Isabella ha vuelto!"

"¡El Charro de Oro debe estar feliz! ¡Su reina ha regresado!"

"¿Y qué va a pasar con la Calavera esa? Ya puede irse por donde vino."

Leí los mensajes, sintiendo cómo el suelo se abría bajo mis pies. La gente empezó a desenterrar viejas historias del foro. Hablaban de cómo Héctor había fundado su gremio, "Los Dorados", para Isabella. De cómo cada una de sus victorias legendarias había sido para impresionarla. Yo no era parte de su historia, solo un torpe paréntesis.

Isabella Vargas, La Dama de Rojo, no perdió el tiempo. Su avatar, una mujer de belleza deslumbrante con un vestido rojo sangre, apareció en la plaza principal. Y Héctor, El Charro de Oro, estaba a su lado, sonriendo como nunca lo había visto sonreír conmigo. La presión en el foro se volvió insoportable. Ya no solo se burlaban de mi apariencia, ahora me llamaban usurpadora.

            
            

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