Empezar de nuevo
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Capítulo 3 Capítulo 3

Casualmente, Liam fue ese extraño elegido al azar.

A Eden no le importó que otra mujer, parecida a una muñeca Barbie, y que iba ataviada con el vestido de látex más corto negro y ajustado que jamás hubiera visto, intentara reclamar la atención del pelirrojo .

"Él está conmigo", balbuceó Eden arrastrando las palabras, mientras se interponía entre los dos.

Barbie la evaluó, lista para asesinarla con su mirada glacial, mientras que torcía con disgusto sus hinchados labios recién inyectados de colágeno.

"Así es", dijo Liam sonriendo. La piel de sus orejas y sus mejillas combinaba perfectamente con la llamarada de su cabello. "¡Estamos juntos!".

"Tú te lo pierdes", replicó Barbie, sacudiendo sus largas extensiones rubias sobre los hombros y desapareciendo entre la manada de zombis de ojos vacíos que se mecían al ritmo de la música.

"Gracias", dijo Liam con una sonrisa. "Me salvaste la vida".

"Supongo que ahora estamos a mano", respondió Eden en voz baja. "Gracias por ayudarnos a entrar".

A pesar de que no planeaba agradecerle nada, la verdad era que él la había salvado del inclemente frío de la calle.

"A veces ayuda ser desvergonzado, ¿no crees?", dijo él riéndose entre dientes y a ella le gustó.

Mientras el DJ cambiaba el ritmo de la música y tocaba una lenta balada, Eden vio por el rabillo del ojo que Simon y Olive se acercaban hacia la pista de baile. En ese momento, ella entró en pánico y de manera instintiva se arrojó a los brazos de Liam.

"Solo finge que eres mi novio, ¿de acuerdo?", dijo ella sonriendo, mientras sus ojos se volvían más brillantes a causa de las lágrimas que se esforzaba por contener. "Actúa como si estuvieras locamente enamorado de mí".

"¡Lo que tú digas, princesa!", respondió Liam, atrayéndola hacia él, mientras sus brazos rodeaban su cintura posesivamente. Eden estaba plenamente consciente de cada uno de sus movimientos, mientras se dejaban llevar por la música y aunque intentó ignorar el cosquilleo que recorría su cuerpo al contacto con el del pelirrojo, no tuvo éxito.

Ella había leído en alguna parte que se podía saber mucho sobre una persona por la forma en que bailaba. En ese momento, le pareció una gran verdad. Y también descubrió que aquello que había tomado por arrogancia, en realidad era la confianza que Liam tenía en sí mismo.

"¿Te parece que soy un buen novio?", preguntó él bajando la cabeza hasta que sus frentes se tocaron ligeramente. El cerebro de Eden le gritó que no se emocionara, cuando ella sintió la barba del chico rozándole la mejilla y provocándole unos deliciosos escalofríos.

"Eres tan bueno que si tu trabajo actual no está funcionando, podrías inscribirte en Rente-Un-Novio", respondió Eden mientras colgaba los brazos alrededor de su cuello, mirándolo fijamente a los ojos.

Con su espeso y ondulado cabello rojo, Liam le recordaba a Will Halstead de Chicago Med, uno de sus programas de televisión favoritos. Era demasiado apuesto como para no fijarse en él y si ella seguía por ese camino, solo sería cuestión de tiempo antes de que saltara directamente desde el sartén hacia las brasas.

"¿Existe tal cosa?", preguntó él, mientras levantaba las cejas y su rostro se iluminaba con curiosidad.

"No lo sé", respondió Eden riéndose, mientras echaba la cabeza hacia atrás. "Nunca había necesitado ese tipo de servicio".

'Hasta hoy', pensó con tristeza.

Permanecieron balanceándose durante cerca de tres minutos y como ella se sentía feliz de estar entre sus brazos, no se dio cuenta de que la canción terminó para dar paso a otra melodía y continuó moviéndose sin que él pareciera tener prisa por soltarla.

"Aparte de bailar con extrañas al azar, ¿por qué estás aquí esta noche?", preguntó ella, con una repentina curiosidad por él.

Ella suponía que el Crush sería un buen centro nocturno para simples mortales como ella, pero imaginó que los dioses asquerosamente ricos como él debían tener clubes privados a los que solo se podía entrar siendo el propietario de una tarjeta negra y saldos bancarios de ocho cifras.

Liam parecía esa clase de hombre, de hecho, todo en él lo decía. Desde su colonia amaderada, teñida con un leve toque de bourbon, pasando por sus ajustados jeans negros que combinaba con una camisa de mezclilla con botones, hasta sus tenis hechos a la medida. Definitivamente los había mandado a hacer, pues nunca había visto unos parecidos.

"Estoy celebrando mi última noche de libertad", murmuró él.

Por supuesto, pensó Eden. Eso explicaba su séquito de modelos de Calvin Klein. ¡Se trataba de su despedida de soltero! De inmediato, se sintió terriblemente mal por haber sido tan grosera con él en la calle. Si ella estuviera celebrando su última noche como mujer soltera tampoco querría desperdiciar la mitad de la noche esperando en una fila.

"¿Estás feliz?", preguntó recostando la cabeza sobre el pecho del pelirrojo. "¿Debo felicitarte?".

Él lanzó una risita y respondió: "No realmente. Pero así son las cosas. ¿Y qué hay de ti?".

"Vine para olvidar", respondió ella levantando la cabeza, mientras su corazón se le subía a la garganta al encontrarse con su intensa mirada. Si él continuaba viéndola de aquella forma, como si fuera la única mujer en el salón, sin duda llegaría el momento en que olvidaría toda su angustia y esa maldita tristeza.

"¿Qué deseas olvidar?", preguntó él buscando su rostro, como si ahí pudiera encontrar lo que escondían sus palabras.

"Todo", respondió Edén sonriendo entre lágrimas. "Ayúdame a olvidar, por favor".

Ella no sabía lo que estaba pidiendo, hasta que él levantó suavemente su barbilla haciendo descender su boca hacia la de ella en un beso ardiente. Durante aquellos minutos sin aliento, ella solo era consciente de aquel momento, de los brazos de Liam alrededor de su cintura y de cómo la estaba abrazando, mientras su lengua y sus labios la llevaban al borde de la locura.

Entonces, ella se entregó a él con avidez, deseando sentir todo el calor de su cuerpo. Tenía la complexión de un nadador, firme y tenso en los lugares correctos. Y eso a ella le gustaba.

Por un momento se visualizó a su lado. Definitivamente, el pelirrojo sería una buena opción si ella deseara establecer una nueva relación, aunque solo fuera por despecho.

Cuando salieron a tomar un poco de aire, Liam preguntó con su voz profunda: "¿Has olvidado?". Entonces ella se dio cuenta de que sus anhelantes ojos eran como un mar tormentoso.

"Casi", respondió Eden, sin aliento. Aunque él la llenaba de una irremediable excitación, ella sentía un miedo atroz, pues sabía que estaba a punto de cometer el que sin duda sería su mayor error hasta el momento. Pero luego de haber pasado los primeros veinticuatro años de su vida coloreando sin salirse de las líneas, lo único que había obtenido era un compromiso roto. Así que, por la única vez en su vida, deseaba ser audaz.

Cuando Liam la cogió de la mano para llevársela del Crush, ella les envió rápidamente un mensaje de texto a sus amigas, mientras esperaban al valet que les entregaría el Lamborghini del pelirrojo.

Y tan pronto llegó su auto, él sostuvo la puerta para que ella se subiera y ajustó su cinturón de seguridad. El cuerpo de Eden zumbaba con anticipación por lo que se avecinaba, aunque estaba muy asustada. La chica distinguió vagamente las calles por las que cruzaron a toda velocidad por Rock Castle, en dirección a una propiedad privada oculta y a salvo de los plebeyos como ella. Un ejército de guardias apostados en casetas de seguridad les abrió el paso sobre las barreras vehiculares que resguardaban esa zona confinada adonde él la estaba llevando.

De tal manera, él condujo a través de un camino largo y sinuoso hasta detenerse frente a un enorme portón negro de acero, que se abrió luego de que él oprimiera el botón de un pequeño control remoto que cargaba en el llavero.

Eden se quedó boquiabierta al contemplar la hermosa casa contemporánea construida en lo alto de la colina e iluminada por luces a ras del suelo que bordeaban el camino de entrada. La estructura, completamente blanca, con sus suaves líneas clásicas y acentos minimalistas, parecía sacada de una revista de arquitectura.

Al verlos llegar, un mayordomo y una fila de sirvientes ataviados con impecables uniformes blancos y negros salieron a recibirlos.

"Buenas noches, señor Anderson. ¿Desea que preparemos la cena?".

"No, gracias, Dave. Pueden tomarse libre el resto de la noche", respondió Liam, despidiéndolo.

Apenas si se había cerrado la puerta principal, cuando él la tomó entre sus brazos.

Sus besos fueron desenfrenados, sin reservas y más apasionados esta vez. Él la cargó y ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura, mientras ascendían por la escalera de vidrio y seguían por un largo pasillo, hasta que finalmente él la depositó sobre una gigantesca cama, cubierta por sábanas tan blancas como la nieve y tan suaves como la seda.

"¿Todavía quieres olvidar?", preguntó Liam, estampando ligeros besos en su cuello mientras la desvestía lentamente.

"Sí", respondió ella gimiendo febrilmente mientras le quitaba la ropa con torpeza. Estaba desesperada por olvidar las últimas seis semanas y derretir el hielo alrededor de su corazón.

Y eso fue precisamente lo que Liam hizo durante horas. La hizo olvidar con sus manos, gritar con su lengua y estremecerse al abrazar su cuerpo.

Si él no hubiera sido un extraño al que había conocido en esa noche loca, si no hubiera sido una aventura de una noche por despecho y ella no fuese su última noche de libertad, aquel ardiente encuentro habría sido perfecto para ser su primera vez.

"¿Has olvidado?", preguntó otra vez Liam, mientras yacían extenuados uno en los brazos del otro, con los cuerpos cubiertos de sudor.

"Sí", murmuró ella, dejando caer sus lágrimas sobre su pecho. Hubiera deseado que realmente existiera algo llamado Rente-Un-Novio. Si así fuera, lo pediría a él todo el tiempo.

Él se inclinó sobre ella y la besó con suavidad preparándose para tomarla otra vez, pero ahora utilizando movimientos finos y delicados, haciendo que sus audaces embestidas y sus caricias abrasadoras causaran que el mundo de Eden se derrumbara a su alrededor.

"¡Dios! Realmente eres hermosa, princesa", gruñó Liam, estremeciéndose dentro de ella.

Ella se aferró a él con desesperación cuando una nueva ola de placer la golpeó como un huracán, dejando tras de sí nada más que una devastación total.

"¿Estás bien?", preguntó él, mientras la besaba y la envolvía nuevamente entre sus brazos.

A Eden le tomó un tiempo dejar de temblar, pero él la mantuvo muy cerca de él, dejándola llorar y, cuando ella al fin estuvo segura de que no le quedaban más lágrimas, lo miró.

"Lo estoy ahora", mintió pensando que nunca volvería a estar bien.

No podría estarlo, sabiendo que Liam pronto se casaría. ¿Cómo podría si él se había adueñado de su cuerpo? Y ahora mismo se estaba apoderando de su frágil corazón.

            
            

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