Chapter 4
Después de publicar el comentario, Sofía eliminó a Alejandro de sus notificaciones especiales.
Aún quedaban algunos días. Usaría ese tiempo para sacarlo por completo de su corazón.
Cuando llegó a casa, la casa estaba vacía y fría.
Se cocinó un tazón de fideos. Mientras comía, recibió un mensaje de Camila.
"Alejandro y yo no volveremos esta noche".
El mensaje iba acompañado de una foto de una cena a la luz de las velas y otra de ellos juntos en la habitación de un hotel.
Los dedos de Sofía temblaron. Con calma, respondió: "Ok".
Apareció una notificación del chat de su grupo de preparatoria. Estaban planeando una fiesta de graduación.
Considerando que se mudaría al otro lado del país, decidió ir. Sería una despedida final para sus compañeros.
Alguien en el grupo mencionó a Alejandro.
"Recuerdo cuando Sofi se perdió en ese viaje escolar, el señor Garza voló de regreso de un viaje de negocios en el extranjero de la noche a la mañana para liderar la búsqueda. Es tan cariñoso".
La calidez del pasado era ahora un carámbano, haciendo que doliera respirar.
Simplemente respondió: "Él no vendrá".
No sabían que ella se había confesado y había sido rechazada. No sabían que él ya tenía a alguien más.
Esa noche, durmió inquieta.
Soñó con la primera vez que conoció a Alejandro. Tenía ocho años. Él la había mirado con indiferencia y se había dado la vuelta para irse.
Se despertó sobresaltada, con la cara mojada por las lágrimas.
Si él hubiera sido tan frío desde el principio, ¿habría reconocido la distancia entre ellos antes?
Pero lo más doloroso era haber recibido todo su afecto, solo para que desapareciera de la noche a la mañana.
Se levantó de la cama y vio la maleta llena de sus recuerdos.
Trece días para irse.
Decidió tirarlo todo, vaciar su corazón.
Arrastró la maleta escaleras abajo y se encontró con Alejandro y Camila, que acababan de llegar a casa.
Alejandro frunció el ceño.
-¿A dónde vas con ese equipaje?
-Me mudo a las residencias de la universidad -dijo con calma-. Son solo algunas cosas inútiles que voy a tirar.
Sin decir una palabra más, Alejandro le quitó la maleta y la arrojó a la pila de donaciones junto a la puerta. Aterrizó con un fuerte golpe.
El corazón de Sofía se hundió.
No le importaba en absoluto que la bolsa estuviera llena de regalos que él le había dado, con sus recuerdos compartidos.
Se volvió, su tono no dejaba lugar a discusión.
-No hay necesidad de mudarse a las residencias. Hablaré con tu director de carrera.
Ya solo pensaba en Camila. No le importaba en absoluto su futuro.
Subió las escaleras sin decir una palabra.
Escuchó a Camila preguntar en voz baja: "¿Está enojada?".
La fría respuesta de Alejandro siguió.
-Ya es una adulta. Necesita aprender a ser independiente.
Sofía se detuvo un momento en las escaleras, luego continuó caminando de regreso a su habitación.
Ya era una adulta. Caminaría su propio camino.