Hasta el último latido de mi corazón
img img Hasta el último latido de mi corazón img Capítulo 3 SERENA
3
Capítulo 6 KALEB img
Capítulo 7 SERENA img
Capítulo 8 SERENA img
Capítulo 9 SERENA img
Capítulo 10 SERENA img
Capítulo 11 SERENA img
Capítulo 12 SERENA img
Capítulo 13 SERENA img
Capítulo 14 SERENA img
Capítulo 15 SERENA img
Capítulo 16 SERENA img
Capítulo 17 SERENA img
Capítulo 18 SERENA img
Capítulo 19 SERENA img
Capítulo 20 KALEB img
Capítulo 21 SERENA img
Capítulo 22 SERENA img
Capítulo 23 SERENA img
Capítulo 24 SERENA img
Capítulo 25 KALEB img
Capítulo 26 KALEB img
Capítulo 27 KALEB img
Capítulo 28 KALEB img
Capítulo 29 SERENA img
Capítulo 30 SERENA img
Capítulo 31 SERENA img
Capítulo 32 SERENA img
Capítulo 33 SERENA img
Capítulo 34 SERENA img
Capítulo 35 SERENA img
Capítulo 36 KALEB img
Capítulo 37 SERENA img
Capítulo 38 SERENA img
Capítulo 39 SERENA img
Capítulo 40 SERENA img
Capítulo 41 SERENA img
Capítulo 42 SERENA img
Capítulo 43 SERENA img
Capítulo 44 SERENA img
Capítulo 45 KALEB img
Capítulo 46 KALEB img
Capítulo 47 Kaleb img
Capítulo 48 KALEB img
Capítulo 49 KALEB img
Capítulo 50 KALEB img
Capítulo 51 Kaleb img
Capítulo 52 KALEB img
Capítulo 53 KALEB img
Capítulo 54 Kaleb img
Capítulo 55 KALEB img
Capítulo 56 KALEB img
Capítulo 57 KALEB img
Capítulo 58 KALEB img
Capítulo 59 KALEB img
Capítulo 60 SERENA img
Capítulo 61 SERENA img
Capítulo 62 SERENA img
Capítulo 63 SERENA img
img
  /  1
img

Capítulo 3 SERENA

2

SERENA

Suena el timbre anunciando que por fin podemos irnos. Anoche estuve leyendo hasta tarde, y hoy apenas tengo energía. Cojo mis cosas y camino hacia el hospital privado cercano, que ya se ha convertido casi en mi segundo hogar. Por suerte, hoy me ha atendido Elias y no esa señora que parece una boxeadora profesional. Le doy un beso en la mejilla y salgo del hospital dando saltitos. Mi salud sigue igual, gracias a Dios no ha empeorado. Saco una manzana de la mochila, lista para darle un mordisco, pero justo cuando la acerco a la boca, me detengo.

Junto a un edificio algo apartado de la universidad, está él. El engreído. No está solo. A su lado hay otro chico, algo más bajo, que no es tan atractivo como... ¿he dicho que es atractivo? Seguro que son efectos secundarios de la medicación.

Me escondo tras un árbol, espiándolos. Todo es demasiado sospechoso. El idiota tiene una expresión seria que me da escalofríos. Esa seriedad me mata. Hablan en voz baja, muy baja. Por más que intento escuchar, no consigo entender nada. Pero pronto descubro el motivo de tanta discreción. El arrogante le entrega al otro chico un fajo de billetes bastante generoso, y recibe a cambio tres bolsitas transparentes con un polvo blanco. Drogas.

El cielo se me cae encima. ¿Está loco? ¿Suicida? ¿Qué más podía esperar de él? Pero... ¿por qué me importa? Ugh... tengo que detenerlo. No puedo permitir que alguien se destruya así. Es prácticamente un suicidio. ¿Cómo puede ser tan idiota?

Respiro hondo y me acerco con paso firme. No pienso en las consecuencias, solo en la rabia que me consume.

-¿De verdad vas a tirar tu vida a la basura por esta mierda? -digo, plantándome frente a ellos.

La mirada azul de Kaleb me congela como el mayor glaciar del planeta, pero es el otro chico, el desconocido, quien reacciona primero.

-¿Y tú quién coño eres, muñeca? Lárgate si no quieres problemas.

-Los problemas ya los tienes tú -le espeto, mirando las bolsitas en su mano.

El tipo da un paso hacia mí, su sonrisa se convierte en una mueca de asco. Me agarra del brazo con una fuerza que me hace gemir de dolor.

-Cierra la boca o te la cierro yo, permanentemente.

El pánico amenaza con paralizarme, pero antes de que pueda reaccionar, Kaleb se mueve como un rayo. Su mano se cierra en la muñeca del traficante, apretando hasta que los nudillos se le ponen blancos.

-A ella no la tocas -gruñe Kaleb, y su voz es más peligrosa que cualquier arma. Hay una posesividad animal en su tono que me hiela la sangre.

El traficante le mira, sopesando la situación. Ve los tatuajes, los músculos tensos, la promesa de violencia en los ojos de Kaleb, y suelta mi brazo.

-Como quieras, Thorne. Pero tu noviecita te va a costar caro. -Recoge el dinero del suelo y se larga, no sin antes lanzarme una mirada cargada de odio.

Cuando se va, el alivio dura menos de un segundo. Me doy la vuelta y me encuentro con toda la furia de Kaleb dirigida hacia mí. Parece a punto de explotar.

-Eres la mayor idiota que he visto. ¿Por qué coño te metes donde no te llaman?

-¿El suicida masoquista está enfadado? ¿Estás loco? ¿Quieres morir y no sabes cómo? -le grito, alzando la vista porque soy demasiado bajita. Me intimida, pero no lo dejo ver.

-¿Y a ti qué te importa? ¿Te miré una vez y ya te crees algo? ¿Te has enamorado?

-¡Ojalá, arrogante! Pero sí me importa, porque esto es suicidio, y no quiero tenerte en mi conciencia.

-Vete a la mierda -me dice, pasando junto a mí.

-Da gracias, porque si no, ahora mismo estarías...

-¿Pero tú estás loca? -se gira, furioso-. ¡Casi haces que te partan la cara! ¿Tienes idea de en cuántos líos te puedes meter?

-¿Y tú tienes idea de lo que pueden provocarte esas sustancias? ¿O te has quedado estancado en el nivel de estupidez?

Cada palabra que le lanzo lo enfurece más. ¡Eso es justo lo que necesita!

-Vete a leer tus novelitas románticas y deja mis problemas para mí, ¿entendido? -dice acercándose tanto que un escalofrío me recorre el cuerpo. Me tiemblan hasta los vellos de los brazos. ¿Por qué se siente así?

-Te estás metiendo tú solo en el barro -le digo con la voz entrecortada y la respiración descontrolada. Pero esta vez no es por la enfermedad... es por las emociones.

-Quizá quiero morir. ¿Tienes algún problema con eso?

-Claro que sí. Hay niños enfermos que darían lo que fuera por estar sanos como tú. Además, no quiero tenerte en mi conciencia.

-Si no me mato con drogas, puedo hacerlo de otras formas.

꧁ ❀ ꧂

Kaleb

Se me ocurre un plan y tengo intención de asustarla un poco. Esta chica seguro que ha crecido entre algodones, sin saber lo que son los riesgos ni los problemas reales. Frunce el ceño sin entender a qué me refiero ni hacia dónde quiero ir сon lo que he dicho. Entro en el edificio con ella pisándome los talones, murmurando cosas que solo ella entiende. Subimos tres pisos y ya no la veo detrás. Me detengo y miro por la barandilla. Está sentada en los escalones, con la mano en el pecho, sintiendo el corazón martillearle mientras intenta recuperar el aliento.

-¿Qué pasa, princesita? ¿Nunca has subido escaleras porque papi te lleva a hoteles con ascensor?

-Se llama falta de condición física, idiota. Y no, papi no tiene ascensores, tiene gente que me lleva en brazos.

Lo dice con ironía. Esta chica me saca de quicio y solo la conozco desde hace un día. Veo que le gusta ponerme apodos.

-Para cuando tú llegues arriba, yo ya estaré abajo... en una bolsa negra camino a la morgue.

-Eres un suicida de mierda.

Se levanta y sube deprisa. Yo ya estoy en la azotea, de pie en el borde, mirando hacia abajo.

-Como te tires, te mato yo antes -dice jadeando.

-No podrías hacerlo. Así que despídete mientras puedas.

Solo quiero asustarla. No tengo intención de matarme, pero me apetece jugar con ella. Ni yo sé de dónde me viene esta necesidad. Lo que me deja sin palabras es lo que hace a continuación. Se acerca, a solo un paso de mí, y puedo sentir su aroma femenino.

-Si tú te tiras, yo también lo haré -dice con una determinación que me deja helado.

-¿Por qué lo harías? -pregunto curioso.

-Como ya te dije, no quiero tenerte en mi conciencia. Y además, no tengo nada que perder.

Frunzo el ceño. ¿Qué quiere decir esta chica tan misteriosa?

-Vas a enfadar a papi, y tú, como buena niña, no quieres hacer eso.

-No tengo ni idea de qué problema tienes conmigo ni por qué metes a mi padre en cada conversación. ¿Has oído hablar de la vida privada?

-¿No debería preguntarte yo eso?

-Contigo no aplica.

-Me tiro sin ti -la provoco una última vez, dando un pequeño paso hacia el vacío.

Pero en lugar de lanzarse sobre mí, se queda quieta. Su desafío se desmorona y en su lugar aparece algo crudo, una vulnerabilidad tan brutal que me golpea con más fuerza que cualquier puñetazo.

-No te atrevas -susurra, y su voz es pura agonía-. No tienes ni idea. No tienes ni la más remota idea de lo que significa estar vivo.

Me quedo paralizado por la intensidad de su voz, por el dolor puro que emana de ella.

-Hay gente que daría cualquier cosa, que vendería su alma, solo por un día más. Un puto día más. ¿Y tú vas a tirarlo todo a la basura solo para jugar conmigo?

Sus palabras me caen encima como una losa. El juego se ha acabado. De repente, mi teatro se siente patético, infantil. Ella no está jugando. Ella está hablando de algo real, algo que yo no entiendo. ¿Por qué le importa tanto? ¿Qué coño le pasa?

Doy un paso atrás, alejándome del borde. La miro, y por primera vez no veo a la estirada, a la sabelotodo. Veo a una chica que está rota de una forma que ni siquiera puedo empezar a comprender.

Me paso una mano por la cara, sintiéndome como un completo gilipollas.

-Estaba bromeando -digo, pero mi voz suena hueca, falsa-. No iba a matarme.

La chica normal, la que me caía mal, ha desaparecido. Ahora está la loca. Me da un puñetazo en el pecho y se levanta de encima de mí.

-Debería ponerte "idiota" en la frente.

-Y a ti "loca"... o "loca por mí" -me río mirándola divertido.

-Ojalá. No voy a ser una más en tu colección.

-¿Quién ha dicho que es lo que quiero?

-Me voy. No puedo hablar contigo.

Se marcha enfadada, cerrando la puerta de golpe. Va a caer rendida a mis pies como todas. Solo necesita mostrar su verdadera cara de niña débil.

꧁ ❀ ꧂

Unas horas más tarde estoy en una fiesta de fraternidad. Es aburrida. Hay chicas buenísimas, pero no sé por qué demonios no tengo ganas de ninguna. Solo esa mimada loca me ronda la cabeza. Me aburro, y mi mente vuelve a ella... a cómo volver a molestarla. No sé por qué siento la necesidad de provocarla.

-¿Solito, guapo?

A mi lado se sienta una morena explosiva con curvas de infarto.

-Ahora contigo, preciosa.

Le guiño un ojo y sonrío con picardía. Enseguida me arrastra a un beso ardiente. Subimos a una habitación.

Me subo los pantalones, dejando a la chica en la cama. Ha estado bien para satisfacerme, pero era demasiado... floja.

-¿Ya te vas, cariño?

-Que te haya follado una vez no significa que seamos pareja. Suerte con el siguiente, espera su turno.

Salgo dando un portazo y bajo al grupo del salón.

-Buena la morena -dice William.

-Toda tuya si quieres.

-Eso quería oír -se levanta con una sonrisa y va directo a por ella.

-He estado hoy en la residencia -dice Val, bebiendo cerveza-. La chica nueva es maja y muy tranquila.

¿Habla de la loca remilgada con la boca más grande que tres mansiones?

-Esa no es tranquila ni muerta -digo sonriendo con los demás.

-Es una chica de verdad. Y la primera que te ha rechazado, Kaleb.

Aprieto la mandíbula con fuerza, probablemente por orgullo herido. Es cierto, solo ella me ha plantado cara y me ha rechazado una y otra vez sin miedo. Y eso me hace querer conquistarla aún más. Pero no quiero conquistarla. Está buena, sí. Pero es demasiado bajita para mí, parece una empollona y se viste demasiado recatada para mi gusto. Me haría quedar en ridículo si saliera con ella de la mano. Nunca he salido con una chica de la mano, y con ella no lo haría.

Aunque tiene ese pelo negro en el que me gustaría enredar los dedos, esos labios carnosos y rosados que me dan ganas de morder, ese aroma femenino, esos ojos grandes de un color único, entre verde y azul... Aun así, no me atrae tanto. Normalmente no me importa lo que piense la gente, pero con ella... no quiero que nos vean demasiado cerca.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022