Capítulo 6 La heredera

Estefanía se apoyó, cansada, en el mostrador, con una expresión sombría.

A su alrededor, las recepcionistas cuchicheaban con desdén. "Las mujeres de hoy en día solo quieren trepar socialmente, sin darse cuenta de su propio valor".

"Sí, es irritante ver cómo todas se aglomeran aquí solo para llamar la atención del señor Howard".

"Algunas se creen especiales, sin embargo, son todas iguales. Solo tienen ojos para un hombre guapo y rico. Vienen corriendo a nuestra empresa, esperando sin una pizca de vergüenza".

Estefanía apretó la mandíbula por frustración.

De repente, el ascensor sonó y un hombre bien vestido salió, seguido por un grupo de colegas.

"Señor Howard, la reunión aún no termina. Por favor, revise mi propuesta".

"Señor Howard, no podemos detener el proyecto. ¡Está valuado en miles de millones!".

"¡Espere, señor Howard!".

Antes de que pudieran llegar hasta él, las mujeres sentadas cerca se abalanzaron, rodeando a Corbin.

"¡Fuera!".

"¡Seguridad, saquen a estas mujeres!".

Reaccionando rápidamente al alboroto, las recepcionistas llamaron a seguridad para que interviniera.

Una de las recepcionistas se percató de que Estefanía seguía allí y le preguntó con rudeza: "¿Qué sigues haciendo aquí? ¿O quieres que la seguridad te saque?".

Estefanía resopló y gritó: "¡Corbin!".

"¡No te pases! ¡Seguridad, por aquí! ¡Se nos escapó una!", exigió la recepcionista.

Finalmente, Corbin se fijó en Estefanía entre la multitud. La furia evidente en su intensa mirada hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.

Corbin se apresuró a acercarse, con una expresión aduladora. "¡Cielos! ¡Por fin has vuelto!".

Las mujeres se quedaron boquiabiertas. ¿Corbin, conocido por sus costumbres libertinas, actuando de repente tan sumiso ante una desconocida?

Los hombres que lo rodeaban estaban igual de atónitos. ¿Corbin, el tirano despiadado de la empresa, cediendo inesperadamente ante otra persona?

Estefanía lo miró con frialdad y, en un tono poco amistoso, dijo: "Puede que no haya estado presente físicamente, pero parece que has estado manejando la empresa... bastante bien".

Corbin sacudió la cabeza. "No tengo nada que ver con esas mujeres. Es solo mi encanto...".

"Basta. Primero, limpia este vestíbulo. Parece una discoteca". Estefanía no podía soportar más ese caos.

Corbin asintió con obediencia. "Seguridad, saquen a estas personas y desháganse de ese sofá".

Con la orden de Corbin, el personal de seguridad rápidamente escoltó hacia la salida a las mujeres ligeramente vestidas.

Estefanía fulminó con la mirada a las dos recepcionistas muy maquilladas. "Las recepcionistas representan la imagen de la empresa. Si no pueden tratar con los visitantes con profesionalismo, me pregunto cómo las contrataron en primer lugar".

Corbin señaló a un hombre de Recursos Humanos y dijo: "Despide a estas dos y busca reemplazos. A partir de ahora, aplicaremos un sistema de citas formal. No se permitirá la entrada a personas no autorizadas en el vestíbulo".

El jefe de RR. HH. asintió con vehemencia. "¡Entendido!".

"¿Por qué...? ¿Por qué nos despiden? ¿Y quién eres?", protestaron las recepcionistas, aún incrédulas.

"Permítanme presentarla. Ella es Estefanía Gilbert, hija de Larry Gilbert y heredera del Grupo Acme". El tono de Corbin fue inusualmente serio, y no se dirigía solo a las recepcionistas, sino también a los hombres que estaban detrás de él.

Las recepcionistas se quedaron atónitas. La heredera... Habían ofendido a su verdadera jefa.

En la sala de reuniones, Corbin tomó la palabra.

"Sé que tienen preguntas. Ahora que ella está aquí, puedo responderlas. He estado al frente del Grupo Acme en su nombre. A partir de hoy, la señorita Gilbert asumirá gradualmente el control. Todos los asuntos y proyectos pendientes serán decididos por ella una vez que se complete la transición".