Apenada, bajo la mirada y busco en mi mente las palabras adecuadas para disculparme por lo ocurrido y que no era mi intención dormirme sobre su hombro. Una vez que tengo en mente lo que le diré, abro un poco la boca, tomando una ligera bocanada de aire.
-¿También tienes sueño? Es normal, ya es tarde y bueno, todas tenemos cosas que hacer mañana ¿no? yo, por ejemplo, tengo que ayudar a mis padres a cuidar de los animales de la granja y a preparar algunas cosas antes del festival- Me rasco un poco la nuca y me río entre dientes, esperando a que ella reaccione. -Ojalá esto termine pronto ¿No crees?
Escucho como alguien carraspea la garganta y enseguida miro al frente, topándome con unos enormes ojos morados, que me miran con suma atención, su mirada me ha dejado tan impactada como hipnotizada; debo admitir que, de cerca, el rey es un hombre realmente apuesto y de buen ver, me impresiona que no haya contraído matrimonio antes. Al darme cuenta de que lo he estado ignorando todo este tiempo, le dedico una sonrisa nerviosa y agacho la cabeza, esperando a que no se enoje por mi comportamiento inapropiado.
-Lo siento mucho... n-no me había percatado de su presencia.
-Me di cuenta- Responde en un tono suave y ligero.
Repentinamente, siento como un bostezo se acerca y trato de contenerlo con todas mis fuerzas, pero es en vano ya que se me termina escapando y eso no es lo peor, son de esos bostezos muy ruidosos, esto hace que me ponga mucho más roja por lo ocurrido. Seguramente he ofendido al Alfa por mi actuar, pero no lo hice apropósito, de verdad estoy que me muero de sueño.
-¡L-Lo lamento mucho, majestad! - Exclamo con fuerza, pero en realidad parece que estoy gritando como una loca. -Sé que a usted no le importa ni nada, pero...- Atisbo la mirada hacia él. -Es que, son mis horas de dormir y como me tengo que levantar muy temprano- Le miro con nerviosismo y apenada. -¡Pero no quiero decir que sus asuntos no sean importantes! Claro que lo son... yo solo digo que...- Me quedo callada al darme cuenta de que he vuelto a meter la pata. -Yo sé que usted tiene energía suficiente para seguir en pie tan tarde, aunque sea alguien grande... ¡Pero no estoy diciendo que usted sea un viejo, claro que no!
A lo lejos, escucho unas risitas, debo estar dando un espectáculo vergonzoso y no es para menos que se estén riendo de mí, como me hubiera gustado esconderme en el bosque, pero como bien dijo mi padre, los hombres lobos tienen un excelente olfato y solo hubiéramos creado problemas a lo gratis.
De lo avergonzada que estoy, pongo mis manos sobre mi rostro, deseando que la tierra me trague de una vez por todas y que no me deje salir nunca, lo he echado todo a perder y eso no es lo peor, lo peor es que, muy probablemente, he dejado en vergüenza a mis padres, dándole a entender al rey que ellos son unos padres muy pésimos para criar a una hija, aunque la realidad sea otra.
-¿Piensas que soy viejo? - Su voz es suave y delicada.
Levanto un poco la mirada, confundida por lo que acabo de escuchar y no me refiero a su pregunta, sino al tono de su voz, la verdad es que creí que me iba a gritar o que me regañaría por la sarta de babosadas que dije sin pensar.
-Sí creo que sea grande, demasiado diría yo- Abro los ojos de par en par y me doy un golpe en la frente, como bien lo dije... hablo sin pensar y cuando me doy cuenta de la tontería que hice, ya es tarde. -¡Digo, es usted alto! Sí, eso... alto.
Me dedica una sonrisa galante y niega suavemente con la cabeza, parece ser que mis desvaríos y torpeza le divierten, pero, ¿Por cuánto tiempo? espero que el suficiente para que me deje volver a mi casa con mis padres en una sola pieza. Da un paso hacia mí, manteniendo esa postura firme e imponente.
-No me refería a mi estatura, me refería a mi edad ¿De verdad crees que soy viejo?
Ladeo un poco la cabeza, pongo mi espalda recta y miro con atención al rey, no veo ni una sola cana sobre su cabellera negra y abundante, tampoco tiene ni una sola arruga en su rostro, de hecho, se ve bastante joven, como para pensar que tiene unos treinta años, quizás veintiocho. Mis ojos recorren todo su ser y una vez que tengo mi veredicto, ladeo la cabeza a la derecha.
-No aparenta tener... no sé cuántos siglos tenga de edad, pero si se ve grande- Vuelvo a encogerme en mi lugar. -¡Si se compara conmigo, si es grande! Pero si se le compara con otros, ¡claro que no!... creo- Susurro al final.
Su mirada sigue siendo suave y relajada, no aparenta haber enojado, de hecho... de verdad parece que disfruta de mis tonterías, creí que se enojaría por decir tantas brutalidades en poco tiempo, menos mal que no es el caso. Carraspeo un poco la garganta y acomodo la falda de mi vestido, rompiendo el contacto visual, que me estaba empezando a poner más nerviosa y eso no es bueno para mí.
-Me siento aliviado de que seas completamente honesta conmigo.
Levanto un poco la mirada y veo que ha llamado a alguien, le dice algo para después regresar la vista a mí, dedicándome una amplia sonrisa. Creo que ha dada por terminada la conversación ya que el señor que nos ha acompañado, que sospecho que es el amo de llaves, nos pide que nos retiremos.
Empiezo a caminar, pero el rey me toma del brazo con firmeza, impidiendo que siga avanzando, volteo a verlo, confundida por su acción, sin darme explicaciones, tira de mi suavemente, indicándome que lo siga y eso hago. Trago saliva con dificultad, espero no me encierre en un calabozo y me haga pasar toda la noche ahí... seria horrible.