Me casé con el hombre al que llamaban indeseable
img img Me casé con el hombre al que llamaban indeseable img Capítulo 6 ¿Qué preparaste de comer
6
Capítulo 7 Nada que ocultar, ¿verdad img
Capítulo 8 ¿Podrías perdonarme img
Capítulo 9 ¿Ya te reconciliaste con los tuyos img
Capítulo 10 David y yo terminamos img
Capítulo 11 ¿Olvidaste tus llaves img
Capítulo 12 ¡Aléjate de mí! img
Capítulo 13 ¿Te preocupas por mí img
Capítulo 14 ¿Piensas abandonarme img
Capítulo 15 ¿Quieres ir a mirar img
Capítulo 16 Debo ir a casa img
Capítulo 17 ¿Con quién te vas a ver img
Capítulo 18 Jamás sería infiel img
Capítulo 19 Me vi con ella img
Capítulo 20 ¿Esa no es tu esposa img
Capítulo 21 Me echaron img
Capítulo 22 ¿No habías terminado por hoy img
Capítulo 23 La evidencia img
Capítulo 24 La marca oculta img
Capítulo 25 Ella te escucha img
Capítulo 26 Este es mi salario del mes img
Capítulo 27 Como de la familia img
Capítulo 28 ¿Me estás ocultando algo img
Capítulo 29 ¡Esta es mía para siempre! img
Capítulo 30 Sophie, la novia sustituta img
Capítulo 31 ¡Ahora estamos a mano! img
Capítulo 32 No te resistas img
Capítulo 33 ¿Por qué te disculpas img
Capítulo 34 Tírala por mí img
Capítulo 35 Lo cuidaré por ti img
Capítulo 36 ¡Un fin de semana salvaje! img
Capítulo 37 ¿No sabías que había vuelto img
Capítulo 38 Ella sabe nuestro secreto img
Capítulo 39 El chef inesperado img
Capítulo 40 ¿No ha empezado a hacer preguntas img
Capítulo 41 ¿En qué las puedo ayudar hoy img
Capítulo 42 Probablemente es una réplica img
Capítulo 43 ¿Dónde está tu anillo de bodas img
Capítulo 44 Mi apellido también empieza con K img
Capítulo 45 No quiero cargarte más img
Capítulo 46 ¿Me lo devuelves ya img
Capítulo 47 La que buscaba img
Capítulo 48 El mejor material img
img
  /  1
img

Capítulo 6 ¿Qué preparaste de comer

Sophie recobró la compostura de inmediato. Ah, sí, ahora estaba casada de verdad. Eso era lo que hacían los esposos, ¿no?

Las palabras se le atascaron en la garganta. "Yo...", murmuró, retorciendo la sábana entre los dedos.

Adrian notó su vacilación y había algo casi juguetón en la forma en que la estudiaba. Con una sonrisa aún más grande, él le preguntó: "¿No quieres tener relaciones conmigo?".

Luego acortó la distancia hasta que el frío de su máscara quedó a apenas un centímetro de ella. "¿Es porque tengo cicatrices?".

"¡No es eso!", soltó Sophie, con la voz entrecortada antes de quedarse en silencio.

En su corazón, se aferraba a la idea de que el amor tenía que venir primero, que compartirse con alguien significaba algo más. Todos los cuentos de hadas que había leído de niña, con sus príncipes, almas gemelas y finales felices, le habían llenado la cabeza de esperanza.

Pero la vida real no se parecía en nada a esas historias. De hecho, David había traicionado su confianza, y ahora estaba ligada a un hombre que ocultaba su rostro del mundo. Quizás los cuentos de hadas solo eran para niños.

Tragando saliva con fuerza, se obligó a inclinarse hacia adelante y rodeó el cuello de Adrian con sus brazos temblorosos. Cuando el hombre miró hacia abajo y vio que Sophie estaba pálida y que sus pestañas temblaban, su expresión se volvió indescifrable de repente. Pero antes de que ella pudiera acercarse más, él le puso una mano en el hombro, deteniéndola con suavidad y le dijo con voz fría y firme: "No obligo a nadie a hacer cosas que no quiere. Dormiré en el sofá".

La soltó y, sin decir nada más, caminó hacia la sala.

...

Cuando el amanecer se coló por la ventana, Adrian ya estaba despierto, frotándose la frente, perdido en sus pensamientos. Al otro lado de la habitación, Sophie ponía los platos para el desayuno, moviéndose en silencio.

Cuando él por fin se incorporó, ella lo miró de reojo, insegura. Adrian era tan alto que apenas cabía en ese sofá. Pero al instante desechó su preocupación; al fin y al cabo, él había elegido voluntariamente dormir ahí.

"Ya te levantaste. Ven a desayunar antes de que se enfríe", dijo Sophie. Luego señaló un traje planchado impecablemente que colgaba por ahí cerca. "Me aseguré de que tu ropa estuviera lista".

Adrian le dio las gracias en voz baja y apartó la manta para empezar a vestirse. Desconcertada, la joven se dio la vuelta rápidamente, preguntándose por qué él no se cambiaba en el baño.

Intentando llenar el silencio, dijo: "No me atreví a meter tu traje en la lavadora, así que lo llevé a la tintorería". Sabía muy bien que la ropa de diseñador merecía algo mejor que un centrifugado.

Mientras se abotonaba la camisa, Adrian hizo una pausa, visiblemente incómodo ante la idea de que su traje estuviera junto a la ropa de un montón de desconocidos en una tintorería pública. En casa, un equipo de profesionales se encargaba de todo con precisión. Aun así, después de una breve vacilación, siguió abotonándose la camisa en silencio.

"¿Qué preparaste de comer?", preguntó él finalmente, con la voz todavía ronca por una noche en el sofá.

El olor de algo delicioso en la cocina lo hizo sentir más hambriento de lo que quería admitir.

"¡Pasta!", respondió Sophie, sonriendo, mientras se giraba con un plato en la mano.

Pero su confianza duró solo un segundo, ya que el plato se le resbaló de las manos y la pasta, con la salsa, aterrizaron sobre Adrian, quien había aparecido detrás de ella sin hacer ruido.

Por un momento, Sophie se preguntó si ese hombre tenía alas. ¿Cómo se movía tan silenciosamente?

"¡Ay, Dios mío, lo siento muchísimo!", soltó ella. Luego agarró una servilleta e intentó limpiar la salsa que había manchado su chaqueta.

No podía creer su mala suerte. El traje estaba impecable solo unos minutos antes, y ahora estaba hecho un desastre de nuevo.

Adrian recibió lo peor directamente en el pecho y la mandíbula, y la salsa le manchó la máscara negra que nunca se quitaba. Al verlo hecho un caos, la joven le limpió la barbilla suavemente y notó las salpicaduras de salsa naranja en la máscara.

"Si quieres, puedo ayudarte a quitarte la máscara y limpiarla bien", dijo ella, con voz apenada y llena de preocupación.

                         

COPYRIGHT(©) 2022