La puerta se cerró y Vasti se quedó mirando la madera, incapaz de moverse. ¿Qué acababa de pasar? Vasti recordó por qué había despertado temprano y miró su celular. Si quería visitar a su abuela y no llegar tarde al trabajo, ¡tenía que estar lista en quince minutos!
Corrió al baño -asegurándose de cerrar con llave muy bien. ¡El hombre del otro lado del cuarto no era de fiar!-, se puso un vestido, tacones, se cepilló los dientes y el cabello, y salió del cuarto.
Adonis sostenía una taza de café. Nunca había preparado café para una mujer, ya que normalmente despertaba después de una noche loca y se iba. Ahora estaba ahí, sin siquiera haber dormido con la dueña del departamento.
"Ella me rechazó...", recordó con amargura. Aun así, después de pasar la noche dando vueltas en la cama, Adonis se levantó, corrió, se bañó y fue hasta la casa de Vasti. Por suerte, la puerta estaba abierta y, cuando llamó preguntando si podía entrar, ella dijo que sí. Claro que él no era imbécil y sabía que ella estaba dormida. Solo que no le importó. Ella había dicho "sí", al fin y al cabo.
Su idea era preparar el café para ella, besarla, conversar mejor y, quién sabe, jugar un poco antes de irse a la oficina. Era temprano.
"¡Debo estar perdiendo la cabeza!", pensó mientras preparaba el café. ¿Por qué querría jugar con ella? Su cerebro le advertía que esa mujer era diferente y que terminaría casado. "¡No me voy a casar!"
Al ver a Vasti toda vestida, recorrió su cuerpo con la mirada.
"¡Y es por eso que estamos aquí!", pensó, sonriendo y extendiéndole una taza de café a la bella mujer. No esperaba que ella se pusiera ropa de trabajo, sino que quizá se pusiera una camisola o algo así. ¿Quién sabe?, tal vez para seducirlo.
-No, no. Vámonos. ¡Estoy atrasada! -Vasti parecía impaciente y Adonis frunció el ceño al mirar su reloj de pulsera.
-Aún tenemos mucho tiempo. No vamos a llegar tarde. Come...
-Tú no vas, yo sí. Necesito ir a un lugar antes del trabajo. ¡Vamos! -pidió ella, angustiada, ya cerca de la puerta. Adonis dejó la taza sobre el fregadero al darse cuenta de que no valía la pena intentar convencerla.
-Te llevo -dijo, pero Vasti negó con la cabeza.
-No. No hace falta. Solo necesito que salgas conmigo para poder cerrar la puerta -ya estaba perdiendo la paciencia. Adonis decidió no discutir. Bajaría con ella y, una vez abajo, la llevaría al auto.
"Una pena, de verdad. Sería tan bueno un calentamiento matutino en el asiento de atrás..."
Él pasó a su lado y llamó el elevador mientras ella cerraba la puerta.
-Es mejor que cierres bien. Este edificio no es muy seguro -dijo Adonis, y ella le lanzó una mirada fea. Él rió-. ¿Y estoy mintiendo? Cualquiera entra aquí.
Vasti quería decir varias cosas, pero optó por quedarse callada. No tenía tiempo para discusiones. El elevador llegó rápido, ya que aún no era hora pico. Entraron y se quedaron en silencio. Adonis miró de reojo hacia Vasti. Ella estaba demasiado nerviosa para prestarle atención.
Una vez en la recepción, Vasti miró al portero, pues aún no había hecho cambio de turno.
-Hablamos después, Sr. Parsley.
El hombre miró a Adonis, que solo negó con la cabeza, como regañándolo. El portero no lo podía creer.
"¡Qué hombre tan descarado! ¿Va a echarme la culpa a mí?"
-Ven, el auto está ahí.
-Ya te dije que no quiero que me lleves -respondió ella, tomando la dirección contraria-. ¡Gracias de todos modos!
-¿A dónde diablos vas que yo no puedo llevarte? -preguntó él, sujetándole el brazo.
-¡Al paradero del autobús! Ya va a pasar. Tengo que irme o lo voy a perder -reclamó, intentando soltarse. El paradero quedaba muy cerca. Unos pasos más y llegaría. Adonis la jaló hacia sus brazos y la besó con intensidad. Vasti quedó presa del beso, incapaz de resistirse. Cuando él la soltó, ella escuchó el autobús pasando. Lo miró, boquiabierta.
-Hmm, creo que perdiste tu autobús... -él fingió hacer un puchero de pesar, mirando el autobús que ya se alejaba.
-Yo... ¡No puedo creer que hiciste eso a propósito! -exclamó ella, conteniendo las ganas de darle un buen golpe.
-¿Quieres que te lleve ahora? -preguntó. Y si no fuera porque realmente lo necesitaba, Vasti le habría dicho que se metiera su aventón donde no le diera el sol.
"No, no le habría dicho eso. Sigue siendo mi jefe. Hasta que encuentre otro empleo, no puedo hacerlo. ¡Solo mentalmente!"
Vasti puso los ojos en blanco y pasó junto a Adonis, dirigiéndose al auto de él.
-¿A dónde? -preguntó él mientras encendía el motor.
-The Royal Marsden -respondió Vasti, sin mirarlo mucho. A él le pareció gracioso su mal humor, porque él estaba muy contento de haber ganado por lo menos una vez.
-Es un buen hospital. Principalmente en el combate al cáncer -dijo Adonis, frunciendo el ceño. ¿Estaría enferma Vasti?-. ¿Vas a visitar a alguien?
-Ajá -respondió ella nuevamente, sin mirarlo.
-¿A quién?
Vasti lo miró con la boca torcida.
-No creo que eso sea de tu incumbencia, ¿no? -dijo, y Adonis se contuvo para no recordarle que estaba en su auto, aprovechando su aventón. Pero no lo hizo, considerando que ella estaba ahí porque él la había hecho perder el autobús a propósito. Así que no estaba haciendo favores, realmente.
Recordar que la noche anterior tuvo que "aliviarse" dos veces, y ni el agua fría lo ayudó, hizo que Adonis se sintiera frustrado. Incluso había ido a la casa de ella para prepararle el desayuno y ella estaba ahí, actuando como si él fuera su enemigo.
"Ni un maldito gracias. ¡Ni un poquito de apreciación!", se quejó internamente. "Pero vas a pagar, señorita Phillips. Cuando te ponga de rodillas, vas a pagar caro. Empezando por esa boquita respondona."
Estaba decepcionado porque no lograba entender sus propios motivos. ¿Qué veía en esa mujer? Sí, era hermosa, tenía el cuerpo exactamente como le gustaba, no tenía un solo defecto. Pero mujeres bonitas había visto muchas. Y probado también.
"¿Será que el problema es que ella me rechazó?", se dijo. Pero... no estaba tan seguro de que, después de tenerla una vez, no quisiera tenerla otra vez.
Cuando le mandó el mensaje sobre la braga, no creyó que ella no supiera quién era él. Heidi seguramente había pasado los documentos a Vasti y ahí estaba el número de celular de él. Se sorprendió cuando, aparentemente, ella no había aprovechado eso para agregarlo a sus contactos. Estaba impresionado, en realidad.
Por ese motivo, sintió que podía acercarse a ella. Ella no parecía querer nada de él, excepto el trabajo -y unos besos ricos, aunque dijera que no-. No se le insinuó, solo reaccionó a los estímulos que él provocó. Vasti Phillips no estaba tratando de aprovecharse de él.
Hacía tiempo que Adonis no sentía esa confianza en una mujer. Especialmente después de lo que había pasado con Greta. Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos. Pensar en Greta era terrible.
Miró a Vasti. ¿Tendría novio y lo iba a visitar? ¿Sería un enfermero? ¿Un médico? Vasti era demasiado bonita para estar soltera. ¿Sería ese el motivo de que estuviera tan molesta con él?
"No, iba a acostarse conmigo... ¿y es virgen? ¿Quién es el idiota que sale con una diosa así y no hace nada con ella?"
-¿Eres soltera? -preguntó él.