Capítulo 4 Hospital

Ethan se acercó a su hermano con cara de pocos amigos, humillar a Celeste de esa manera era demasiado, se comportaba como un maldito cobarde.

-Como pudiste hacerle algo como eso a tu esposa -le reprocho molesto.

-Mi matrimonio no es de tu incumbencia lo sabes, -respondió con arrogancia.

No le importaba en lo absoluto lo que pasara con Celeste.

-Eres un completo imbécil. Algún día te arrepentirás de lo que hiciste.

-No me importa en lo absoluto, no la amaba, era un lastre en mi vida, un dolor de cabeza, ya me deshice de ella y estoy feliz.

Ethan sin pensarlo dos veces le lanzo un golpe al rostro a su hermano, este cayó al suelo de manera pesada. Lo escucho maldecir como loco, se dio media vuelta y abandono el hotel, estaba preocupado, llamo a Celeste una y mil veces, pero ella no respondió.

Quería estar hay para ella, abrazarle y decirle que no estaba sola.

Al salir observo la ambulancia marcharse a toda prisa, las personas murmuraban asustadas.

Subió a su auto y abandono el sitio, no pensaba apoyar a su hermano, estaba siendo un canalla.

Mientras tanto, Greta atendía una llamada importante en un área aportada, quería asegurarse que el trabajo estaba hecho. Era la única manera de tener paz. Vivía estresada, pensando que podía perderlo todo en cualquier momento y eso no sería justo. Su hija debía de ser la única heredera.

-El trabajo que solicito este hecho señora Clark.

Una sonrisa maligna asomo en los labios de la mujer. Celeste ya no sería un maldito dolor de cabeza, podía vivir en paz por el resto de sus días.

-Le enviare su pago. Gracias por sus servicios.

Entro a su cuenta bancaria y realizo la transacción, esa estúpida debía de estar en el maldito infierno con su madre, toda la herencia le pertenecía a su amada hija, como debía de ser, -por los hijos una madre es capaz de cualquier cosa -pensó para sí misma con orgullo.

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Max Spencer miraba los titulares con rabia, no podía creer la estupidez que había cometido su nieto.

La puerta se abrió, lo observo entrar con absoluta confianza, como si no estuviera liderando las portadas de los diarios con tremendo escándalo.

-Quiero una explicación.

-No pienso disculparme, tampoco pienso darte explicaciones de mis actos.

El hombre le lanzo los diarios al rostro al joven.

-Cuanta arrogancia, sino cambias será tu perdición, te equivocaste, pero no te lo diré yo, de eso se encargará el tiempo. Ahora largo.

-Yo jamás me equivoco abuelo -respondió dándose la vuelta para marcharse.

-Si tu hermano no se negara a tomar el puesto, tú no estarías allí. No eres digno.

Antonio salió de la oficina, su hermano era un inútil sin visión que jamás tomaría el puesto de CEO.

No pensaba disculparse, no ama a su Celeste, lo más obvio era divorciarse lo antes posible. No pensaba continuar con esa farsa y jugar a ser la pareja perfecta.

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Celeste se removió en la cama sus ojos se abrieron lentamente, el olor a desinfectante llego a su nariz, parpadeo una y otra vez para acostumbrarse a la luz.

Estaba en un hospital, se sentó de golpe, su garganta estaba seca, no había nadie con ella, fragmentos, de lo sucedido llego a su mente.

Su corazón se estrujo de dolor, intento levantarse de la cama, tenia de hablar con su esposo.

No podía esperar más.

-No deberías de hacer eso.

Se giro y observo a su cuñado entrar a la habitación con su bata blanca, era tan idéntico a Antonio.

Era una tonta por pensar en su esposo, la persona que más daño le había hecho.

Pero en algunas ocasiones las personas eran muy estúpidas que se dejaban a lo último, y ella era una de esas personas.

-¿Dónde está mi esposo? -pregunto con un nudo en la garganta.

Ethan la miro con tristeza, no podía mentirle, era su doctor en ese momento.

Debía dejar los sentimientos de lado.

-No deberías pensar en Antonio, debes de preocuparte por ti en este momento.

Ella negó con la cabeza. Ethan no comprendía la magnitud del problema, debía de arreglar las cosas con Antonio. Quizás solo estaba confundido.

-Debe de estar preocupado, debo irme.

Intento levantarse, pero Ethan lo evito.

Celeste era demasiado buena, para que la vida le pagara de esa manera tan cruel.

-Tienes tres semanas de estar en el hospital; él solo hizo acto de presencia una vez para dejar esto, -le mostro un documento en la mesita de noche.

Celeste miro el documento con atención y su corazón se rompió a pedazos, era el divorcio, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, sin que pudiera detenerlas, se llevó las manos al pecho un grito abandono sus labios.

Pensó que si hablaban las cosas se arreglarían, pero estaba equivocada. Acaso no sentía el mismo amor que ella.

-Lo siento mucho -murmuro Ethan.

¿Por qué el amor debía de doler tanto? -se preguntó Celeste, acaso la vida la odiaba para darle tal destino. Como su esposo había sido capaz de traicionarla de esa manera, ella se había dedicado a su matrimonio, a él.

Abandono sus estudios, sus sueños para entregarse a un matrimonio que solo le causaba sufrimiento.

Se llevo las manos al rostro, Nicole la había traicionado de la peor manera, nadie pensaba en ella, en sus sentimientos, entonces lo comprendió, su familia no la amaba.

Ella se había aferrado a las personas que compartían su misma sangre, en el fondo de su corazón pensó que sentían, aunque sea un poco de cariño, pero no era así.

Debía de llorar, debía de sacarlo todo. Lo había intentado tanto tiempo, había intentado ganarse el amor de su familia una y otra vez, estaba cansada. Agotada de seguir luchando contra corriente.

La puerta se abrió, Salma Rodríguez, la mejor amiga de Celeste, ingreso con un café en sus manos, al ver a su amiga despierta, soltó todo y corrió a abrazarla, podía escuchar que estaba sufriendo, Ethan abandono la habitación.

-Se comprometió con mi hermana -sollozo -como pudo. Yo no le importo.

Salma se quedó allí escuchando sus palabras cargadas de dolor. No podía hacer nada para arrancarle ese sentimiento del pecho, pero se quedaría a su lado hasta que dejara de dolor.

-Él no merece tus lágrimas, me escuchas, no merece nada.

Celeste lloraba tratando de encontrar una salida a todo, algo que calmara su dolor, pero no lo conseguía, incluso respirar dolía en ese momento.

-No es justo, no lo es. Yo le di hasta lo que no tenía.

Ethan entro nuevamente con los resultados de unos exámenes en sus manos, sabía que sus palabras la destrozarían, pero era un profesional ante todo y ella su paciente.

-Estabas embarazada al momento del accidente, seis semanas aproximadamente, lo perdiste, lo siento tanto, Celeste.

Celeste quedo en shock, embarazo, perdida, era demasiado, no podía soportarlo, su mente se negaba a procesar lo que escuchaba. No lo aceptaba, había perdido a su bebé, ella no lo sabía, era su culpa por no haberse cuidado.

En ese momento no grito, las lágrimas rodaban por sus mejillas, se abrazó a sí misma buscando consuelo.

Un consuelo que sabia no encontraría. Tenía una herida abierta en el pecho, aunque invisible, sangraba y dolía más que una herida física.

-¿Él lo sabe?

Ethan apretó los puños con fuerza.

-No te preocupes, le informare, quédate tranquila.

Celeste sintió como si algo dentro de ella se rompiera, soñaba con ser madre y Antonio lo sabía mejor que nadie. Había perdido a su hijo. Estaba desolada.

Pero le cobraría cada lagrima, cada humillación, ella no se quedaría tranquila, su hermana se había vuelto su mayor enemiga, al igual que su familia.

Cada uno de ellos pagarían por cada una de sus lágrimas.

            
            

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