Ciana comienza a organizar su escritorio lo más rápido posible, no quería que la pillaran con las manos en la masa. No estaba en condiciones para que la despidieran. La joven rubia levanta la mirada para ver a través del cristal de la puerta.
Intentaba acelerar el trabajo antes de que...
-Joder, allí viene...-dice quitando todo de su escritorio.
-Date prisa.
Ciana guarda todos los documentos justo cuando su jefa hace acto de presencia en la recepción privada que conecta con su oficina.
-Buenos días, quiero que me pasen todas las llamadas, ahora mismo.
La pelirroja avanza sin siquiera mirarlas, ambas secretarias guardan silencio sabiendo que su jefa no se encontraba muy feliz esa mañana... en cuanto se encierra en la oficina las jóvenes se ponen manos a la obra.
-Esta de malas, iré por su café -dice Ciana poniéndose en pie.
Mientras camina hacia la dispensadora de café, Ciana suelta el aliento. Llevaba 2 años trabajando para esa compañía, y aunque no podía decir que era un infierno, su jefa sí que lo era.
Mónica era la versión más horrible de una mujer, todo el tiempo se encontraba amargada y de muy mal humor y trataba al personal de la peor manera. No comprendía como es que Dorelis la soporto por tanto tiempo.
Ciana niega mientras observa como taza con café va llenándose poco a poco. Si no hubiera sido por Dorelis no sabía que hubiera sido de ella, por suerte su amiga pudo encontrarle un empleo y casualmente este fue como la segunda asistente de la jefa.
Dorelis le contó que ninguna permanecía lo suficiente en su puesto de trabajo, Mónica la enloquecía al punto de querer odiarla. Y ella llevaba 2 años trabajando para esa mujer y realmente la detestaba.
Con tantos desplantes que le hacía a diario comprendía porque todas esas chicas salían corriendo, todas menos Dorelis. Ciana toma la taza con café y regresa sobre sus pasos a la oficina para escuchar el nuevo discurso de su jefa.
Pasa directo a la oficina encontrando a la mujer hablando por teléfono de manera exasperante.
-¿Y yo he dicho que quiero cambiar de opinión? No me importa lo que pienses, no me interesa lo que quieras-Ciana percibe que estaba muy enrojecida, sin embargo, ella deja la taza con café sobre la mesa y hace amago de salir.
Pero no le fue tan fácil, la mano de su jefa se cierra alrededor de su muñeca que la hace detenerse. Ciana permanece allí de pie a su lado mientras que ella insulta a quien sea que estuviera del otro lado del teléfono.
La joven rubia observa la mano de su jefa notando sus perfectas uñas y la extravagante y lujosa joyería que la hace preguntarse cuánto dinero podría tener esa mujer.
-Niña -en ese instante Ciana reacciona al darse cuenta de que había terminado con la conversación -. ¿Porque no tengo en mi escritorio todas las llamadas? Hasta donde sé, tú eres la encargada de eso.
-Fui por su café, en seguida le traigo las llamadas.
-He escuchado que siempre llegas tarde a la oficina, ¿Qué tan cierto es eso? -Ciana se tensa.
-Yo llego temprano señora Mónica.
-Espero que me estés diciendo la verdad, porque si descubro que has estado llegando tarde al trabajo no dudare un segundo en despedirte por incompetente. Ahora ve a buscar mis llamadas.
-En seguida.
Ciana sale casi que, corriendo de la oficina, en lo que cierra la puerta mira a su amiga Dorelis, de inmediato esta le tiende las hojas con todos los registros de llamadas.
-¿Está muy de malas?
-Horriblemente de malas -responde Ciana tomando los documentos -. Creo que sospecha que he llegado muy tarde, si se da cuenta de que lo he estado haciendo me echara.
-Debes intentar llegar temprano, yo te entiendo perfectamente, pero al menos haz el intento.
La joven asiente para luego regresar a esa infernal oficina, en cuanto ingresa su jefa le estaba dando un sorbo a su café y de inmediato frunce el ceño.
-A parte de incompetente, no sabes ni preparar un maldito café -deja la taza con mala gana sobre el escritorio -. Dame esas llamadas y vete de aquí.
Una vez en su escritorio la joven frota su rostro sintiendo ganas de dejar todo tirado, esa mujer insoportable la sacaba de quicio.
-Ten paciencia, es lo único que puedo decirte.
-No entiendo cómo es que pudiste soportarla tanto tiempo.
-No me quejo de mi salario, y tú tampoco deberías de hacerlo.
-Soy básicamente tu asistente, mi salario no se iguala al tuyo. Encima de que ella me quiere fuera de esta compañía.
-Es así con todo el mundo. Hasta con su marido.
Ciana observa a su mejor amiga mientras que teclea en su ordenador, en ese momento la rubia no comprendía como es que esa mujer tenía un esposo. Y mucho menos lo entendía a él por soportarla.
Es que, ¿Quién podía aguantarse el mal genio de esa mujer todos los días por la mañana? Parpadea y siente lastima por la vida que los ricos llevaban. Con tanto dinero y solo eran unos amargos infelices.
-¡NO ME INTERESA LO QUE DIGAS! -en eso la bruja sale de la oficina pegando gritos que hace que las secretarias se enderecen en sus asientos-. No me amenaces con tus estupideces, no me das miedo.
La pelirroja avanza por el pasillo hasta la puerta de cristal siendo observaba por ambas chicas.