El Esposo de mi Jefa
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Capítulo 4 capitulo

-Si quieres venir, hazlo, sin embargo, no me harás cambiar de parecer.

La puerta se cierra ellas dejan de escuchar los gritos de su jefa, sin embargo, podían verla caminar con prisa haca el ascensor.

-Joder, sí que esta cabreada esta mañana -musita Ciana.

-Espero que no despida a nadie-dice Dorelis ganándose una mirada de susto de su amiga.

Ciana no quería pensar que ella siguiera en la lista de despedidas, necesitaba hacer su trabajo bien y evitar llegar tarde. Su jefa estaba muy de malas y lo más consiente era no darle motivos para que la echara.

[...]

Por suerte la hora del almuerzo llego muy rápido y era el momento en el que Ciana tenía un momento de paz, la voz de su jefa no estaba por ningún lado.

-La hora del almuerzo es la única vez que veo tu rostro de felicidad.

-Mónica no está aquí.

-Vamos Ciana, cuando te ofrecí el empleo sabias bien a lo que debías atenerte.

Dorelis tenía mucha razón, se lo advirtió muchas veces. El mal genio de su jefa era voraz, no existía empleada que la soportará. Hasta ella misma se sorprendía al pensar que llevaba 2 años soportando a esa loca.

Su amiga fue un gran apoyo y le debía mucho, no podía defraudarla. Necesitaba hacer un buen trabajo y evitar que Mónica pensara que tanto ella como Dorelis eran unas inútiles.

-Lo sé, lo siento mucha amiga. Tratare de llegar temprano para evitar meterte en problemas.

-Me preocupa más que seas tú la que se meta en problemas.

Ambas amigas sonríen y niegan mientras sigues pellizcando sus almuerzos...

De regreso a la oficina con algunos minutos de tiempo, las amigas se percataron de que los empleados se encontraban un poco inquietos. Se dirigen al ascensor sin entender lo que estaba sucediendo.

-¿Qué estará pasando? -pregunta Ciana a su amiga al subirse al ascensor.

-No tengo idea, pero todos están muy inquietos y cuando se comportan de esa manera es porque...

Pero justo en ese momento algunas empleadas abordan el ascensor y comienzan a cotillear. Las amigas guardan silencio para ver si lograban enterarse sobre lo que estaba sucediendo. Pero aquellas mujeres no decían nada, solo miraban por encima de sus hombros.

En cuanto las puertas metálicas del ascensor se abren las dos jóvenes vuelven a mirarlas y sonríen.

-¿Ustedes que se traen? -fue Dorelis quien las enfrento.

-Van a necesitar mucha suerte esta tarde.

Las puertas se cierran dejando a ambas peor que antes.

-¿Y esas dos que carajos les pico? ¿Por qué han dicho eso?

-¡Oh, no! -Dorelis frunce el ceño.

-¿Qué está pasando?

El ascensor llega al piso de la oficina de Mónica y ambas terminan por salir al mismo tiempo, pero Ciana no dejaba de mirar a su amiga, su expresión no le agradaba para nada. Algo le hacía pensar que las cosas no pintaban bien para ella.

Dorelis llevaba años trabajando en esa compañía, se podía decir que sabía mucho de todo lo que pasaba allí.

-Dorelis, me puedes decir lo que está pasando -pregunta tomando asiento.

-Es que...-pero su amiga no termino de decir una sola palabra ya que ambas escucharon un grito proveniente de la oficina.

-¡NO VENGAS A ORDENARLE QUE ES LO QUE DEBO HACER, TE PROHIBO QUE ME DE DIGAS QUE HACER CON UN DEMONIOS!

Las dos miran la puerta sin decir una palabra. En ese instante Ciana supo que el problema no era con ella.

-¡Ay no! -escucha a su amiga hablar lo que la confunde aún más.

Su jefa estaba histérica y aquel genio se debía desde esa mañana.

-¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué esta tan enojada?

-Siempre quieres actuar como el más inteligente de los dos, y no pretendo permitirte que pases por encima de mí. Yo he tomado una decisión y tú tienes que aceptarlo -su jefa continuaba gritando

-Pero ¿con quién está allí dentro? -Ciana ya se sentía bastante curiosa.

-¿A dónde vas? ¿Crees que ya hemos terminado? ¿Has venido de tan lejos solo para decirme esta porquería de queja?

En eso ambas jóvenes se irguen en sus sillas en cuanto escuchan que el pomo de la puerta cede.

Ciana baja la mirada puesto que no estaba dispuesta a que Mónica la mirase a los ojos y terminara pagándola con ella.

-Estoy hablando contigo, no me dejes hablando sola.

La rubia escucha la chillona voz de su jefa, la verdad es que sentía mucha curiosidad por levantar la mirada. Pero se repetía una y otra vez que ese no era asunto suyo, no tenía que estar de mirona ya que Mónica era de temer.

-Ya he hablado contigo Mónica, y deja de estar dando esta clase espectáculos delante de los empleados.

Ciana deja de teclear en el acto sintiendo que todo su cuerpo se paraliza, sintió correr por su cuerpo una especie de sudor frío que la hizo tensarse en ese instante.

-Y a mí que me importa los empleados, ¿crees que eso me importa?

-No continuare discutiendo contigo sobre este tema y mucho menos en este lugar, pero ten por seguro que no hemos terminado la conversación.

-No, vamos a terminar la conversación ahora mismo Phil.

Al escuchar aquel nombre la hizo expandir un poco más sus ojos y en ese momento su corazón comenzó a latir frenéticamente. No solo era la voz, también era el nombre, ¿era posible?

-Basta, sabes bien que has comido un grave error que le costara mucho a la compañía, y todo por tu imprudencia. Ahora tengo que solucionar ese problema antes de que la lleves a la quiebra.

-Yo misma puedo solventar cualquier problema, no necesito que hagas nada. Y te prohíbo que metas tus manos en esto, tememos un acuerdo, ¿o no lo recuerdas querido esposo?

< ¿Esposo?>

Ciana no pudo resistirlo más y termino por levantar la mirada muy lentamente, mientras que lo hacía iba observando la figura masculina que se encontraba justo delante de su escritorio. En cuanto vio el rostro de aquel hombre no lo creyó.

            
            

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