Mi hermana me robó a mi compañera y se lo permití
img img Mi hermana me robó a mi compañera y se lo permití img Capítulo 4 Capítulo 4 ¿Cuál es la prisa
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Capítulo 10 Capítulo 10 Una combinación peligrosa img
Capítulo 11 Capítulo 11 Duelo de machos img
Capítulo 12 Capítulo 12 La horrible oscuridad img
Capítulo 13 Capítulo 13 Ya estás a salvo img
Capítulo 14 Capítulo 14 En todos estos años img
Capítulo 15 Capítulo 15 Una enorme montaña rusa img
Capítulo 16 Capítulo 16 Exes o enemigos img
Capítulo 17 Capítulo 17 A miles de kilómetros img
Capítulo 18 Capítulo 18 Compañero de hospital img
Capítulo 19 Capítulo 19 Una planta muerta img
Capítulo 20 Capítulo 20 La ley de la elasticidad img
Capítulo 21 Capítulo 21 Ex celoso img
Capítulo 22 Capítulo 22 Punto de quiebre img
Capítulo 23 Capítulo 23 Lo arruiné todo img
Capítulo 24 Capítulo 24 Tres minutos img
Capítulo 25 Capítulo 25 Promesas rotas img
Capítulo 26 Capítulo 26 Padre fracasado img
Capítulo 27 Capítulo 27 El arrepentimiento img
Capítulo 28 Capítulo 28 Digna de celebrar img
Capítulo 29 Capítulo 29 Desagradable pero encantadora img
Capítulo 30 Capítulo 30 No en mi guardia img
Capítulo 31 Capítulo 31 Aunque la mona se vista de seda img
Capítulo 32 Capítulo 32 Mi Luna img
Capítulo 33 Capítulo 33 Detrás del velo img
Capítulo 34 Capítulo 34 Algo destinado img
Capítulo 35 Capítulo 35 Eso fue fuerza img
Capítulo 36 Capítulo 36 ¡Increíble! img
Capítulo 37 Capítulo 37 Peleando contra un dragón img
Capítulo 38 Capítulo 38 Poder y fuego img
Capítulo 39 Capítulo 39 Envíalo por FedEx img
Capítulo 40 Capítulo 40 Bajo la luna llena img
Capítulo 41 Capítulo 41 Jugando a la Cenicienta img
Capítulo 42 Capítulo 42 Una mujer feroz y luminosa img
Capítulo 43 Capítulo 43 Curitas de Bob Esponja img
Capítulo 44 Capítulo 44 La gota que colmó el vaso img
Capítulo 45 Capítulo 45 ¡No me jodan! img
Capítulo 46 Capítulo 46 Tal para cual img
Capítulo 47 Capítulo 47 La piedra de la verdad img
Capítulo 48 Capítulo 48 Sospechas y dudas img
Capítulo 49 Capítulo 49 Olvídalo img
Capítulo 50 Capítulo 50 Una esperanza frágil img
Capítulo 51 Capítulo 51 Memoria muscular img
Capítulo 52 Capítulo 52 Combinación mortal img
Capítulo 53 Capítulo 53 Toma mi lugar img
Capítulo 54 Capítulo 54 Un puto show img
Capítulo 55 Capítulo 55 Terapia de compras img
Capítulo 56 Capítulo 56 Testosterona y agresión img
Capítulo 57 Capítulo 57 Borrón y cuenta nueva img
Capítulo 58 Capítulo 58 Más brillo que cerebro img
Capítulo 59 Capítulo 59 Mi familia es un asco img
Capítulo 60 Capítulo 60 El desfile de Celeste img
Capítulo 61 Capítulo 61 Opresión azucarada img
Capítulo 62 Capítulo 62 Una emboscada img
Capítulo 63 Capítulo 63 Puro teatro img
Capítulo 64 Capítulo 64 Maquillaje sobre un moretón img
Capítulo 65 Capítulo 65 El beso img
Capítulo 66 Capítulo 66 Un fantasma img
Capítulo 67 Capítulo 67 Carbohidratos y alcohol img
Capítulo 68 Capítulo 68 Primera cita img
Capítulo 69 Capítulo 69 Acosador loco img
Capítulo 70 Capítulo 70 Señal de advertencia img
Capítulo 71 Capítulo 71 La maldita ironía img
Capítulo 72 Capítulo 72 Brillo de lobo img
Capítulo 73 Capítulo 73 Al borde del precipicio img
Capítulo 74 Capítulo 74 Efecto puente colgante img
Capítulo 75 Capítulo 75 Día de Spa img
Capítulo 76 Capítulo 76 Más desconocidas que hermanas img
Capítulo 77 Capítulo 77 A corazón abierto img
Capítulo 78 Capítulo 78 Vacaciones familiares img
Capítulo 79 Capítulo 79 Equipo Lucian img
Capítulo 80 Capítulo 80 Ojos de enamorada img
Capítulo 81 Capítulo 81 Mareada img
Capítulo 82 Capítulo 82 Peligrosas e inútiles img
Capítulo 83 Capítulo 83 Entre el deseo y el desprecio img
Capítulo 84 Capítulo 84 Purgatorio img
Capítulo 85 Capítulo 85 Como una familia img
Capítulo 86 Capítulo 86 Viejos hábitos img
Capítulo 87 Capítulo 87 Ya lo superé img
Capítulo 88 Capítulo 88 Aterrador y abrumador img
Capítulo 89 Capítulo 89 Demasiado lejos img
Capítulo 90 Capítulo 90 Ardiente, desesperado y deseoso img
Capítulo 91 Capítulo 91 Un vacío punzante img
Capítulo 92 Capítulo 92 Una lluvia torrencial img
Capítulo 93 Capítulo 93 Duelo y deber img
Capítulo 94 Capítulo 94 Un monstruo grande y feo img
Capítulo 95 Capítulo 95 No más cortesía img
Capítulo 96 Capítulo 96 Deja de fingir img
Capítulo 97 Capítulo 97 Amada y apreciada img
Capítulo 98 Capítulo 98 La mejor fiesta de la historia img
Capítulo 99 Capítulo 99 Noche de chicas img
Capítulo 100 Capítulo 100 Segunda cita img
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Capítulo 4 Capítulo 4 ¿Cuál es la prisa

Punto de vista de Seraphina

Regresé de la oficina del abogado con la sensación de que habían metido mi alma en una trituradora.

Cuando atravesé la puerta principal, me invadió una ansiedad extraña. Tal vez era porque sabía que esta era una de las últimas veces que estaría en este lugar.

Observé el interior del vestíbulo, absorbiendo cada detalle: la foto de bebé de Daniel en la repisa, el retrato que le habían tomado a Kieran cuando fue ordenado Alfa, la foto de Daniel y yo en su quinto cumpleaños...

No había ninguna foto de Kieran y yo. Qué sorpresa.

Caminé directo a su oficina. Había salido muy temprano en la mañana porque no quería toparme con él y tener una conversación incómoda sobre el divorcio inminente. Me parecía que también había intentado evitar a Daniel.

¿Cómo podría mirar esos ojos inocentes y decirle que su familia se estaba fragmentando?

-No... No entiendo.

El sonido de la voz infantil y confundida de Daniel me detuvo en seco justo afuera de la oficina de Kieran. La puerta estaba entreabierta y pude ver a mi pequeño sentado en una silla frente al escritorio de su padre como si fuera una visita. El Alfa estaba sentado frente a él, mirando a nuestro hijo con una ternura que nunca me había mostrado.

El hombre se inclinó hacia adelante y tomó las manos de Daniel. -Mami y Papi ya no vivirán juntos, campeón.

-Pero... ¿por qué? -Su pequeño labio inferior comenzó a temblar-. ¿No amas a mi mamá?

Mi cuerpo se tensó. ¿Cómo iba a responder a esa pregunta? De seguro no le diría a nuestro hijo que no amaba a su madre, pero la única otra opción era mentirle.

Kieran suspiró y se levantó de su asiento. Caminó hacia el lado de Daniel y tomó sus manos de nuevo, agachándose al nivel de su mirada.

-¿Sabes? Tu mamá me dio el regalo más grande del mundo -respondió. Luego levantó la mano y acarició la cabeza de Daniel con delicadeza-. Tú. Y por eso, siempre la amaré.

Mi corazón dio un vuelco. Durante diez años, había querido con desesperación escuchar esas palabras de su boca y ahora, ahí estaban mientras yo sostenía los papeles de divorcio.

Sin embargo, yo sabía muy bien lo que significaban en realidad: Kieran solo se había casado conmigo porque le había dado a Daniel, solo me había soportado por una década porque era la madre de su heredero. Era una prueba más de que él nunca fue parte de nuestro matrimonio.

Su amor verdadero e incondicional estaba reservado para Celeste.

Dejé escapar un sonido ahogado.

Kieran se puso rígido. Levantó la cabeza a la velocidad de un lobo y entrecerró los ojos salpicados de un color dorado en dirección a la puerta.

-Acá no espiamos las conversaciones privadas -afirmó con frialdad, poniéndose de pie. Estaba usando su voz de Alfa, la que hacía que los miembros de su manada se inclinaran de manera automática ante él.

Inhalé hondo y abrí la puerta.

-¡Mami! -Daniel se levantó de la silla y corrió hacia mí, lanzando sus brazos alrededor de mi cintura.

-Hola, mi amor. -Besé la parte superior de su cabeza.

-¿Es verdad? -preguntó, mirándome con sus ojos grandes y vidriosos.

Acaricié su cabeza. -No...

-Danny, danos a tu mamá y a mí un poco de tiempo a solas, ¿sí? Ve a ayudar al cocinero con los preparativos de la cena.

Mi niño hizo un puchero. -Pero.

-Ahora. -Esa única palabra cargaba con el peso de una orden directa.

Apreté su pequeño hombro para hacerle saber que todo estaría bien. -Hablaremos más en casa, mi amor. Ve.

Daniel soltó un suspiro y salió con los hombros un poco caídos.

Una vez fuera, cerré la puerta detrás de mí.

Kieran dirigió la mirada a los papeles en mi mano. Una expresión indescifrable apareció en su rostro.

-Supongo que son los documentos.

Asentí, sintiendo nervios de repente.

-Mi abogada redactó el acuerdo, estableciendo los términos de la custodia. -Me acerqué un par de pasos y coloqué el documento sobre su escritorio-.Todo está establecido de manera clara: horarios de visita, feriados, decisiones sobre su educación...

Kieran abrió el archivo y sacó los documentos. Frunció el ceño concentrado mientras sus ojos se movían a toda velocidad sobre las páginas.

-Eh... También me reuní con una agente de bienes raíces que me sugirió -continué, juntando mis manos ante mí-. Me mostró una casa encantadora a unos treinta minutos de aquí. Está amueblada con todo lo necesario, lista para mudarse, y la hipoteca es muy razonable. Además, está en territorio neutral, así que puedes visitarnos en cualqui...

-¿Cuál es la prisa?

Hice una pausa, frunciéndole el ceño. -¿Perdón?

-Yo soy el que pidió el divorcio. -Soltó los papeles sobre el escritorio-. Y, aun así, vienes con planes de mudanza y documentos legales antes de que siquiera se seque la tinta. ¿Estuviste contando los días?

La verdad se me quedó en la punta de la lengua. Sí, cada uno de los 3652 días que habíamos estado casados. Sin embargo, admitirlo solo le daría más armas que usar en mi contra en la batalla por la custodia que temía se avecinaba.

Kieran se rio con burla de mi silencio y se recostó en su silla. -Dame la dirección de tu nueva casa-añadió-. Mi hijo y yo cenaremos, luego lo llevaré contigo, junto con tu copia firmada de los documentos.

La firmeza en su voz extinguió mi esperanza de una última comida familiar. Era de esperarse, el gran Alfa Kieran no se dignaría a compartir el pan con su futura exesposa.

Cuando salí de la oficina, el agujero en mi pecho se había abierto más. No había podido dormir la noche anterior después de recibir la noticia, así que había usado ese tiempo para empacar todas mis pertenencias.

Nunca había tenido la oportunidad de hacer de este lugar mi hogar, así que todo lo que tenía cabía en dos maletas.

Después de cargar todo en mi auto, en lugar de irme, solo me quedé sentada en el asiento del conductor.

Contemplé la casa frente a mí, recordando todos los momentos vividos. Mis memorias con Daniel eran brillantes y coloridas, llenas de amor y risas. Por otro lado, los recuerdos con Kieran eran grises, aburridos y vacíos. Cada conversación forzada, cada toque retenido, cada sonrisa que había guardado para alguien más.

Sin previo aviso, el estridente tono de llamada de mi teléfono interrumpió mi ensueño. El nombre de mi madre parpadeaba en la pantalla, congelando la sangre en mis venas. ¿Dos llamadas en tan pocos días después de una década sin contacto? El universo tenía sentido del humor, sin duda alguna.

-Hola, mamá. -Me esforcé para sonar feliz-. ¿Cómo estás?

Ella se saltó las formalidades, como siempre. -¿Es verdad?

Apreté mi teléfono entre mis dedos. -¿Qué cosa?

-Que por fin te vas a divorciar de Kieran.

Me quedé sin aire. Claro que lo sabía, Kieran debía haber llamado a Celeste la noche anterior.

-Sí -mascullé entre dientes.

El sonido de su suspiro de alivio me cortó más profundo que cualquier cuchilla; era un maldito alivio genuino.

-Es lo mejor-respondió-. Ese matrimonio fue un error desde el principio. Esta... Esta es la solución que todos hemos estado esperando.

Me quedé boquiabierta y una sola lágrima de traición se deslizó por mi rostro. ¿Qué clase de madre celebraba que le rompieran el corazón a su propia hija? La respuesta llegó de inmediato y llena de amargura: el tipo de madre que siempre había querido que su otra hija ganara.

Colgué sin decir ni una sola palabra más y apagué mi teléfono antes de que pudiera hacerme más daño.

Justo entonces, la puerta principal se abrió y Daniel salió. Kieran salió detrás de él, cargando una bolsa de lona grande al hombro. Fruncí el ceño al verla. De ninguna manera todas las cosas de Daniel estaban ahí. Su padre quería dejar algo en claro: no importaba que nos mudáramos, este seguía siendo el hogar de Daniel.

Los ojos de mi hijo se iluminaron cuando me vio en el auto. Bajé mientras él corría hacia mí y lo abracé.

-Te dije que yo mismo lo llevaría-espetó Kieran mientras se acercaba.

-Perdón, solo estaba.

-¿Así serán las cosas? -me cortó-. Ya es bastante malo que te lleves lejos de mí a mi hijo, pero ¿también reducirás mi tiempo con él?

Daniel tiró de la manga de Kieran con su diminuta mano. -Papá... Está bien. -Su voz era suave, pero firme-. Nos veremos mañana en el funeral del abuelo.

El hombre apretó tan fuerte los dientes que podría romper piedras entre ellos. Por un instante, pensé que comenzaría a discutir, pero solo exhaló con fuerza y alborotó el cabello de Daniel.

-Sí. Nos vemos mañana, campeón. -Me dirigió por un segundo su mirada fría y desdeñosa-. Hazle caso a tu madre.

Acto seguido, me entregó la bolsa de lona y regresó al interior de la casa sin otra palabra.

Me tragué el nudo en mi garganta y guardé la bolsa en silencio. Daniel subió al asiento del pasajero sin quejarse, observándome con cuidado con esos ojos llenos de sabiduría. Al ponernos en marcha, me obligué a mí misma a no mirar hacia atrás: ni a la casa, ni a la vida que no había logrado que funcionara.

Tras dos minutos de viaje, Daniel rebuscó en su mochila y sacó un sándwich un poco aplastado.

-No cenaste -comentó de modo casual, presionándolo en mi mano.

Entonces, las lágrimas que tanto había intentado contener se desbordaron.

-Daniel... -Mi voz se quebró-. ¿Me odias? ¿Por todo esto? ¿Por alejarte de tu papá?

Él lo analizó con una seriedad que ningún niño de nueve años debería poseer. Mi corazón se detuvo, preparándose para el golpe...

-No -dijo, jugando con su cinturón de seguridad entre sus dedos-. Sé que casi siempre estabas triste. Quizás ahora puedas ser feliz.

Se me escapó un sollozo y la carretera frente a mí se volvió borrosa. Deslizó su pequeña mano sobre la mía, apretando con fuerza.

-No llores, mamá. -Su susurro era seguro, cargado de una promesa-. Me tienes a mí, yo te haré feliz.

Acerqué sus nudillos a mis labios, saboreando la sal y la esperanza. ¿Y qué si Kieran nunca me había amado? Este niño extraordinario sí me amaba con todo su corazón y de manera incondicional. En este instante, era suficiente.

Más que suficiente.

            
            

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