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Atada a un frío CEO: no me deja ir
img img Atada a un frío CEO: no me deja ir img Capítulo 6 ¿Qué le pasó a tu mano
6 Capítulo
Capítulo 7 ¿Seguro que no te divorciarás img
Capítulo 8 ¿Qué tiene Yvonne que tú no img
Capítulo 9 El Rincón Herbal img
Capítulo 10 ¿Qué haces aquí img
Capítulo 11 ¿Estás celosa img
Capítulo 12 Intoxicación alimentaria img
Capítulo 13 ¿Qué tiene de malo que llame a la policía img
Capítulo 14 No soy del tipo que perdona img
Capítulo 15 ¿Eso es todo lo que valgo img
Capítulo 16 ¿Eso es lo que piensas img
Capítulo 17 ¿De qué lado estás img
Capítulo 18 Una verdadera estrella nunca pierde su brillo img
Capítulo 19 ¿Por qué no simplemente decir mi nombre img
Capítulo 20 ¿Quieres desahogarte img
Capítulo 21 ¿No estás enojado img
Capítulo 22 ¡No pujes por él! img
Capítulo 23 ¿Estás embarazada img
Capítulo 24 Nunca fue mi intención img
Capítulo 25 Ni se te ocurra pensar en el divorcio img
Capítulo 26 Podría tener sentimientos por ti img
Capítulo 27 Un trauma que la dejó profundamente marcada img
Capítulo 28 Poseer algo valioso por sí solo puede atraer problemas img
Capítulo 29 Un acto impecable img
Capítulo 30 ¿Estás dispuesta a intentarlo img
Capítulo 31 La amarga envidia de querer el título de Freya img
Capítulo 32 Darse cuenta img
Capítulo 33 Eso nos favorece img
Capítulo 34 En qué se había metido img
Capítulo 35 ¿Acaso parezco tu sirvienta img
Capítulo 36 Pero todo se fue un poco al garete img
Capítulo 37 ¿Acaso parezco tan fácil de convencer img
Capítulo 38 Detective privado img
Capítulo 39 ¿Intentas causar problemas otra vez img
Capítulo 40 Si conseguía quedar embarazada de Alexander img
Capítulo 41 El dinero lo puede todo img
Capítulo 42 Quizás era bien intencionada img
Capítulo 43 Operación encubierta img
Capítulo 44 ¿Qué quieres decir en realidad img
Capítulo 45 Suena a que hablas por experiencia img
Capítulo 46 Una gran confusión img
Capítulo 47 ¿Por qué me sigues img
Capítulo 48 Otro escándalo esta noche img
Capítulo 49 Alexander es terrible en la cama img
Capítulo 50 Estoy en problemas img
Capítulo 51 ¿Son chupetones img
Capítulo 52 Fantasía Fugaz img
Capítulo 53 Le debo la vida a ese hombre img
Capítulo 54 Tu habilidad para besar está subiendo de nivel img
Capítulo 55 El mejor lugar para comprar condones img
Capítulo 56 ¿Cómo puedes comparar eso img
Capítulo 57 Había cosas que era mejor no descubrir img
Capítulo 58 ¿No era eso lo que Alister y tú habían planeado img
Capítulo 59 Arreglemos tus quejas después de que me satisfagas img
Capítulo 60 Solo lo hizo por ti img
Capítulo 61 ¿Podrían empezar de inmediato img
Capítulo 62 El dinero lo puede todo img
Capítulo 63 Muy madura img
Capítulo 64 Cama como en dormir, ¿verdad img
Capítulo 65 ¿Piensan formar una familia img
Capítulo 66 No podía dejar que Freya tuviera a su hijo img
Capítulo 67 Mi puerta siempre está abierta img
Capítulo 68 Deja de presumir de tu cariño img
Capítulo 69 Lo peor que podría pasar img
Capítulo 70 Es el esposo ideal img
Capítulo 71 El beso de la caída de la ballena img
Capítulo 72 Nadie puede hacerte daño img
Capítulo 73 ¿Satisfecha, señora Scott img
Capítulo 74 Amor eterno img
Capítulo 75 Cree lo que quieras img
Capítulo 76 Ya estamos en paz img
Capítulo 77 Medicamento abortivo img
Capítulo 78 Podría no volver a tener la oportunidad de tener hijos img
Capítulo 79 La verdadera carta comodín img
Capítulo 80 Fingiendo ignorancia img
Capítulo 81 No volveré a tolerar esto img
Capítulo 82 La sospecha recae directamente sobre ti img
Capítulo 83 No estás en problemas img
Capítulo 84 Ambas derrotadas por la misma mujer img
Capítulo 85 ¿Por qué te llamaría ahora img
Capítulo 86 Pasarás el resto de tu vida entre rejas img
Capítulo 87 Solo dame un minuto img
Capítulo 88 Ambos sobrevivieron img
Capítulo 89 ¿Por qué de repente casi tuvo un aborto espontáneo img
Capítulo 90 Ella es la que dirige este plan img
Capítulo 91 ¿Estás preocupada por mí, señora Scott img
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Capítulo 6 ¿Qué le pasó a tu mano

A las dos y cuarenta de la tarde, Freya se sentó en un banco afuera del registro civil, golpeando su pie mientras miraba su reloj.

Las tres dieron y pasaron sin señales de Alexander. Ella pensó que probablemente estaría atrapado en el tráfico de la hora pico.

A las tres y media, aún sola, sacó su celular para marcarle, pero solo encontró silencio: él no contestaba.

Cuando dieron las cuatro, Freya se dio por vencida y decidió pedir un taxi para ir directamente a las oficinas del Grupo Scott.

Tres años de casada habían vuelto el edificio casi una rutina. Bajo la lluvia o el sol, siempre le había llevado sopa reconstituyente casera a Alexander.

Ese día, sin embargo, una recepcionista que no conocía la paró en la entrada.

"¿Tiene cita?", preguntó la empleada con tono brusco.

Freya se dio cuenta de que la antigua recepcionista, que había sido contratada por Tricia, había sido reemplazada después de que Alexander tomara las riendas de la empresa. No pudo evitar pensar que él realmente debía querer borrar todo rastro de su tía.

Sin decir nada más, se dio la vuelta y le envió a Alexander un mensaje contundente: "Estoy abajo en tu vestíbulo. Si no quieres que tu nueva recepcionista se entere de que soy tu esposa, más te vale enviar a alguien para que me dejen subir".

Estaba segura de que él no querría que esa parte de su vida saliera a la luz.

Como siempre, el asistente de confianza de Alexander, Rodney Claudio, apareció minutos después y la guio hacia el ascensor ejecutivo reservado para él.

Al llegar al último piso, el asistente sonrió con amabilidad al abrir la puerta de la oficina. "Señora Scott, el señor está en una reunión ahora mismo. ¿Le ofrezco un café mientras espera?".

Ella negó con la cabeza, entró y se instaló en el despacho, con la mente ya corriendo a toda velocidad.

Nada en la oficina de Alexander había cambiado. La decoración impecable en blanco y negro permanecía, con líneas marcadas y tonos fríos que le daban al lugar su aire familiar. Sin embargo, lo que siempre llamaba la atención de Freya era el mural que había detrás del escritorio de su esposo: una ballena enorme y llamativa, pintada con gran detalle en toda la pared trasera.

Sus ojos se posaron en ella una vez más, fijándose en la inscripción cerca de la base. "La ballena es atraída por el mar, y yo por ti".

Era imposible no recordar para quién estaba destinado ese mensaje. Alexander gritaba su amor por Yvonne a los cuatro vientos.

Mucho antes de su matrimonio, él le había pedido a Yvonne que lo pintara, dejando dolorosamente claro su resentimiento por el matrimonio forzado que Tricia había arreglado.

Cada vez que Freya entraba en esa oficina, el recordatorio la hería: cuánto amaba él a Yvonne y cuánto resentía estar atado a ella en cambio.

Absorta en esos pensamientos, no se dio cuenta de que su esposo había entrado hasta que escuchó el clic de la puerta al cerrarse.

Rápidamente apartó la mirada del mural, esforzándose por borrar cualquier indicio de tristeza de sus ojos. "Dijiste que a las tres en el registro civil. ¿Por qué no fuiste?".

Alexander le dedicó una mirada irónica, con un tono juguetón: "Curioso, ayer dijiste que a las diez de la mañana. Pero tampoco apareciste, ¿lo recuerdas?".

Freya no dudó en replicar: "Tú sabes por qué falté".

Con una sonrisa de suficiencia, él respondió: "¿De verdad? Me parece recordar que fui yo quien tuvo que limpiar tu desastre anoche".

Por un instante, Freya se quedó sin habla.

Solo él podía hablar de algo así con la misma facilidad con la que se habla del clima. Su descaro no tenía límites.

Negándose a caer en sus provocaciones, Freya revisó la hora y volvió a centrar la conversación. "Está bien, ambos hemos faltado a una cita. Eso nos deja a mano. Si nos vamos ahora, todavía podemos llegar al registro civil".

Alexander apenas le dirigió una mirada. "No tengo tiempo para esto", dijo, mientras se dirigía a grandes zancadas hacia su escritorio.

Freya se interpuso en su camino, bloqueándole el paso, y preguntó: "Alexander, ¿quieres explicarme a qué estás jugando?".

Alzó el brazo derecho, y solo entonces él se dio cuenta del vendaje que le envolvía la mano, y soltó: "¿Qué le pasó a tu mano?".

"¿Así que ahora sí prestas atención? Anoche no veías nada, ¿y hoy de repente estás observador, señor Scott?". La voz de Freya estaba cargada de sarcasmo.

La pregunta se le escapó antes de que Alexander pudiera detenerse. Un instante después, deseó no haberse molestado en preguntar. ¿Por qué iba a importarle? El tono mordaz de las palabras de Freya solo avivó su irritación.

Se burló: "Eres increíble, de verdad, morder la mano que te alimenta".

Freya alzó la mano vendada, enfrentando su desdén. "Eso va en ambos sentidos, Alexander".

Ya no iba a dejar que la menospreciara.

Algo brilló en el rostro del hombre: un recuerdo de los años en que Freya lo molestaba solo para hacer que sonriera y persuadirlo para que bebiera sus amargas sopas de hierbas medicinales.

Desde la muerte de su tía, esos días parecían pertenecer a otra vida. Freya ya no le preparaba sopa. Ni siquiera intentaba animarlo.

"Oye, ¿vas a quedarte ahí soñando despierto? Si no nos vamos pronto, perderemos nuestra cita", le dijo Freya, agitando la mano frente a sus ojos para sacarlo de su trance.

Molesto por la vista del vendaje, Alexander la empujó a un lado y se dirigió a su escritorio, diciendo: "¿No ves la pila de archivos? No todos tenemos el lujo de sentarnos en casa y ver cómo el dinero llega solo".

La paciencia de Freya se agotó al ver que él seguía insistiendo en el mismo punto. "¿Por qué estás tan molesto? Ni siquiera es tu fortuna la que estoy gastando. Deja de actuar como si hubiera saqueado tus cuentas".

Durante sus tres años de matrimonio, ni una sola vez había tocado su saldo bancario.

Alexander soltó una risa breve y burlona, y dijo: "¿Estás enfadada porque nunca te di nada? ¿Acaso Erick te trató mejor?".

Esta pregunta la tomó por sorpresa. "Espera... ¿nos viste?", cuestionó ella.

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