Esclava del amor del jefe de la mafia
img img Esclava del amor del jefe de la mafia img Capítulo 5 Capítulo 5 El rechazo
5
Capítulo 16 Capítulo 16 En busca de inspiración img
Capítulo 17 Capítulo 17 Perturbación nocturna img
Capítulo 18 Capítulo 18 Ella es mi novia img
Capítulo 19 Capítulo 19 Beso de buenas noches img
Capítulo 20 Capítulo 20 Extrañándolo img
Capítulo 21 Capítulo 21 Película nocturna img
Capítulo 22 Capítulo 22 Ardiente seducción. img
Capítulo 23 Capítulo 23 Lista y mojada. img
Capítulo 24 Capítulo 24 Alcanzando el clímax en sus brazos. img
Capítulo 25 Capítulo 25 No tenía más opción. img
Capítulo 26 Capítulo 26 No puedo sacarlo de mi cabeza. img
Capítulo 27 Capítulo 27 La mañana después. img
Capítulo 28 Capítulo 28 Cuéntame sobre él. img
Capítulo 29 Capítulo 29 No te hagas la inocente. img
Capítulo 30 Capítulo 30 Reglas y Castigo. img
Capítulo 31 Capítulo 31 Suplicándole por placer. img
Capítulo 32 Capítulo 32 Disciplina lujuriosa. img
Capítulo 33 Capítulo 33 Un placer irresistible. img
Capítulo 34 Capítulo 34 Una mañana junto a él. img
Capítulo 35 Capítulo 35 A su ritmo img
Capítulo 36 Capítulo 36 Completo cambio de imagen img
Capítulo 37 Capítulo 37 Transformación img
Capítulo 38 Capítulo 38 Falsa novia img
Capítulo 39 Capítulo 39 Mi falso novio img
Capítulo 40 Capítulo 40 Encuentro con una heredera img
Capítulo 41 Capítulo 41 Desafío cruel img
Capítulo 42 Capítulo 42 Peligro disfrazado img
Capítulo 43 Capítulo 43 El demonio salvador img
Capítulo 44 Capítulo 44 Una bomba de tiempo img
Capítulo 45 Capítulo 45 Atrapada por la seducción img
Capítulo 46 Capítulo 46 El escape img
Capítulo 47 Capítulo 47 El salvador img
Capítulo 48 Capítulo 48 Súplica desesperada img
Capítulo 49 Capítulo 49 La distancia entre nosotros img
Capítulo 50 Capítulo 50 La separación img
Capítulo 51 Capítulo 51 En el hospital img
Capítulo 52 Capítulo 52 El interrogatorio img
Capítulo 53 Capítulo 53 Autocontrol img
Capítulo 54 Capítulo 54 Un beso de castigo img
Capítulo 55 Capítulo 55 Su prisionera img
Capítulo 56 Capítulo 56 Quítame las esposas img
Capítulo 57 Capítulo 57 Víctima de su intimidación img
Capítulo 58 Capítulo 58 Tomemos un baño juntos img
Capítulo 59 Capítulo 59 El jugueteo img
Capítulo 60 Capítulo 60 Tan cerca img
Capítulo 61 Capítulo 61 img
Capítulo 62 Capítulo 62 img
Capítulo 63 Capítulo 63 img
Capítulo 64 Capítulo 64 img
Capítulo 65 Capítulo 65 img
Capítulo 66 Capítulo 66 img
Capítulo 67 Capítulo 67 img
Capítulo 68 Capítulo 68 img
Capítulo 69 Capítulo 69 img
Capítulo 70 Capítulo 70 img
Capítulo 71 Capítulo 71 img
Capítulo 72 Capítulo 72 img
Capítulo 73 Capítulo 73 img
Capítulo 74 Capítulo 74 img
Capítulo 75 Capítulo 75 img
Capítulo 76 Capítulo 76 img
Capítulo 77 Capítulo 77 img
Capítulo 78 Capítulo 78 img
Capítulo 79 Capítulo 79 img
Capítulo 80 Capítulo 80 img
Capítulo 81 Capítulo 81 img
Capítulo 82 Capítulo 82 img
Capítulo 83 Capítulo 83 img
Capítulo 84 Capítulo 84 img
Capítulo 85 Capítulo 85 img
Capítulo 86 Capítulo 86 img
Capítulo 87 Capítulo 87 img
Capítulo 88 Capítulo 88 img
Capítulo 89 Capítulo 89 img
Capítulo 90 Capítulo 90 img
Capítulo 91 Capítulo 91 img
Capítulo 92 Capítulo 92 img
Capítulo 93 Capítulo 93 img
Capítulo 94 Capítulo 94 img
Capítulo 95 Capítulo 95 img
Capítulo 96 Capítulo 96 img
Capítulo 97 Capítulo 97 img
Capítulo 98 Capítulo 98 img
Capítulo 99 Capítulo 99 img
Capítulo 100 Capítulo 100 img
img
  /  4
img

Capítulo 5 Capítulo 5 El rechazo

"¿Acaso eso tiene alguna importancia?", respondió el jefe con voz retumbante, mientras se paraba frente a su hijo.

"Bueno. el voto matrimonial.", susurró, en respuesta, el sacerdote en tono vacilante, mientras sus ojos, de color azul pálido, lanzaban miradas en todas direcciones.

¡Dígaselo, señor sacerdote! Dígale que no podemos casarnos si el novio no está consciente y, por lo tanto, es incapaz de pronunciar sus votos matrimoniales. ¿Sabe él siquiera lo que está pasando? ¿Acaso tendría alguna validez esta ceremonia si él ignora en qué se está metiendo?

"Oh. ya veo", asintió el jefe.

Observé, sorprendida, la reacción, inesperadamente comprensiva, del jefe de la mafia, mientras este continuaba asintiendo con la cabeza.

"Necesita pronunciar sus votos matrimoniales. ya veo. ya veo", continuó murmurando el jefe para sí mismo, como si estuviera reflexionando al respecto.

Osirio todavía estaba inconsciente; cualquiera habría creído que estaba muerto. Habría apostado a que si aquellos dos hombres dejaban de sostenerlo, simplemente caería al suelo, inerme

*¡Patapum!*

Entonces el fuerte sonido de un golpe resonó en el recinto cerrado de la iglesia de mármol. Lancé un grito ahogado, sorprendida, junto con el resto de la multitud, mientras observábamos la escena que se desarrollaba frente a nuestros ojos. De repente, el jefe había golpeado a su hijo con fuerza en la sien con la base de su arma.

¿Lo había matado con ese golpe? ¡Maldición!... estaba sangrando...

Estaba tan impresionada que mis ojos se agrandaron y mi boca se abrió. La sien de Osirio estaba sangrando; la sangre manaba de la herida y escurría por un lado de su cara.

"¡Despierta, hijo!", gritó el jefe a voz en cuello.

Aquel grito fue tan fuerte que tuve que cubrirme los oídos con las manos. Este hombre era un lunático. ¿Había golpeado a su hijo solo para despertarlo? ¡Podría haber apostado a que todos los presentes estaban locos!

".mmm."

De manera sorpresiva, Osirio comenzó a moverse y a hablar, arrastrando las palabras. Observé con asombro cómo Osirio, de repente, levantaba su cabeza, que hasta ese momento había mantenido gacha. ¿Acababa de despertar? ¿Había despertado. así como así?

"¡Osirio! ¡Despierta, hijo!", gritaba con insistencia el jefe al oído de Osirio.

De repente, este abrió los ojos y miró a su alrededor, somnoliento. Era fácil adivinar que estaba confundido al encontrarse en una iglesia, rodeado de tanta gente. De repente, sus ojos se posaron en mí. Lancé un grito ahogado, asombrada, cuando nuestras miradas finalmente se cruzaron por primera vez.

Me encontré observando un par de ojos azules, muy hermosos, mientras él me devolvía la mirada. Yo estaba asombrada, y él, ligeramente confuso. Al cabo de un rato, ladeó la cabeza, confundido, mientras intentaba comprender la situación.

Lentamente, apartó a los dos hombres que lo sostenían, mientras se erguía. Era evidente que todavía estaba ebrio y aturdido, mientras se esforzaba por mantenerse firme sobre sus propios pies.

"Aparten sus manos.", murmuró en voz baja, sus cejas rubias fruncidas, en señal de molestia.

Los dos hombres obedecieron y lo soltaron. Luego, el jefe se aproximó a él rápidamente, ansioso por ver cómo estaba su hijo. Osirio se llevó una mano a la cabeza y palpó la herida sangrante en su sien. Me resultaba sorprendente que nadie le hubiera brindado atención médica. Miró, confundido, la sangre en su mano.

"¿Me golpeé la cabeza?", le preguntó directamente a su padre.

"No. ¡Te golpeé en la cabeza con una pistola para despertarte! Debes casarte ahora mismo. ¡No es momento para borracheras!", exclamó su padre, en respuesta.

Definitivamente, hablar con serenidad no era una de las virtudes del jefe.

"Bueno... d*monios...", maldijo Osirio mientras limpiaba la sangre que había caído sobre su chaqueta blanca, tiñéndola de rojo.

"Continúe con la ceremonia. ¡No tenemos todo el día!", le espetó el jefe al sacerdote, que temblaba de miedo.

Esto no podía estar sucediendo. ¿De veras íbamos a seguir adelante con la ceremonia? ¿Realmente tenía que casarme con ese tipo? Ahora mi cuerpo estaba bañado en un sudor frío, pues era presa del pánico en ese momento. Si me casaba con él, mi vida estaría arruinada, ya que tendría que pasar el resto de mis días rodeada de mafiosos dementes. No. esto no podía ser verdad.

El impaciente jefe agarró a su hijo del brazo y tiró de él hacia delante. Vi cómo este se tambaleaba un poco hacia delante, debido a la fuerza del tirón de su padre. Sin embargo, de repente, Osirio se detuvo de manera abrupta, como si algún pensamiento acabara de cruzar por su mente.

".¿Quién es ella?", preguntó, al tiempo que me señalaba con el dedo.

"Soy la chica con la que se supone que te vas a casar, pero supongo que no te das cuenta de eso ni de ninguna otra cosa porque estás completamente borracho", grité mentalmente.

"¡Tu novia, Osirio!", gritó el jefe; era evidente que estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba.

"...ella no es mi novia", declaró Osirio con firmeza.

¡Maravilloso! ¡Qué agradable giro de los acontecimientos! Estaba segura de que ninguna novia parada en el altar esperaría o querría ser rechazada por el novio, pero, en mi caso, sus palabras eran música para mis oídos. "Por favor, rompe este absurdo compromiso para que yo pueda volver a casa con mi abuela. ¡Te lo ruego!", pensaba yo.

"¿Qué di*blos estás diciendo?", le gritó entonces el jefe en la cara. "Ya habíamos dejado claro este asunto. ¡Si digo que ella es tu novia, entonces ella ES tu novia!"

Hice una mueca ante la escena agresiva que estaba presenciando. Los integrantes de la banda y los demás invitados permanecieron pegados a sus asientos, en completo silencio, mientras observaban aquello. Yo quería volver a casa; en la iglesia hacía frío y pude ver por el rabillo del ojo que mi abuela palidecía cada vez más. Me di cuenta de que no se sentía bien.

"¿Cómo...te llamas?", me preguntó Osirio sin rodeos, hablando tan lenta y claramente como se lo permitía el estado en el que se encontraba.

Me sorprendió que me hubiera hablado. Sentí sus ojos clavados en mi rostro; las palabras no conseguían atravesar la barrera de mis labios. Él no dejaba de mirarme con los ojos entrecerrados mientras aguardaba mi respuesta.

".Margarita. Mi nombre es Margarita Alfonso", logré decir finalmente, aunque mi voz sonaba temblorosa y carente de emoción.

"Elena es la única mujer con la que estoy dispuesto a casarme. Ella no es mi novia", declaró él con vehemencia mientras señalaba en mi dirección. Se liberó del brazo de su padre y se volvió para alejarse.

"¿Qué demonios estás diciendo? Elena. ¡Uf!", repuso el jefe en tono de reproche. "¡Sujétenlo!", les ordenó a continuación a sus secuaces, mientras señalaba con el dedo la espalda de su hijo.

De inmediato, sus hombres se levantaron de sus asientos y comenzaron a sujetar sus brazos y piernas. Luego, lo forzaron a arrodillarse en el suelo, a los pies de su padre.

¿Y ahora que? Aparentemente, Osirio estaba enamorado de una mujer y tenía la intención de casarse con ella. Yo también estaba perdidamente enamorada de un hombre, pero, por desgracia, él nunca deseó casarse con una mujer como yo.

En ese momento se desató el caos, pues los integrantes de la banda luchaban por contener a Osirio, mientras el jefe continuaba gritándole a su hijo. Al cabo de un rato, Osirio volvió a sumirse en un estado de inconsciencia y nadie logró despertarlo.

Al final, la ceremonia nupcial debió ser cancelada, lo cual supuso un enorme alivio para mí. Aunque ello no significaba que yo de inmediato me vería libre de la mafia, al menos había logrado pasar un día más sin convertirme en la esposa de Osirio. Me despojé del vestido de novia y luego los hombres de negro nos acompañaron a mi abuela y a mí de regreso a su habitación del hospital.

No volví a ver a Osirio ese día.

--Continuará.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022