El Último Aliento de Selena
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Capítulo 4

MARCO PERAL POV:

La imagen de Selena hundiéndose en el agua fría, sus ojos llenos de terror, me asaltó. No era la primera vez que se perdía, ni la primera vez que la creía capaz de cualquier cosa por llamar la atención.

Amaya. Fue durante ese viaje de campamento de nuestra luna de miel. Amaya había insistido en venir. "Será divertido, Marco. Una doble cita." Selena, ingenua, había aceptado con una sonrisa.

"Selena, ¿por qué no vienes conmigo un momento?", le dijo Amaya, su voz dulce como la miel. "Necesito ayuda con algo en el río."

Selena, siempre dispuesta a complacer, la siguió. Yo me quedé con Amaya, conversando. Escuché un chapoteo, un grito ahogado. No le di importancia. Pensé que era un juego.

Luego, Selena regresó cojeando, empapada, temblando. Su rostro estaba blanco. "Me... me caí", balbuceó.

Recordé su expresión. Sus ojos, llenos de una mezcla de miedo y resentimiento. No, no era un juego. Amaya la había empujado. Lo supe entonces. Pero lo negué. Lo enterré.

"Selena no sabe nadar", le había dicho a Amaya una vez, en una conversación trivial. Y Amaya... Amaya la había usado. Su sonrisa, una máscara de inocencia. Pero sus ojos... sus ojos tenían un brillo malicioso.

El agua gélida y oscura del río. Selena luchando por salir, desesperada. Lo vi en su mirada. Su cuerpo, débil, intentando alcanzar la orilla. La vi arrastrarse, herida, hasta el campamento.

Y cuando llegó, el campamento estaba vacío. La habíamos abandonado.

Cuando finalmente regresó a casa, yo estaba furioso. "¿Dónde estabas, Selena?", le grité. "¡Siempre causando problemas! ¡Siempre arruinando todo!"

Ella no pudo defenderse. Sus ojos, llenos de lágrimas, me miraban con una mezcla de súplica y dolor. Pero yo no la escuché. Solo vi la burla en los ojos de Amaya, que me observaba desde el sofá.

Lara, su hermana, la ayudó a curarse las heridas. "Marco no es así", dijo Lara, intentando consolarla. "Él solo está confundido. Amaya lo tiene hechizado."

Pero Selena sabía la verdad. Yo no la amaba. Nunca la amé. Ella era solo una sombra al lado de Amaya.

Si estuviera viva, Marco, te habría preparado tu comida favorita. Te habría consolado. Te habría amado.

Pero no estoy viva. No puedo volver y pedir perdón. Nunca más. Soy solo un cadáver. Un cadáver que te persigue.

            
            

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