En la Cama de su Hermano: Mi Dulce Venganza
img img En la Cama de su Hermano: Mi Dulce Venganza img Capítulo 5 No.5
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Capítulo 5 No.5

La cena fue una sesión de tortura disfrazada de comida.

La mesa del comedor era de seis metros de caoba, cargada de plata y cristal. Damián se sentó a la cabeza. Julián fue relegado a un lado, a mitad de camino.

Lucero estaba sentada a la derecha inmediata de Damián.

Era una posición de honor que no quería. Cada vez que miraba ligeramente a la izquierda, él estaba allí. Una presencia oscura y amenazante.

-Entonces, Julián -dijo Damián, cortando su bistec. El cuchillo raspó contra la porcelana, un sonido áspero-. Revisé los informes trimestrales de la división de entretenimiento.

Julián palideció. -El mercado es volátil, Damián.

-Perdiste el doce por ciento -dijo Damián-. En un año de auge. Parece que tu atención está... dividida.

Julián se atragantó con su vino.

Damián dirigió su mirada a Lucero. -¿Y tú, Lucero? ¿Qué haces para contribuir al legado Real?

-Ella incursiona -respondió Julián por ella, limpiándose la boca-. Caridad. Fiestas en el jardín. Mantiene la casa.

Lucero agarró su tenedor tan fuerte que sus nudillos se pusieron blancos. Quería gritar. Escribí la canción que actualmente es número uno en Billboard. Yo soy Iris.

Damián vio su mano. Vio la ira.

-Parece capaz de más -reflexionó Damián, haciendo girar su vino tinto. El líquido parecía sangre a la luz de las velas-. Quizás solo necesita... una mejor gestión.

El doble sentido colgó en el aire, espeso y pesado.

Un primo, borracho de chardonnay caro, intervino. -¿Es cierto lo de Serena Filo? Los tabloides dicen que está embarazada.

El silencio que siguió fue ensordecedor.

Lucero tomó un largo sorbo de agua para no gritar.

Julián parecía a punto de desmayarse. -Rumores. Solo rumores.

Damián se rió. Fue un sonido seco y frío. -Si lo está, espero que el padre tenga bolsillos profundos. El Fideicomiso de la Familia Real tiene una cláusula muy específica con respecto a los hijos ilegítimos. No reciben nada. Y el padre que los engendró queda aislado.

A Julián se le cayó el tenedor. Repiqueteó ruidosamente en su plato.

-Hablando del Fideicomiso -dijo Julián, con voz tensa-. Lucero ha estado... difícil. Está haciendo preguntas sobre las firmas de desembolso anual. Retrasando el proceso.

Damián levantó una ceja. Miró a Lucero. -¿Es eso cierto?

Debajo de la mesa, Damián se movió. Su pierna, sólida y pesada, presionó contra la de ella.

Lucero trató de apartarse, pero la pata de la mesa la atrapó del otro lado. Damián presionó más fuerte, su rodilla encajándose entre las de ella, forzando sus piernas a separarse debajo del pesado mantel.

Era una violación. Era un juego.

Ella miró al frente, con la cara ardiendo. Él estaba comiendo casualmente su bistec mientras dominaba su espacio, siendo dueño de su reacción.

-Solo quiero entender lo que estoy firmando -logró decir Lucero, con voz temblando ligeramente.

-Una cualidad prudente -dijo Damián. Deslizó su pie por la pantorrilla de ella, la fricción del cuero contra sus medias enviando un escalofrío por su columna-. Quizás Julián te subestima.

-Lucero parece sonrojada -notó Julián, ajeno al asalto que ocurría a un metro de él.

-¿La habitación está demasiado caliente para ti? -preguntó Damián, con ojos burlones.

-Estoy bien -logró ahogar ella.

-Bien -dijo Damián. Liberó la presión sobre su pierna de repente-. Porque la cena ha terminado.

Se puso de pie. -Lucero, acompáñame a mi auto. Tengo un archivo para Julián en el maletero, y él parece... indispuesto.

Julián estaba prácticamente hiperventilando. -Sí. Sí, Lucero. Ve.

Lucero se levantó, con las piernas temblando. Siguió a Damián fuera del comedor, lejos de la luz, y hacia la oscuridad.

            
            

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