-Proyecto Halcón. Código Rojo, General. -Mi voz era firme. No dejaba lugar a discusión.
El General Thompson me miró fijamente. Estaba sin palabras. Estudió mi rostro, luego mi postura. Se dio la vuelta y salió de la oficina. No dijo una palabra.
Un hombre con un elegante traje negro entró. Se movía con una eficiencia silenciosa. -Señorita Garza -murmuró-. Gael le envía sus saludos.
Un escalofrío repentino recorrió mi espalda. Mis instintos se dispararon. Algo se sentía mal.
Antes de que pudiera reaccionar, una explosión ensordecedora rasgó el edificio. El mundo se volvió negro.
Desperté en la oscuridad. Mi cabeza palpitaba. Mis brazos y piernas estaban atados. Estaba en un espacio confinado. Los escombros me presionaban.
La voz de Casandra. Distorsionada. Llena de una alegría maníaca. -¡Finalmente la atraparon! ¡La traidora! ¡Filtró nuestra misión! ¡Todo es su culpa!
-¡Secuestró a Benito! -Su voz se elevó a un chillido-. ¡Es peligrosa! ¡La heredera Garza está desaparecida por su culpa!
El rostro de César apareció en la penumbra. Sus ojos estaban fríos. Llenos de un vacío aterrador. -Puso en peligro a Benito. Pagará por esto.
-Usaremos su cuerpo como advertencia -dijo. Su voz era plana. Mortal.
Me miró. Sus ojos estaban desprovistos de emoción. -Tú elegiste esto, Elena.
-Preparen las cargas -ordenó. Su voz era tranquila. Demasiado tranquila-. Entiérrenla. Dejen que los escombros la aplasten.
Su mirada era inquietante. -Su sangre será un sacrificio por Benito. Y por el Grupo Garza. No lo cuestionarán.
Me debatí contra mis ataduras. Una oleada de adrenalina. Necesitaba salir. Necesitaba decírselo. Decírselo a todos.
Vi una rendija de luz. Una pequeña abertura. Me esforcé. Tiré. Me arrastré. Mis dedos rasparon contra el concreto áspero.
Casi libre.
Entonces el dedo de César. Presionó un botón. Un detonador remoto.
Un destello cegador. Un rugido ensordecedor. El mundo explotó a mi alrededor.
Mis padres. Sus rostros, sonriendo. El día de mi boda. El vestido blanco. Los votos.
"Para tenerte y protegerte, desde este día en adelante, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte, hasta que la muerte nos separe".
Mis lágrimas cayeron.
El comunicador de César crepitó. Una voz frenética. -¡Señor! ¡Urgente! ¡El Grupo Garza ha localizado a la heredera! ¡Se están movilizando!
-¡Estarán en el lugar en treinta minutos! -La voz era urgente. Desesperada.