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MARIABELLA POV
Me desperté entrecerrando los ojos por la luz del sol que entraba por las ventanas de mi habitación. Mi mirada siguió cientos de partículas de polvo que bailaban suavemente a través de la luz del sol. La luz del sol me calentó a mí y a mi manta, haciendo que la cama pareciera cien por ciento más acogedora de lo que ya era. Me acurruqué en ella. Se sintió bien. Bienvenido al primer día de tu nueva vida, pensé con optimismo.
Mis ojos recorrieron mi nueva habitación. En este momento, la habitación estaba casi vacía a excepción de los muebles básicos: una cama, una cómoda, mesitas de noche y un espejo. La tía Helena me dijo que tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo mío. Excepto por guardar mi ropa y maquillaje, no había tocado nada. Suspiré, pasando mi mano por las sábanas de algodón. Esto fue maravilloso. Estaba en mi nueva habitación, en mi nueva casa, con mi nueva familia, comenzando mi nueva vida.
No era realmente nuevo. Nada de esto era nuevo. Simplemente era... nuevo para mí, aunque en realidad no lo era. Mi mente acababa de olvidar, pero aun así todo sucedió. Era como si hubiera entrado en una de esas películas sobre un agente del gobierno al que le borran la memoria y tiene que averiguar quién es de nuevo. Me froté la frente dolorida. Los médicos dijeron que los dolores de cabeza podrían tardar unos meses en desaparecer, si no un año. ¡Con optimismo, un par de meses! Estaba comprometida con el optimismo.
-¡Oye, enana! ¡El desayuno está servido! - Una voz retumbó. Tiré de las sábanas sobre mi cabeza. Era mi primo Edwin. Podía escuchar la sonrisa en su voz.
-¡Solo un segundo! - Llamé de vuelta. Cerré los ojos e inhalé profundamente. Puedo hacer esto.
-¡Vale! - El grito. Hubo un momento de silencio y luego - ¡Ha sido un segundo!
Sonreí ante eso. La buena actitud de Edwin era contagiosa. - ¡Estaré abajo en breve, Edwin! - Grité, fingiendo estar molesta. Ya me había dado cuenta de que era casi imposible estar realmente molesto con Edwin, ¡era demasiado divertido! Nos llevamos bien por eso.
Recordé mi primera interacción con Edwin hace apenas unos días, después de mudarme. Toda la familia había sido muy amable y acogedora conmigo, pero todos me habían dado mi espacio para desempacar y acostumbrarme a las cosas. Todos excepto Edwin.
-Flashback... 2 días antes-
Edwin entró en mi habitación y saltó sobre mi cama.
-Hola - dijo simplemente. Su gran cuerpo ocupaba buena parte de mi colchón. Sus miembros casi colgaban del borde de la cama.
-¡Hola! - Saludé mientras desempacaba una de las muchas cajas de ropa que había traído conmigo.
-Entonces...- comenzó con una sonrisa juguetona en sus labios. -¿Te acuerdas de mí en absoluto? - preguntó.
Sonreí y negué con la cabeza, - Nop. Solo he visto fotos, lo siento
Sus ojos brillaron y apoyó la barbilla en su mano. - Entonces , eso significa que no recuerdas haber venido a visitarnos la Navidad pasada con tu familia para las vacaciones, ¿entonces?
-No - respondí, comenzando a preguntarme a dónde iba esta conversación...
Él tarareó mientras pensaba, - Entonces, ¿eso significaría que no recuerdas que me debías diez dólares después de que perdiste una apuesta conmigo? - Ahí estaba.
Levanté una ceja, -No sé... ¿de qué se trataba la apuesta?
-Algo que ver con Edward y Natasha y el muérdago... Ni siquiera recuerdo los detalles, pero perdiste y dijiste que traerías los diez dólares la próxima vez que me vieras y, sabes, eso sucede hoy !
Me uní a la farsa. Salté sobre la cama y me senté a su lado, emparejando su brillo con el mío. - Bueno, mira eso. Estoy seguro de que no te importará si tengo una segunda opinión sobre eso, sin embargo. ¡EDWARD! - grité.
Edwin frunció el ceño cuando Edward corrió hacia mi habitación, deteniéndose en la entrada.
-¿Mariabella? ¿Acabas de gritar por mí? - Edward preguntó cortésmente, divertido.
Sonreí y asentí con la cabeza, -¡Sí! Tengo una pregunta para ti sobre la Navidad y tú y Natasha... ¿ese era su nombre? Y el muérdago
-¡Mariabella! - Edwin siseó, tratando de poner su mano sobre mi boca. Lo esquivé con una sonrisa.
-¿Qué? - Edward se sonrojó, - ¿Cuál era la pregunta?
-¿Le debo diez dólares a Edwin?
Edward frunció el ceño - ¡Edwin!
-¿Qué? - preguntó, su rostro era una máscara de inocencia.
-Edwin, dale a Mariabella sus diez dólares - Edward dijo severamente con un dedo puntiagudo.
-¡Ja! ¡Lo sabía! - Me reí, sacando la lengua.
Edwin se movió en la cama y sacudió la cabeza, -Gracias, Edward
-No hay problema, Edwin - sonrió Edward, antes de volverse hacia mí. -Entonces, ¿cómo te estás adaptando, Mariabella?
-Me estoy acomodando bien... solo desempacando mucho - respondí.
Él asintió, -Bueno, si necesitas ayuda... solo grita. No pareces tener problemas con los gritos
Le sonreí, -Nop. No hay problemas ahí.
Edwin arqueó las cejas, pareciendo pensar mucho. -Eres tan feliz
-Bueno... sí. ¿Por qué no lo estaría?
-No empieces, Edwin. Acaba de llegar - advirtió Edward.
-Lo sé, lo sé, yo solo... está bien, Mariabella. No tienes que hablar de eso si no quieres, pero me preguntaba cómo puedes ser tan feliz cuando no puedes recordar nada. - preguntó Edwin rápidamente. Le dio a Edward una mirada como para decirle que se callara.
Sonreí, -¿Tus padres te dijeron lo que pasó?
-No mucho, no - admitió Edwin.
-Bueno, si vamos a vivir juntos, entonces creo que deberíamos conocernos lo mejor que podamos, ¿verdad? - Ante su asentimiento, continué -Así que... más o menos... tuve un accidente automovilístico grave hace aproximadamente un mes. Me golpeé la cabeza muy fuerte y ahora no puedo recordar nada de mi vida antes del accidente. Puedo recordar cómo hacer matemáticas y cosas estúpida, así... pero no tengo ningún recuerdo personal real. Mis padres siguieron tratando de encontrar formas de recuperar mi memoria, pero nada funcionó. Me enviaron a médico tras médico y terapeuta tras terapeuta, pero nada...
El rostro de Edwin se puso serio por un momento, -Eso debe haber apestado.