Entre Sombras.
img img Entre Sombras. img Capítulo 4 3.
4
Capítulo 6 5. img
Capítulo 7 6. img
Capítulo 8 7. img
Capítulo 9 8. img
Capítulo 10 9. img
Capítulo 11 10. img
Capítulo 12 11. img
Capítulo 13 12. img
Capítulo 14 13. img
Capítulo 15 14. img
Capítulo 16 15. img
Capítulo 17 16. img
Capítulo 18 17. img
Capítulo 19 18. img
Capítulo 20 19. img
Capítulo 21 20. img
Capítulo 22 21. img
Capítulo 23 22. img
Capítulo 24 23. img
Capítulo 25 24. img
Capítulo 26 25. img
Capítulo 27 26. img
Capítulo 28 27. img
Capítulo 29 28. img
Capítulo 30 29. img
Capítulo 31 30. img
Capítulo 32 31. img
Capítulo 33 32 img
Capítulo 34 33 img
Capítulo 35 34. img
Capítulo 36 35 img
Capítulo 37 36. img
Capítulo 38 37 img
Capítulo 39 38 img
Capítulo 40 39 img
Capítulo 41 40 img
Capítulo 42 41 img
Capítulo 43 42 img
Capítulo 44 43 img
Capítulo 45 44 img
Capítulo 46 45 img
Capítulo 47 46 img
Capítulo 48 47 img
Capítulo 49 48 img
Capítulo 50 49 img
Capítulo 51 50 img
Capítulo 52 51 img
Capítulo 53 52. img
Capítulo 54 53. img
Capítulo 55 55. img
Capítulo 56 56 img
Capítulo 57 57 img
Capítulo 58 58 img
Capítulo 59 59. img
Capítulo 60 60. img
Capítulo 61 61 img
Capítulo 62 62. img
Capítulo 63 63 img
Capítulo 64 64. img
Capítulo 65 65 img
Capítulo 66 66 img
Capítulo 67 67 img
Capítulo 68 68 img
Capítulo 69 69 img
Capítulo 70 70 img
Capítulo 71 71 img
Capítulo 72 72 img
Capítulo 73 73 img
Capítulo 74 74 img
Capítulo 75 75 img
Capítulo 76 76 img
Capítulo 77 77 img
Capítulo 78 78. img
Capítulo 79 79. img
Capítulo 80 80. img
Capítulo 81 81 img
Capítulo 82 82 img
Capítulo 83 83 img
Capítulo 84 84. img
Capítulo 85 85. img
Capítulo 86 Extra. img
Capítulo 87 86 img
Capítulo 88 87. img
Capítulo 89 88. img
Capítulo 90 89. img
Capítulo 91 90 img
Capítulo 92 91 img
Capítulo 93 92 img
Capítulo 94 94. img
Capítulo 95 95. img
Capítulo 96 96. img
Capítulo 97 97. img
Capítulo 98 98. img
Capítulo 99 99. img
Capítulo 100 100 img
img
  /  2
img

Capítulo 4 3.

Capítulo 3

Narrador omnisciente.

La decisión ya está tomada.

Angélica no bajó de inmediato; se tomó su tiempo para ducharse primero, intentando aplacar la calentura que le provocaba el simple recuerdo del jefe. Era increíble cómo podía alterarla con tan solo su presencia.

Sin embargo, ella sabía que no podía meterse con él. Sería como hacer un pacto con el diablo, vender su alma... y ella, aunque negra, apreciaba su alma más que cualquier otra cosa.

Tras terminar de bañarse, se dirigió al clóset de la habitación para buscar algo que ponerse.

Al abrirlo, se llevó la sorpresa de encontrarlo lleno de ropa, toda de su talla. No se molestó en cuestionar por qué; simplemente tomó algo sencillo. No se pondría a investigar de quién era esa ropa: la necesitaba más que nadie en ese momento.

Eligió un short de algodón corto y una camiseta larga que le cubría el trasero, dando la impresión de que solo llevaba la camiseta.

Apenas se había puesto el short y el sujetador cuando la puerta se abrió de golpe, sobresaltándola. Instintivamente se puso en guardia, creyendo que era un ataque.

Pero al ver quién entraba corriendo en la habitación, suspiró entre alivio y resignación. Por un momento pensó que el jefe había decidido tomarla como si no hubiera un mañana.

-¿Qué sucede? -le preguntó, viendo cómo él se detenía para observarla de pies a cabeza.

Él no respondió. Solo se acercó a abrazarla, soltando un suspiro de alivio contra su cuello.

-Estaba tan preocupado de que algo malo te hubiera pasado -le murmuró.

Ella no era dada al sentimentalismo, pero con él podía quitarse la máscara de indiferencia y mostrar su lado más vulnerable.

Le devolvió el abrazo con fuerza, haciéndole saber que también se preocupaba por él.

-Siempre juntos -le dijo ella-. ¿Recuerdas?

Él deshizo el abrazo para verla a los ojos. Sabía que, cuando Angélica decía esas palabras, las sentía de verdad.

-Siempre juntos -asintió él.

Angélica le regaló una cálida sonrisa.

-Ahora, ¿me dejas terminar de vestirme? -preguntó divertida.

Finalmente, él se dio cuenta de lo ligera que estaba vestida. Asintió torpemente y salió de la habitación para darle su espacio.

Una vez lista, ambos se reunieron en el pasillo, buscando el comedor.

Habían pasado unos minutos en silencio cuando Ricardo rompió el mutismo:

-¿Cómo terminamos en esta situación? -preguntó, aún confundido. Lo último que recordaba era que los iban a encerrar en un calabozo, como en plena Edad Media.

-No lo sé -respondió Angélica-. Pero es mejor que estar encerrados en una celda.

Ricardo hizo una mueca amarga.

-Da igual dónde estemos... igual nos matarán -dijo.

Ella lo pensó un momento, luego sonrió con ironía.

-Si nos quisieran muertos, nos habrían matado en el local -señaló obvia.

Ricardo reflexionó. Más que nadie, sabía que la mafia no se andaba con rodeos cuando se trataba de eliminar a alguien. Si estaban vivos, era porque los necesitaban... o quizás porque habían descubierto quién era él. De ser así, no andarían caminando tan tranquilos por la mansión del jefe, de quien, aunque no conocía personalmente, había escuchado suficientes "proezas".

-¿Qué quieren entonces? -preguntó, intrigado.

Angélica dudó un momento. Sabía que Ricardo tenía derecho a saber el trato que había hecho, y no ser sincera pondría en riesgo su amistad. Tenía que ser honesta.

-Hice un trato con él -admitió.

Ricardo se quedó petrificado. No movió un solo músculo. Luego, como si estuviera poseído, se giró lentamente hacia ella.

-¿Qué hiciste qué? -preguntó, temiendo haber oído mal.

-Lo que escuchaste. Quiere que lo ayude con tecnología, y acepté -respondió, diciendo lo poco que sabía del acuerdo.

Ricardo se pasó la mano por la cara, exasperado. No sabía si su amiga era demasiado lista... o increíblemente estúpida.

-¿Sabes que te has condenado? -le preguntó.

Angélica hizo una mueca. Su situación actual no era muy diferente a lo que vivía cada día bajo la vigilancia de su hermano.

Era irónico: él nunca estaba en casa, pero sus constantes monitoreos de dónde estaba y con quién la asfixiaban. Ante eso, se vio obligada a buscar su libertad, aunque implicara vender su alma al diablo.

-No es muy diferente a como ya vivía -le dijo.

Ricardo suspiró, rindiéndose a la evidencia.

-¿Qué haremos ahora? -quiso saber.

Ella lo miró un instante, justo cuando estaban por llegar al comedor, donde todos -sirvientes y dos hombres sentados a la mesa- dirigieron su atención hacia ellos.

-Cumplir con la decisión tomada -le respondió Angélica.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022