dietético, me encanta. Esa es mi fórmula de vida. Si no tengo ganas de comer. Al menos me
doy un gusto con algo que sea delicioso.
Regreso a la oficina y hago la lista de lo que tengo pendiente: renovar el pasaporte, comprar
el bolso de mano, sacar las copias del boleto electrónico y comprar una tarjeta para
llamadas internacionales.
Sí, ya pensaba en que al llegar al aeropuerto en Roma debía comunicarme con mis
anfitriones.
Veo el reloj y me queda media hora libre aún. Entonces, me pongo a mirar vídeos sobre
Roma y Venecia en mi móvil. Me llama mucho la atención el arte y la arquitectura de los
edificios. Me parece todo muy hermoso. Hasta se imaginó dando un paseo en Góndola,
aunque sea solo una vez.
Supongo que no me alcanzará el tiempo para visitar todas las iglesias y museos. Asimilar
tanta información será imposible. Me decidiré por los más importantes.
Lo que me llama la atención, es conocer la vida de las personas allá. Relacionarme con los
lugareños y aprender de la cultura popular. Eso no se puede leer en los libros, se vive.
Estando ensimismada en mis pensamientos, no me percaté que alguien había entrado a la
sede.
- Hola, feliz tarde.
Me sobresalté y sonreí, es el contador de la empresa.
- ¿Cómo está?. No lo vi venir.
- Bien gracias, es que me ha abierto la puerta el jefe. Acabo de llegar del aeropuerto.
- Bienvenido. Qué gusto que nos visite.
- Si, ya sabes, vengo por trabajo, pero me desocupo y voy a hacer unas compras. No
puedo volver sin algo que darle a mi mujer.
- Cierto, bienvenidos los detalles.
- ¿Qué le podré llevar?. A uno se le nubla la mente cuando se trata de ustedes. Los
hombres somos tan básicos, con una camisa o un perfume estamos felices. No quiero que
me arrugue la cara, si no le gusta lo que le compre.
-Ja, ja, ja. ¿No la creo capaz?.
No has visto nada. A veces pienso que lo hace por molestar.
- Si me permite que le oriente. Le puedo sugerir algunas opciones.
- No solo lo apruebo, sino que te doy mi tarjeta y me sacas del apuro. Por favor, yo me
tengo que reunir con Felipe y eso es para largo.
- No es molestia. Igual yo voy a buscar unas cosas que necesito. A las mujeres nos
encanta comprar, es una terapia.
Me entregó su tarjeta de crédito y se fue a la reunión. Me quedé imaginando qué podía
elegir para la señora.
Entré a Instagram a revisar las opciones de regalos. Vi tantas cosas lindas que no sabía qué
elegir. Lo más seguro es que me decida por una cartera. Eso nunca está de más en el
armario y a todas las mujeres nos encanta presumir un bolso nuevo.
Es la hora de retornar a mis labores. El archivo está listo. Ahora redacto los comunicados
pendientes al personal.
Lo que más me agrada de mi trabajo en la empresa es que me dan libertad para tomar
algunas decisiones y me permiten crecer en el ámbito profesional. No son egoístas en ese
aspecto. Pagan los gastos de las formaciones, diplomados y un porcentaje de la matrícula de
la universidad. Es un estímulo para que el personal se prepare.
Redacto las comunicaciones y las paso a mi jefe, queda pendiente la revisión y firma.
Salgo de la oficina, al culminar la jornada. Voy directo a la escuela de baile. Una de mis
pasiones.
Me encanta la danza, consigo expresarme a través de este arte. Una vez que llego a la
academia me dirijo rápido a los vestidores con mi bolso y me cambio de ropa. Me detengo
frente al espejo, me encanta el atuendo. Usando un body, medias y leggings me siento toda
una bailarina profesional.
Recojo mi cabello en un moño alto y me dirijo al salón. Allí están mis compañeros
aguardando al profesor.
La clase inicia a las 6 de la tarde y faltan solo minutos. Empiezo a hacer estiramiento para
calentar los músculos. Algunos grupitos conversan, otros, como yo, preferimos estar en
silencio.
Me miro, mientras estiro los músculos. Veo el reflejo de mis ojos en el espejo. Mi rostro se
ve distinto. Un brillo resulta de las emociones que brotan desde lo más profundo de mi
corazón.
La música comienza a sonar, señal que el maestro está por ingresar al salón.
- Bienvenidos. ¿Cómo amanecen?. Hoy vamos a ensayar una coreografía que
presentaremos en el teatro a fin de año. Así que, a prestar atención.
La he dividido en tres bloques. Atentos, cada uno es diferente.
Los tiempos los voy a ir indicando. Ahora, los golpes fuertes son en uno y cinco, no lo
olviden.
Empecemos, con pierna y brazo contrario, uno, dos, tres, cuatro. Repito, la pierna la
llevamos hacia adelante en diagonal, alternando el peso del cuerpo y regresando al punto de
partida.
Los brazos van haciendo un círculo hacia atrás. Uno, dos, tres, cuatro...
Me encuentro disfrutando al máximo de la clase. Me inspiro, concentrada en la música,
repitiendo cada movimiento, una y otra vez.
Pasados cuarenta y cinco minutos culmina la práctica. Termino empapada de sudor. Sudo
mucho, me muevo usando todo mi cuerpo, al ritmo de la música. Sé bailar salsa, merengue,
urbano y un poco de samba.
En una ocasión acompañé en tarima a mi maestro, en un montaje de reguetón. Le pongo
sentimiento y carácter a la interpretación. Amo este arte, me permite expresarme al ritmo de
la música. Bailar requiere tanta concentración que es como resetear la mente. No cabe otro
pensamiento, en ese momento. Por eso me encanta.
- Nos vemos pasado mañana y recuerden practicar en casa - dijo el maestro.
Me despido de todos, muy satisfecha con la clase.