Tu, mi alfa
img img Tu, mi alfa img Capítulo 4 El alfa
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Capítulo 6 Fiesta de vendemia img
Capítulo 7 Luna img
Capítulo 8 8. Tu eres mi mete img
Capítulo 9 9. Historia img
Capítulo 10 10. Extraño img
Capítulo 11 11. Lobo, lluvia, besos img
Capítulo 12 12. Primera vez img
Capítulo 13 13. Odio img
Capítulo 14 14. Margaritas y sorpresa img
Capítulo 15 15. Beta img
Capítulo 16 16.¿Lazo en peligro img
Capítulo 17 17. Corazon con ventaja img
Capítulo 18 18. Muerte img
Capítulo 19 19. Preguntas y respuestas img
Capítulo 20 20. Sorpresa img
Capítulo 21 21. Nada importa ahora img
Capítulo 22 22. Lobo pervertido img
Capítulo 23 23. Dos palabras img
Capítulo 24 24. Urgencias img
Capítulo 25 25. Vainilla img
Capítulo 26 26. ¿Diablo o lobo img
Capítulo 27 27. Tres Cosas img
Capítulo 28 28. Cuenta Conmigo img
Capítulo 29 29. Reencuentro img
Capítulo 30 30. Confrontación img
Capítulo 31 31. Nervios img
Capítulo 32 32. Necesidad img
Capítulo 33 33. Falsedad img
Capítulo 34 34. Recuerdos img
Capítulo 35 35. Código de lobo img
Capítulo 36 36. Omega img
Capítulo 37 37. Balde de agua fría img
Capítulo 38 38. Primer mes img
Capítulo 39 39. Segundo Mes img
Capítulo 40 40. El lobo perfecto img
Capítulo 41 41. Un nuevo Bendetti img
Capítulo 42 42. Espirales img
Capítulo 43 43. Mi superhéroe img
Capítulo 44 44. Sureños img
Capítulo 45 45. Malditamente mia img
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Capítulo 4 El alfa

Marcelo trataba de concentrarse en su trabajo. Necesitaba estar concentrado pues estaba a punto de decidir con cual de los dos prospectos a socios podía poner en sus manos la distribución de sus vinos al Oriente. Uno de ellos un lobo alfa y por consiguiente había mucha disputa entre ambos, el otro, un hombre de unos cincuenta años pero que le inspiraba poca confianza por qué presentía que este hombre tenía negocios turbios.

¿Pero como concentrarse cuando cada vez que pensaba en la voz de aquella mujer de la noche pasada, se le aceleraba el pulso y sentía como su lobo aullaba de impaciencia en su interior?

Su mate, su lazo, su compañera de vida.

Sí, era su mate y Marcelo lo supo desde la noche en que volvió alterado y su abuela Stella lo vio dando vueltas, como león enjaulado, en el despacho. Ella había entrado a despedirse de su nieto, pues tenían una tradición de cada noche antes de dormir ir a despedirse de cada miembro de la familia. Pero Stella había visto a su nieto tan confundido, tan encerrado en sus pensamientos, tan preocupado, tan desesperado. Así que decidió hablar con él.

-Cuéntame porque estás así de desesperado- pidió Stella sentándose en el sofá victoriano junto a la librería.

Marcelo se sentó junto a su abuela y recostó su cabeza en el espaldar. Cerró sus ojos y suspiró cansado. Eso de verdad le estaba perturbando y haciendo que esté inquieto. Su abuela acarició su mejilla y él abrió sus ojos y trató de sonreír.

-Abuela, como te explico- dijo y entrelazó sus manos dejándolas encima de su estómago.

-¿Porque estás así de desesperado? Este no eres tú- dijo la señora de unos setenta y tres años.

-Cuando salí a dar un paseo por lo viñedos entre al terreno de Luka a comer de sus uvas.- dijo y su abuela lo vio desaprobatoriamente y el rodó los ojos -Sí abuela se que no debo hacerlo. En fin entre y cuando estuve a punto de comérmelas alguien, o más bien, una mujer me vio.-

-¿Llamaron a la policía o peor aún a Luka?- preguntó y negó.

-No me vio. Pero sí me sentí muy diferente. Siento una opresión en el pecho que no me deja en paz. La angustia me carcome por dentro y no sé que me está pasando. Sentí la necesidad de entrar y proteger a quién sea que estuviese allá dentro- dijo y se quedó mirando al techo -Y su olor, Dios, es tan hipnotizante. Su escencia me perturbó y no dejo de pensarla-

-Querido, encontraste a tú mate.- dijo su abuela con una sonrisa.

-Imposible. Ya yo no estoy para eso. Tengo treinta ya no hay posibilidad de que conozca a mi mate.- dijo negando incrédulo.

-Estás equivocado. Aunque no estés en la edad común que un lobo encuentre a su lazo no quiere decir que no la encontrarás. Tú alma gemela siempre será tú alma gemela. Y tu lazo está pocos minutos de aquí. ¿Es mujer o hombre?- preguntó y él contestó

-Mujer y una corpulenta- dijo en susurros.

-Eso no tiene que ver nada. Mate es mate y si esa mujer es tú mate será bienvenida en la manada-

-No es porque sea gorda pero jamás pensé que mi mate fuera así. Aunque no te niego, tiene un cuerpo increíble para ser una mujer gorda pero no sé-

-Siempre puedes rechazarla pero ya sabes las consecuencias- dijo Stella muy seria.

-Lo sé pero la cosa es que mi lobo no quiere. Está reacio a que yo la rechacé. ¿Y si es un humano o peor aún una cazadora? Que sé yo. Será el fin de todos. Será el fin de la manada.

Stella acarició los rizos de su nieto y este suspiró angustiosamente. Sabía que Marcelo se había resignado a encontrar su mate porque la mayoría de los lobos la encuentran antes de los treinta y él ya estaba por cumplir los treinta y uno. Todos, en la manada, también estaban resignados a no tener su luna y eso no era malo pero era necesario. Se necesitaba una manada completa y en esos momentos su manada esta incompleta. Sin su alfa, sin su luna.

-Conócela. Indaga sobre ella. Quizás no es una humano y es una mujer lobo. Todo puede pasar. Pero si es una humano sabes los riesgos que conlleva esto- dijo su abuela seria y él asintió.

Suspiró cansado, esa conversación habían sido dos noches atrás y aún le era imposible conciliar el sueño. Decidió dejar de pensar en sus negocio cuando Francesco entró al despacho. Francesco entró con unos papeles en un folder. Él había decidido buscar información sobre ella y sobre el hombre que estaba con ella. Los celos le carcomía lenta y tortuosamente de tan sólo pensar en su mate con otra persona. Suspiró aliviado cuando vio soltera en las primera líneas.

-Altair Garrido, 23 años, origen latinoamericano, soltera, egresada de Georgetown.- leyó y su corazón se aceleró como una adolescente cuando ve a su amor platónico.

-Es una humana- advirtió Francesco con cuidado y el estruendo lo hizo saltar en su asiento.

Marcelo maldijo dejando caer su puño en su escritorio. ¿Como la vida le jugaba así? Tardó treinta años encontrar a su mate para que resulte ser una humana. El principal problema de que ella fuese humana era que debía contarle todo sobre su vida. Tendría que convertirla en una mujer loba y sabía que en cuanto le cuente toda la verdad su mate se espantaría y huiría de él y eso no lo soportaría. No podría soportar que su mate lo rechace, sería algo inhumano. Había visto varios lobos que habían sido rechazados por sus mates y el estado de esos lobos era uno deplorable. Marcelo no necesitaba eso en su vida, no quería que su mate lo rechazara.

-¡Maldita sea!- gritó y se levantó tan bruscamente que la silla, en la que estaba, cayó al suelo.

Francesco lo trató de tranquilizar y hacerlo entrar en razón. Le sugirió ir a conocerla o simplemente rechazarla. Francesco sabía que era lo que conllevaba el rechazo y no quería eso para su hermano. Pero si no la rechaza corre el riesgo de ser rechazado y tratado como un monstruo y lo que mas le dolería a su alfa sería el ser rechazado.

-Recházala-

-Mi lobo no quiere.- masculló al caminar de un lado a otro.

-Inténtalo. Tú siempre has controlado a tu lobo.- dijo Francesco y Marcelo lo miró pensativo.

Quizás así será mejor. Aunque a la larga muera de sufrimiento quizás podía ser más factible. Preferiría sufrir antes de poner en peligro a su mate. Prefería sufrir por ser él quien rechaza a ser rechazado por ella. Lo pensó y lo pensó por unos minutos.

Francesco solo lo observaba con la angustia que sabía que su alfa estaba sintiendo. Él no sabía nada de mates pues tampoco él la ha encontrado pero tenía que darle todas las opciones posibles. Aunque estás sean las más dolorosas. Observó como su alfa estaba debatiéndose mientras aguantaba su cabeza con sus manos. Vio la angustia y desesperación en sus ojos cuando Marcelo se levantó. Caminó a las puertas de cristal, que daban a un pequeño balcón y escuchó un resoplido angustioso-

-Yo, Marcelo Bendetti rechazo a Altair Garrido como...- dijo pero fue interrumpido por la transformación de sí mismo.

Su lobo había interrumpido su rechazo. Un lobo negro se había alzado ante los ojos de Francesco quien no pudo verle directamente a los ojos rojos sangre pues ese era su alfa. Le rendía pleitesía a su alfa y verlo a los ojos era una ofensa si su alfa no lo pedía. El lobo, de pelaje negro azabache, se paseó majestuosamente por el despacho.

Mírame

Francesco lo miró serio sin dejar de intimidarse. Aunque aún así él sabía hasta donde llegaban sus límites con su alfa.

Jamás permitiré que rechace a mi mate

Su beta asintió y se encaminó despreocupadamente hasta el balcón. Subió de un salto a las barandas de cemento y dando un salto majestuoso cayó en el patio trasero. La mirada de Francesco no dejó de ver a su alfa. Tuvo que dejar a su lobo salir al exterior ya que vio que el camino que su alfa estaba tomando amenazaba a todos. Un majestuoso lobo rojo con ojos amarillos se levantó. Corrió en sus cuatro patas pidiendo que su alfa no cometa ni un error. Aligeró el paso y lo interceptó haciéndolos rodar.

Era de día y era muy peligroso que vaya a ver a Altair y más era estando en su forma de lobo. El lobo negro gruñó caminando en círculos con su beta para ver quien tiraba el primer mordisco. Aunque eran hermanos y beta y alfa aún así habían peleas. Pues el beta siempre hacía entrar en razón a su alfa. Un par de minutos después el lobo beta se convirtió en Francesco y el lobo alfa se convirtió en Marcelo.

Ambos se tiraron al suelo bajo el candente sol.

-Gracias hermano- dijo Marcelo con el ceño fruncido. Ahora que lo pensaba no podía ir y presentarse como un lobo frente a ella.

-Agradécele al beta. Él fue quien te detuvo- dijo Francesco sin decir nada más.

-Pero tu me detuviste cuando el lobo quería ir y reclamarla suya.- dijo mientras se sentaba en la tierra. Estaban rodeados de las ultimas lineas de árboles de uva.

-No podía permitir que el alfa y Marcelo se aparecieran así como así ante ella.- dijo su mejor amigo y Marcelo asintió.

-Gracias, nuevamente- dijo se levantó y ayudó al beta.

-Volvamos al trabajo- habló Francesco y Marcelo se encaminaron de nuevo a la villa no sin antes ver la villa

Por más que quisiera rechazarla no podría. Aunque la verdad no era que no quisiera era cuestión más de que debía y quería proteger a su compañera de vida. Aunque eso signifique cuidarle de él mismo. Pero ya ven, su testarudo e imponente alfa, habló por los dos. Ahora era solo cuestión de tiempo de que se encontrara con su mate, con su alma gemela.

            
            

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