Capítulo 2 Un matrimonio beneficioso

Aunque estaba emocionado, Bryan todavía desconfiaba. Después de todo, ni siquiera los mejores médicos del mundo le dieron esperanzas, así que ya se había resignado a que nunca recuperaría su sentido del olfato.

Ante el escepticismo de Bryan, Finley sonrió y explicó: “Mi abuelo materno es otorrinolaringólogo y realizó una extensa investigación sobre los trastornos del olfato. Mi madre era una de las mejores perfumistas del mundo. Aprendí de ambos y uní las dos habilidades”.

De repente, extendió una mano y tomó el frasco.

“Este frasco de perfume es un pequeño secreto que se me ocurrió. Puede ayudar a las personas a recuperar su sentido del olfato, aunque, desafortunadamente, los efectos son solo temporales. Una cura definitiva es más complicada, pero no imposible”.

Después, guiñó un ojo con picardía y agregó: “Si te casas conmigo, obtendrías este beneficio. ¡Piénsalo! ¡Es lo mejor para ti!".

"¿Por qué quieres casarte conmigo?", preguntó él, aturdido.

Después de un momento de silencio, Finley respondió honestamente: “Porque me salvaste la vida”.

Al ver que el ceño de Bryan se fruncía, Finley sonrió y explicó: “Acabo de escapar de ser violada por una docena de hombres. De no ser por ti… ya estaría muerta”.

"Antes de que mi madre muriera, ella dijo que la única forma para sobrevivir en mi familia sería inclinando la cabeza y aceptando que era la oveja negra a la que todo el mundo ignoraba...".

Bryan permaneció en silencio, por lo que Finley continuó hablando.

“Mis medias hermanas me tendieron una trampa en la escuela para que me expulsaran. Mi madrastra desenterró la tumba de mi madre y t*rturó al perro que crié solo para que me convirtiera en su sumisa. Por si fuera poco, me drogó y me dijo que estaba condenada a ser utilizada por esos hombres repugnantes".

De repente, la mujer apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas dejaron marcas en su palma. “De no ser porque apareciste y ordenaste a tus hombres que despejaran el bar, probablemente ahora sería un cadáver. Jamás olvidaré las miradas sucias y las manos sudorosas de aquellos hombres. Fue la peor pesadilla de mi vida, pero gracias a ti, logré mi libertad. Y esta es mi forma de agradecértelo".

Después de escucharla, Bryan sintió que esta mujer realmente estaba fuera de sus cabales, pero al ver el brillo obstinado en sus ojos, su corazón se conmovió inexplicablemente.

"¿Entonces tu agradecimiento es pedir mi ayuda para vengarte?", preguntó él.

"¡Por supuesto que no! Me vengaré con mis propias manos. No te involucraré en absoluto", contestó Finley. Luego, lo miró directamente a los ojos y agregó: "Necesito tu ayuda para... dar a luz a un niño".

Bryan se quedó perplejo por unos segundos antes de que recobrara el sentido. "¿Has perdido la cabeza? ¡No!"

“Escucha, tú tampoco perderías con esto. Tómalo como si te estuviera pidiendo otro favor".

"¡Estás loca!"

“No lo estoy. Eres un gran partido, Bryan. Tienes una familia ilustre y un buen físico. Con tus genes y los míos, nuestro bebé será increíble”.

Finley continuó: “Una vez que tenga un hijo, la herencia familiar que construyó mi madre a costa de su sangre, sudor y lágrimas, será legítimamente mía. Para entonces, la venganza será pan comido”.

Antes de que Anthony Keith, el abuelo de Finley, falleciera, cambió su testamento. En lugar de nombrar un heredero, estableció que la primera nieta que se casara y diera a luz un hijo, se convertiría en la cabeza de la familia.

Una vez que Finley se convirtiera en la cabeza de la familia Keith, todos los desprecios se convertirían en aprecios y estimas.

Finley vio que Bryan estaba a punto de volver a rechazarla, así que se apresuró a decir: “¡Tú también te beneficiarías de esto! Esas molestas moscas de la familia Turner serán espantadas una vez que nazca el bebé.

“Estás demasiado informada”, dijo Bryan.

"Sé lo suficiente", contestó Finley. Luego, volvió a extender su mano y preguntó: "¿Tenemos un trato?".

Bryan miró su mano y luego la gran marca en su mejilla.

Finley se rio entre dientes, levantó una ceja y dijo: “Ah, se me olvidó. ¿Te preocupa que nuestro hijo herede mi apariencia?”

Después, volvió a rebuscar en su mochila y sacó un desmaquillante y unos algodones.

Minutos más tarde, mostró un rostro completamente diferente.