Capítulo 4 ¡Échala como la p*rra que es!

Menos de una hora después, Finley Keith y Bryan Turner eran oficialmente marido y mujer, pero antes de que firmaran el acta final, ella lo miró y le dijo en un tono reconfortante: "No te preocupes, no te arrepentirás".

Bryan resopló y murmuró: "Ya estoy empezando a hacerlo".

“Confía en mí. Te demostraré cuán capaz soy hasta el punto de que no tendrás que preocuparte por mí. Como tu esposa, incluso te protegería de los lobos de tu familia".

Al igual que todas las familias ricas, la familia Turner también tenía algunas ovejas negras entre ellos.

Bryan no le creyó en absoluto, pero finalmente firmó sin decir nada. Después de recoger el certificado de matrimonio, salió de la Oficina de Asuntos Civiles, se dirigió hacia su lujoso Maybach y abrió la puerta, cediéndole el pase a la nueva Sra. Turner.

Sin embargo, en lugar de entrar, Finley dijo: "Tengo un asunto pendiente que hacer ahora. Ve a casa y en unos minutos te alcanzo".

Sin darle a Bryan la oportunidad de decir algo, se paró de puntillas, le dio un beso en la mejilla y se fue corriendo, mientras gritaba: "¡Nos vemos en la habitación, amado esposo!”.

Atónito, Bryan vio a su esposa marcharse a toda prisa. De repente, sintió las miradas curiosas de la gente en la calle y subió al auto, sin todavía creer que estaba legalmente casado.

“¡Diablos! ¿Por qué lo hice?”, murmuró, y se alejó rápidamente antes de que el impulso de seguir a su esposa y averiguar qué había planeado superara su sentido común.

Cuando Finley llegó a la casa de Keith, el cielo estaba oscuro, así que las farolas estaban encendidas. Al mismo tiempo, la familia feliz de cuatro estaba reunida en la mesa, a punto de hacer un brindis porque por fin Finley ya no formaba parte de sus vidas.

Dirk miró a sus dos hijas con orgullo mientras Tina Anderson, su esposa, ordenaba a las criadas que sirvieran la cena.

De repente, Tricia Keith, la hija mayor, levantó su copa de vino y dijo. "Quiero proponer un brindis por nuestra nueva vida. Ahora que la p*rra no forma parte de la familia, todo marchará de maravilla".

Las cuatro personas en la mesa brindaron y comenzaron a comer.

"Aunque todavía hay algo que me molesta", dijo Rita Keith, la hija menor.

“Alguien publicó en la página de la institución que esa p*rra intentó seducir al estudiante más popular de último año, así que todo el colegio lo sabe. ¡Ahora todo el mundo me señala diciendo que soy igual a ella por el hecho de ser su hermana!", agregó. Después, miró a Tricia.

De hecho, fue a Tricia a quien se le ocurrió la brillante idea de incriminar a Finley y hacer pública la noticia, con la finalidad de que su padre tuviera motivos para deshacerse de ella. Después de todo, el colegio no toleraba comportamientos promiscuos y a su padre le preocupaba su reputación y estatus.

Riéndose entre dientes, Tricia dijo: "No te preocupes. Ella ya no volverá más, así que solo bastará un poco de tiempo para que se olviden de su existencia".

Tina Anderson notó la incomodidad de Dirk al recordarle el escándalo de Finley y rápidamente cambió de tema.

“No arruinemos la cena hablando de esa desvergonzada. Mejor empecemos a comer".

Tricia entendió la intención de su madre y dijo: “Papá, ¿has oído algo de los Turner? Alton Turner está en busca de alguien para que se convierta en su nieta política. Como Rita ya tiene novio, el puesto de la Sra. Turner debería ser mío, ¿no crees?". Luego, le sonrió a Rita con suficiencia.

Rita entrecerró los ojos y replicó: “Es solo una aventura pasajera. ¿Quién sabe? Tal vez el anciano prefiere a alguien más joven para casarse con su precioso nieto”.

Riéndose entre dientes, Tina contestó: “No importa quién de ustedes dos sea la elegida. Lo importante es que todos los miembros de la familia seremos la envidia de la ciudad. Luego, una vez que nazca un niño, la herencia de la familia Keith será nuestra”.

Tricia y Rita intercambian miradas, sintiendo que la victoria era suya.

Dirk también soñó con ese momento. Después de todo, los Turner le debían un favor, así que estaba seguro de que tarde o temprano se convertiría en el suegro de una de las familias más poderosas de Capital City.

“Tina, lleva a las chicas de compras mañana. Iremos a visitar Alton…”

De repente, un fuerte golpe en la puerta interrumpió las palabras de Dirk. “¿Qué demonios sucede? ¿No ves que estamos cenando?", le espetó a la sirvienta.

“S-señor, es… la señorita Finley…”, tartamudeó ella, con rostro pálido.

"¡Esa desvergonzada ya no pertenece a la familia! ¡Échala como la p*rra que es!", gritó Tina.

De repente, se escuchó un fuerte ruido y un gran ataúd fue llevado al comedor por una figura velada vestida de negro de pies a cabeza.

"¿De verdad piensan echarme? Creí que era yo el motivo de la celebración de esta cena", dijo la figura, en voz baja, pero clara.

Todos se quedaron en shock antes de que Tina se palideciera y gritara: "¡Un fantasma!"