Capítulo 8 ¡Envíala a mi habitación!

Atónita por haber sido confundida con la nueva sirvienta, Finley se quedó en shock .

Mientras tanto, el ama de llaves, Kate Jones, comenzó a perder la paciencia por la lentitud de la nueva empleada.

Ni en sueños imaginaría que esa chica de cara fea y ropa barata era la esposa del patrón. Además, Bryan no acostumbraba a recibir visitas de mujeres, así que tampoco imaginó que fuera una invitada.

“¿Estás sorda, niña? ¿Qué esperas para ir a la cocina? ¡Ponte a trabajar!"

Finley estaba a punto de explicar su identidad, cuando el ama de llaves comenzó a murmurar por lo bajo con las criadas.

Ante esto, la joven decidió ignorarla. Al fin y al cabo, estaba demasiado agotada como para dar explicaciones.

Media hora después, Bryan todavía no aparecía. ¿Acaso lo estaba haciendo a propósito porque quería ver su reacción?

Pensando en esto, tiró el uniforme a un lado y se sentó en el sofá.

"¡Cómo te atreves! ¡Levántate! ¡Una criada no puede darse el lujo de relajarse en el sofá!", gritó Kate, furiosa.

Finley levantó una ceja y dijo con frialdad: "¿En qué momento dije que era la nueva sirvienta? Lo siento, pero soy amiga del Sr. Turner".

Creyendo que esta mujer estaba fuera de sus cabales, Kate parpadeó y replicó: "¿Tú? ¿Cómo puedes ser amiga del Sr. Turner? ¡Mi jefe no acostumbra a relacionarse con gente como tú!"

Riéndose entre dientes, Kate contestó: “Aunque no me creas, sí lo soy. Bueno, para ser específica, soy una nueva amiga… y su nueva doctora”.

“¡Jajajaja! ¿Eres médico? ¡Parece que apenas acabas de terminar la secundaria!"

Finley ignoró las carcajadas y le agarró la mano. Enseguida, colocó los dedos en su pulso e inclinó la cabeza para analizar el rostro de la mujer.

"¡Oye! ¿Quién crees que eres?"

“Te lo dije, soy médico. Shh, cállate un rato”.

"Que clase de médico…"

“Soy una experta. Ahora, shh…”

Segundos después, le soltó la muñeca y preguntó: “¿Sueles tener dolores de cabeza, dolores en el pecho, mareos y dificultad para respirar?”

Kate se sorprendió tanto que instintivamente abrió la boca. “Eso… Eso le confesé a mi médico la semana pasada. ¿Cómo lo supiste?"

Finley sonrió y contestó: “¿No entendiste? Soy médico. Debes intentar relajarte, comer saludablemente y controlar tu presión arterial siempre”.

Kate abrió los ojos, sin poder creerlo. “¡Es exactamente lo que dijo mi médico! ¡Dios mío, señorita! Lamento mucho haber sido grosera con usted. Es solo que las únicas mujeres aquí son sirvientas, así que pensé que el mayordomo contrató a alguien más. Soy Kate Jones, el ama de llaves".

"Encantada de conocerte. Soy Finley Keith".

“Señorita Keith, ¿es usted la nueva doctora personal del Sr. Turner?”

Finley asintió. Al final de cuentas, doctora, esposa, protectora.... eran todos los papeles que tendría que desempeñar.

Durante la conversación, Bryan estaba mirando la escena desde arriba en el monitor de seguridad, con un cigarro entre los dedos.

Después de un momento, lo apagó. ¿Cuál era el punto cuando no podía oler nada?

Recordando la fragancia del frasco de perfume de Finley, le dijo al hombre de su costado: "Harry".

"¿Sí, señor?"

"¡Envíala a mi habitación!"

Harry balbuceó por un momento, pensando que había oído mal, pero la mirada fría de su jefe lo hizo actuar al segundo. "De inmediato, señor". Enseguida, secó disimuladamente un sudor frío de su frente y se apresuró a llevar a Finley hacia arriba.

"¡Hola, cariño!", dijo ella, mientras entraba al dormitorio, ignorando por completo el aura fría tanto del hombre como de la habitación en general.

Como si estuviera en su casa, Finley caminó hacia el vestidor.

Como era de esperarse, el armario estaba lleno de atuendos exclusivos, aunque a simple vista parecían ser diseños simples.

Extendió casualmente una mano, agarró una camisa manga larga al azar y se fue a ducharse.

Mientras tanto, el hombre silencioso permaneció en el sofá y no la detuvo.

Cuando Finley salió del baño, Bryan seguía en el mismo lugar, leyendo un libro.

Por su lado, la joven se detuvo un momento y admiró la vista, sintiéndose demasiado satisfecha.

“¡No me equivoqué al elegirlo a él!”, se elogió Finley en silencio. De repente, se le acercó sonriendo seductoramente y dijo con ternura: "Esposo...".

Bryan sintió un escalofrío en el cuerpo y levantó la vista.

El rostro inocente y el ligero rubor en el rostro de su esposa resaltaban mucho con la camisa de seda negra que llevaba puesta.

Finley sonrió tímidamente y caminó hacia la cama. De repente, levantó una rodilla para subirse, dejando en evidencia sus largas piernas.

Con ojos oscurecidos, Bryan inmediatamente dejó el libro. Luego, se puso de pie y caminó hacia la cama.