El solo pensar que tendré que oír sus lamentos y asombro al escuchar la razón por la que no camino, ya me está estresando, porque si, seguro van a pregunta y me verán con esos ojos que reflejan lástima y pesar que gritan: una chica tan joven con un futuro por delante.
Siento que me estoy adelantado mucho a los hechos, pero eso ha sido parte de la rutina al conocer a alguien nuevo o cuando un familiar que no sabía de mi condición viene de vista.
Me siento desnuda al tener que contar mi proceso, o al escuchar a mi madre explicándole detalles de cómo ha sido nuestra vida desde que me enfermé; se que no debería ser así, y que las personas no lo hacen en mal plan, pero simplemente no puedo evitar ser mala leche en esas circunstancias. La lástima de ellos o el que sepan todo no me va a devolver los años perdidos, mucho menos mi salud, así que muy molesto todo el proceso de sacar de dudas a cualquiera que no supiera lo que vivo.
Desde la última vez que me dejé en evidencia delante del señor ojos míticos, no lo he vuelto a ver, ni yo me creo la desilusión que me hizo que no volviera a pasar por el gimnasio; he pensado en volver a cantar para llamar su atención aunque no estoy segura de que por ellos se haya asomado a la puerta, pero no me atrevo si estoy en mis cinco, mucho menos con sala llena, al parecer solo fue ese lunes de suerte que tuve por ser principiante, nunca más se volvió a vaciar la sala.
Mis períodos de insomnio están aumentado y a paso igual mi recuperación, es increíble como tres semanas de rehabilitación me permiten moverme ya con una sola muleta, quiero saltar de la emoción, pero no puedo mi cuerpo sigue sintiéndose pesado a que ya no tiemble mucho; así que mañana saldré al patio trasero sola, me hace ilusión poder salir de la casa sola, al patio después de casi seis meses de confinación involuntaria.
Son las ocho y cuarenta de la mañana de un sábado glorioso, habrá asado para almorzar, mi hermana mayor vendrá de visita con su esposo e hija y yo estaré presente, saldré por la puerta, tomaré el sol, veré a mi pequeño pollito y seré parte de la familia otra vez; no las encierro, no más soledad.
Suponer las cosas e ilusionarse por ellas es un error, papá y su yerno están asando la carne, Rose está revoloteando alrededor de su pequeña mascota y mi madre con mi hermana están hablando animadamente de gente que no conozco y yo me siento fuera de serie, en otra realidad, una sin sentido de la que aparentemente soy parte. Ellas sonríen con felicidad y gracia, pero yo solo finjo encontrarle gracia a lo que dicen, no me es divertido, no sé qué está pasando, pero necesito huir de aquí, necesito alejarme lo antes posible, me hormiguean las manos, siento una fuerte necesidad de llorar.
Me levanto despacio para no llamar la antelación, tomo mi muleta y emprendo viaje hacia dentro de la casa porque siento que voy a colapsar en cualquier momento y lo último que quiero es arruinarle el día a mi familia.
Dentro en el baño y pongo el pasador, me siento en la taza con la tapadera puesta y se suelto la tormenta de sentimientos que estaba acumulando fuera; por mis ojos corren ríos sin cause de lágrimas, no la puedo parar, ni se porque estoy llorando, se supone que todo va bien, que he recuperado la esperanza de una vida normal, entonces ¿qué es esta tristeza horrenda?¿por qué estoy llorando sin razón?
No se cuánto tiempo me tomó volver a la calma, solo se que ya estoy respirando con normalidad y que ya llevo mucho tiempo fuera de la reunión, mamá vendrá a buscarme en cualquier instante.
Miro a mis ojos en el espejo, están rojos y un poco inflamados, tendré que salir un par de hielos en la mano y fingir que me hago ice skin care, si les digo que está de moda nadie sospechará nada.
-Defi, ahí estás cariño, estábamos hablando de ti, casi me haces ir a por ti. Me dice mi madre con los ojos brillantes de alegría.
-Oh, yo estaba en el baño.
-Él es nuestro vecino, es Doctor, le estaba pidiendo consejos a cerca de ti. Dice mi madre.
Me giro para dar un cortes saludo al vecino, y al verlo solo pude pensar que hace solo un momento dije que venía del baño, que vergüenza inmensa; los ojos míticos están en mi casa, en mi patio viéndome a la cara y esta vez sin mascarilla de por medio.
-Hola, mucho gusto, Doctor. Saludo sintiendo apenada.
-Él gusto es mío, ¿Defi? - yo asiento con la cabeza- vale, soy André.
-Conque Doctor André. Repito en voz alta sin darme cuenta.
-Si, pero puedes llamarme solo André. Me dice con amabilidad.
Trágame tierra y escúpeme en mi habitación, que rayos ocurre con mi lengua y cerebro estos últimos días, no están funcionando bien.
-Esperamos no haberte molestado, es sábado, seguro tenías planes. Le dice mi padre a André mientras le sirve un plato de comida.
-Oh, no no no, para nada, el único plan que tenía era ir a la tienda por comida, no he tenido tiempo de y no tenía nada en casa, me ha venido de perlas su invitación señor. Dice un muy agradecido Doctor.
-Me llamo David, mi esposa se llama Ana y ella, mija mayor, se llama Abril, él es su esposo Miguel y aquella mariposita que vez con ese perrito se llama Keila, mi nieta.
-Bueno, yo soy solo yo en casa, mi padres están en la capital junto con mi hermano menor; es un placer conocer su familia, señor David, y de nuevo, muchas gracias por la invitación. Agrade André con afabilidad.
Contemplo la escena delante de mis ojos sin dar créditos, el doctor ojos de un dios d ella mitología griega es el nuevo vecino, el cual está almorzando con mi familia en mi patio y al parecer está solo, soli solito, ¿será que no está casado?