Capítulo 4 Capítulo 4

A Charlize le pareció familiar aquella voz.

Estaba pálida debido a la pérdida de sangre. Con la vista borrosa, volvió a mirar al hombre.

Él estaba medio agachado detrás de ella. Sus cejas, que parecían espadas, su corto cabello negro, su nariz y su perfil del híbrido euroasiático lo hacían hermoso y encantador.

Este hombre nació noble y distante. El mero hecho de mirarlo dejaba una profunda impresión en los demás. Entonces, claro que Charlize lo reconoció.

'Fue él'.

'El desgraciado que se acostó conmigo'.

"No me toques".

Charlize luchó y gritó tenazmente. No quería dejar que él la tocara.

La pérdida de sangre la hizo palidecer, y había susurros de discusión a su alrededor. Se reían y la maldecían, y defendían a Ceres y a su hija.

'Yo no le pegué a la niña'.

Parecía estar aislada del mundo entero. Desesperada e impotente, empujaba al hombre, sin querer ceder.

"Vete, vete". Gritó y luchó.

Pero, de repente, se desmayó. Queitán la vio cerrar repentinamente los ojos.

Solo entonces percibió que su temperatura corporal estaba muy alta. La sacudió, pero no reaccionó.

Su rostro frío e indiferente reveló ansiedad, y la levantó inmediatamente.

"Charlize". Estaba débil, tenía los ojos bien cerrados y estaba atrapada por el sueño.

"Lize". En su sueño, oyó que alguien la llamaba con inquietud por su apodo.

Su madre solía llamarla Lize. Alguna vez fue la niña de los ojos de la familia Cipriano, pero, cuando tenía diecisiete años, su padre llevó a su amante a vivir en la casa. Y después de la muerte de su madre, ella rompió relaciones con él.

Después de dejar la familia Cipriano, vivió una vida de pobreza y frugalidad. Nadie sabía que su padre era el hombre más rico de la ciudad vecina. Al casarse con Caín, nunca codició el dinero de su familia, solo quería una familia feliz. Pero este matrimonio fue una completa tragedia para ella.

Charlize luchaba contra el dolor en la cama. Aquello parecía una pesadilla.

De repente, abrió los ojos y jadeó en busca de aire, la frente le sudaba.

Aturdida, miró para el techo blanco sobre su cabeza. Recuperó los sentidos y sintió el olor a desinfectante en la punta de la nariz. Sabía que estaba en un hospital.

"Señorita Cipriano, está despierta". Una enfermera se paró junto a la cama y la saludó con una sonrisa después de ver que estaba despierta.

Charlize se secó el sudor frío de la frente, respiró hondo y miró a la enfermera. "¿Qué... Qué me pasa?".

Su cuerpo seguía estando muy débil y su memoria estaba confusa. Recordó que se había peleado con Ceres, luego Caín la empujó y se cayó, y había sangre, y aquel hombre...

La enfermera administró la inyección con cautela y le susurró en tono respetuoso: "Señorita Cipriano, está embarazada".

"¿Qué?".

Charlize se sobresaltó. Pensó que la había entendido mal.

La enfermera sonrió con beneplácito. "Felicitaciones, señorita Cipriano. Tiene seis semanas de embarazo".

Charlize no mostró ni una pizca de alegría. Lo que sí tenía era una expresión de conmoción y temor. '¿Estoy embarazada?'.

Instintivamente, se acarició su plano abdomen con la mano derecha. Con expresión de asombro y excitada, se levantó de la cama. "¡¿Cómo... Cómo pude quedar embarazada?!".

'¿Cómo pude.?'. '¿Cómo pude quedar embarazada?'.

Estaba desconcertada.

Era como si algo grave hubiera sucedido en el hospital, todos parecían estar nerviosos.

La puerta de la sala se abrió precipitadamente y varios médicos entraron.

La enfermera vio que Charlize quería levantarse y se apresuró a detenerla. "Señorita Cipriano, no puede moverse".

"Señorita Cipriano, la herida en los brazos le provocó una pérdida excesiva de sangre. Además, últimamente ha estado desnutrida y sometida a demasiado estrés emocional. Afortunadamente, la enviaron al hospital a tiempo. De no haber sido así, habría perdido a su bebé. Por el momento, tendrá que hacer reposo", dijo un médico viejo, que tenía puesta una bata blanca.

"Jefe, los signos vitales de la señorita Cipriano han vuelto a la normalidad". Los otros médicos la examinaron rápido.

"Señorita Cipriano, ¿cómo se siente ahora? ¿Se siente bien?".

Los ojos de Charlize revelaban que estaba grogui. Estaba perpleja, viendo al grupo de médicos nerviosos y ocupados que estaban delante de ella.

En el exterior de la sala, en el pasillo, la bulla era mayor.

Se oyó la voz de enfado de Caín. "Mamá, ¿por qué me pediste que viniera? No quiero verla".

"¿Te enteraste de su excelente comportamiento? Golpeó a mi Jana, que es tu propia nieta".

"¿Cómo te atreves a mencionar eso?".

La ira le nubló el semblante a Lucía. "Caín, ya te lo dije. No me importa cómo te relacionas con ellas, pero ¿cómo te atreves a traerlas a la fiesta de la familia Herández?".

"Ahora que Charlize está embarazada, deberías ser amable con ella. Deberías rezar para que tu abuelo no sepa que estás jugando sucio. Ve a verla".

"¿Charlize está embarazada?". Caín estaba anonadado.

El semblante se le puso hosco, dio un paso al frente y le pidió a la mamá que repitiera lo que acababa de decir.

"Charlize está embarazada. ¿Cómo pudo quedar embarazada? Nunca me he acostado con ella", gritó con rabia.

Lucía pareció sorprendida.

"Llevan casados tres años. ¿Cómo es posible que nunca la tocaras?".

Entonces, ahora que Charlize estaba embarazada, era.

"El niño es mío".

La voz fría, palabra por palabra, precedió los pasos que venían lentamente desde el otro extremo del pasillo.

Un grupo de personas llegó rápidamente al pasillo del piso vip del hospital, entre ellos el Sr. Herández.

Se hizo un silencio ensordecedor. Lucía y los demás se quedaron paralizados, y esa voz fría seguía resonando. "El niño es mío". Era Queitán el que hablaba.

Lucía lo miró y forzó una sonrisa. "Queitán, déjate de bromas. Llevas años viviendo en el extranjero y ustedes nunca se conocieron".

"Conozco a Charlize", dijo Queitán con expresión fría.

Mientras hablaba, miró a todos a su alrededor.

Dijo con voz impasible: "Ella lleva a mi bebé en su vientre".

"¿Qué dijiste?".

Con un estruendo, el Sr. Herández estrelló violentamente la muleta que tenía en la mano contra el suelo.

"Queitán, explícame", le dijo secamente el anciano.

En el pasillo del hospital, todos los que los rodeaban temblaban de miedo.

Hacía muchos años que el señor Herández no perdía los estribos.

El mayordomo, que estaba a su lado, lo vio tan enojado que rápidamente dio un paso al frente y le dijo nerviosamente: "Señor, cuídese. La presión le puede subir".

Y añadió: "Esto debe de ser un malentendido".

Queitán frunció los labios. No tenía intención de decir nada más y, pensativo, miró para el interior de la sala.

En la cama, Charlize estaba pálida, con los ojos hundidos y la mente confusa.