Capítulo 7 Capítulo 7

En su forcejeo, la mano derecha de Charlize tropezó accidentalmente con la lámpara de cristal de la mesita de noche. Se oyó un sonido metálico y los pedazos de vidrio volaron.

"Señora, ¿pasa algo?".

La cuidadora Farah, que estaba de la parte afuera, oyó el ruido e inmediatamente entró corriendo con nerviosismo.

Al toparse con Queitán, que apretaba a Charlize en la cama, se quedó paralizada en la puerta, sin saber si quedarse o irse.

Charlize estaba muy avergonzada. "Vete, vete". Empujó fuerte al hombre.

Queitán la miró fríamente, como si de repente hubiera perdido el interés. Se irguió y, sin decir una palabra, salió de la habitación.

Charlize se sintió aliviada al verlo irse. Queitán la había mirado de manera extraña, lo que parecía contradictorio. Era como una mirada de odio, y él daba la impresión de estar nostálgico.

Charlize frunció el ceño y se preguntó por qué la expresión de Queitán era tan rara. Eran las dos de la mañana y la habitación estaba en silencio.

Charlize estaba parada al lado de la cama. Con expresión severa, bajó la cabeza y se miró los dedos de los pies. Se sentía como una extraña en la familia Herández.

Farah limpió rápidamente los pedazos de vidrio que había en el suelo. Vio la expresión infeliz de Charlize y trató de darle aliento: "Nuestro señorito ha sido una persona huraña desde que era niño. Probablemente va a dormir en el estudio esta noche".

Pero entonces Farah empezó a dudar. "Queitán. no quiere tener una relación íntima con ninguna chica. Solo ha tenido una novia desde que era niño".

¿Novia de Queitán? ¿Quién tuvo la desdicha de gustarle a él?

Cuando Charlize oyó eso, la sorpresa se asomó a su rostro. ¿Por qué no se casó con la mujer que le gustaba?

Miró a la bondadosa niñera Farah y estuvo a punto de preguntarle. Estaba curiosa por saber más de él.

Pero Farah no se atrevió a hablar mucho y se dirigió hacia la puerta.

Habló precipitadamente: "Señora, está embarazada y debe irse a descansar temprano. Y hay una costumbre en esta familia: debe desayunar con el Sr. Herández".

Entonces oyó un clic y la puerta volvió a cerrarse.

En el silencio de la habitación, Charlize se recostó en la cama mientras miraba con estupor el lujoso techo, sin poder dormir.

La familia Herández le era ajena y Queitán era temperamental e inaccesible.

El reloj de la pared hacía tictac y Charlize levantó la manta para cubrirse la cabeza. "Mañana por la mañana, tengo que desayunar con ese anciano de la familia Herández".

Estuvo muy ansiosa toda la noche.

El cielo brillaba.

Temprano en la mañana, una criada llamó a la puerta y entró. "Señora, es hora de levantarse".

Charlize tenía ojeras y se veía demacrada. Ella y la criada se miraron.

Su cabeza había sido un caos toda la noche y no pudo dormir, por lo que ahora tenía sueño y estaba un poco contrariada.

Miró el reloj de la pared, marcaba las cinco en punto.

'¡Las cinco en punto! Son solo las cinco, pero el anciano de la familia Herández quiere que lo salude'.

'Estos ricos son realmente problemáticos'. No pudo evitar quejarse en voz baja.

Pero ella solo se quejaba en secreto. No tenía ningún derecho porque no pasaba de una forastera en la familia Herández.

Todo debía hacerse de acuerdo con las reglas de la familia Herández, y ella debía tener cuidado.

Entró al baño para lavarse, se cambió de ropa y siguió a la criada hasta el comedor. Cuando llegó, vio que el señor Herández y Queitán ya se habían sentado. No dijeron nada, cada uno tenía un periódico en la mano. El ambiente era un poco solemne.

Charlize miró al anciano y pensó durante unos segundos. "Buenos días, Sr. Herández". Lo saludó nerviosamente.

Aunque el anciano tenía casi ochenta años, estaba fuerte; tenía el rostro serio. Oyó el saludo de Charlize, pero ni siquiera levantó la cabeza. Solo miró al mayordomo, que estaba al lado de él.

Este comprendió de inmediato y rápidamente pidió a los sirvientes que sirvieran el desayuno. Luego, se volvió hacia Charlize y le sonrió amablemente. "Señora, por favor, venga para acá".

Le indicó que se sentara a la izquierda de Queitán.

Ella asintió al mayordomo, pero vaciló. No quería sentarse al lado de Queitán.

En ese momento, Queitán levantó la cabeza y la miró.

Su mirada era fría e indiferente, como si estuviera mirando a una persona irrelevante. Luego, dejó el periódico y la ignoró.

Charlize no tuvo más remedio que sentarse a su izquierda, de mala gana.

Los sirvientes rápidamente sirvieron el desayuno, que incluía una variedad de alimentos, como gachas con vieiras, pasta, leche, etc.

Queitán y el señor Herández no hablaron durante la comida. Comieron con soltura y tranquilidad.

"Señora, como está embarazada, el nutricionista le preparó una comida nutritiva". La criada le trajo un plato de avena.

Charlize no se atrevió a ser meticulosa. Tomó un poco. Era suave, amarga y tenía un sabor horrible.

Al ver que los agudos ojos del Sr. Herández la miraban, Charlize bajó la cabeza nerviosamente y bebió obedientemente el tazón de gachas medicinales.

El señor Herández pareció satisfecho con su actitud obediente. Tomó medio tazón de gachas con vieiras y puso la cuchara en la mesa.

Acto seguido, el mayordomo le dio una taza de agua tibia. El Sr. Herández sorbió y se secó suavemente los labios con una servilleta, antes de decir con voz grave: "Cuídate, que estás embarazada".

Charlize percibió que el anciano le estaba dando una orden, y respondió: "Sí, entiendo".

"Dije que ella está embarazada. Hay muchas cosas a las que debes prestar atención", dijo el señor Herández, alzando la voz airadamente.

Entonces Charlize se dio cuenta de que el anciano estaba hablando con Queitán.

Este tenía una expresión indiferente. Se comió la mitad de la pasta, dejó el tenedor, frunció el ceño, miró a su abuelo y luego preguntó: "¿A qué debo prestar atención?".

Al señor Herández se le nubló el semblante.

"En las primeras etapas del embarazo, hay algunas cosas que no se pueden hacer. ¡Contrólate!", le recordó el anciano a Queitán, con rabia.

Este lo oyó y lanzó una mirada expresiva a Charlize, que se sonrojó.

El señor Herández se levantó de su silla. Con una muleta en la mano derecha, miró a Charlize y, de pronto, le dijo: "A partir de ahora, llámame abuelo". Ella pareció un poco sorprendida.

Después del desayuno, Queitán fue a la empresa y el señor Herández regresó a su habitación para descansar.

"Señora, por la tarde, la tienda de novias le hará llegar algunos diseños. Podrá elegir el que más le guste y escoger el estilo del anillo matrimonial".

Charlize estaba un poco ocupada. Se sentó en el sofá de la sala y el ama de llaves le habló mucho sobre el matrimonio.

Cuando Charlize la oyó, adoptó una expresión enigmática. "Mayordomo, que el señor Herández decida. Estoy de acuerdo con todo".

A los ojos de los demás, este matrimonio era un gran absurdo. Queitán dijo anoche que lo de ellos solo era un matrimonio acordado, por lo que no había necesidad de tomarlo tan en serio.

"El señor Herández dijo que podrá tener sus vestidos de novia y joyas favoritos. Si no hay ningún requisito especial, buscaremos un diseñador para que se lo haga a la medida". El mayordomo le habló en un tono amigable y respetuoso.

Charlize se sintió halagada al oírlo. "Estoy de acuerdo con eso". En realidad, ella no esperaba este matrimonio, en absoluto.

El mayordomo la oyó y no le hizo preguntas. Al ver que estaba un poco cansada, se rio entre dientes. "¿Aún no se ha acostumbrado a dormir en la casa de la familia Herández?".

Charlize parecía avergonzada. "Está todo bien".

El mayordomo se volvió para darle una orden a una criada. "Lleva a la señorita de regreso a su habitación, para que descanse".

Después de pensarlo un poco, añadió: "Señora, está embarazada del hijo de la familia Herández y este la tratará bien. Puede relajarse".

Charlize asintió. "Gracias".

Le estaba realmente agradecida. En su vida, pocas personas la han tratado bien. Era difícil tratar con los señores de la familia Herández, pero los sirvientes eran muy amables.

Charlize durmió poco anoche y tenía mucho sueño. Regresó a su dormitorio con la criada.

El mayordomo la miró por detrás y sus ojos mostraron una expresión que decía mucho.

"¿Qué diablos está pasando? ¿Realmente van a celebrar una boda? ¡Cuán embarazoso!".

No mucho tiempo después de que Charlize se fuera, Lucía, enfadada, corrió hacia la familia Herández.

Al ver a los mayordomos y las criadas de la familia ocupados con el matrimonio de Queitán y Charlize, se enojó más aún.

"Todos saben que Charlize era la nuera de la familia Heredia, pero ahora, de repente...". Lucía jadeó a causa de la ira.

"Esta boda solo servirá para avergonzar a la familia Herández y a la familia Heredia. No, esto no puede ser. Además, ya verán cuando Charlize dé a luz al bebé. No es necesario obtener licencias de matrimonio".

El mayordomo la miró y habló despacio: "El hijo de la familia Herández, por supuesto, no será un hijo ilegítimo. Además, lo más importante es que Queitán aceptó casarse con ella".

Lucía tenía la ira reflejada en el rostro. Nunca pensó que Queitán aceptaría obtener una licencia de matrimonio con Charlize.

Al ver su enfado, el mayordomo añadió, en voz baja: "Señorita, usted conoce muy bien el carácter del anciano".

Lucía no estuvo mucho tiempo en la casa de la familia Herández. Sabía que no podía desacatar la idea del anciano, por lo que no debió haber irrumpido así.

"Comuníqueme con la familia Cipriano en la C City".

Lucía tomó su teléfono y llamó a Caín, su hijo.

Cuando este oyó su voz, preguntó con impaciencia: "Mamá, ¿estás en casa de la familia Herández? ¿Qué dijo el abuelo? El primo y Charlize...".

Lucía estaba furiosa. "Tu abuelo estaba predispuesto contra tu primo Queitán y, en cuanto él regresó a casa, se convirtió en presidente de la empresa, donde siempre está en mi contra. A Queitán nunca le había interesado el matrimonio, pero ahora aceptó tener un certificado matrimonial con Charlize. No voy a dejar esta pasar".