Divorciada, Luego Esposa Mimada de un CEO
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9
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Capítulo 9 Capítulo 9

El señor Herández la miró, y no pareció importarle que ella lo escuchara.

La advirtió con circunspección: "Como estás embarazada, debes evitar usar demasiado los teléfonos inteligentes". Miró el celular que estaba en el suelo.

Charlize se apresuró a recogerlo. "Entiendo", respondió obedientemente.

"Señora, se acerca el año nuevo. Hemos organizado su boda para después de esa fecha. Como está embarazada y no debe caminar mucho, será una ceremonia sencilla. Solamente tendremos algunos invitados importantes. Después de que nazca el bebé, celebraremos otro gran banquete en ocasión de su primer cumpleaños", le dijo el viejo mayordomo.

"Está bien".

Charlize seguía con sus planes. Pensaba que, después del nacimiento del bebé, probablemente dejaría la familia Herández.

Pero a medida que se acercaba el nuevo año, recordó otra cosa. Pensó que su tía podía ya haber regresado al apartamento.

"A propósito de tu tía.".

El viejo mayordomo parecía haberle adivinado el pensamiento. Le habló con voz grave y mirándola fijamente.

"A su tía Blanca le dio un infarto. Ya enviamos a una persona para que se comunique con el hospital, y estamos inmersos en la búsqueda de un donante compatible".

Esto dejó estupefacta a Charlize, y los ojos se le enrojecieron.

Lo que más le preocupaba era la enfermedad de su tía, que había empeorado en los últimos años. Pero no podía evitar ver a sus familiares cada vez más demacrados y delgados.

"Gracias", dijo, bajando la la cabeza y con voz ahogada.

Nunca pensó que el señor Herández estaría dispuesto a ayudar a su tía. Si él realmente conseguía salvarle la vida, ella sería capaz de hacer cualquier cosa por él.

Volvió a mirarlo, sentado en el sofá, y le preguntó con cuidado: "Abuelo, ¿puedo ir?".

El señor Herández la miró de manera solemne y entornó los ojos. No respondió, solo giró la cabeza y la ignoró.

Charlize se preocupó un poco cuando vio que el venerable anciano la ignoraba.

"No vamos a restringir su libertad", le dijo amablemente el viejo mayordomo.

Luego, este ordenó a una criada que estaba fuera que llamara al chofer para que llevara a Charlize al pequeño apartamento del antiguo distrito.

Charlize lanzó una mirada de gratitud al viejo mayordomo y le habló respetuosamente al Sr. Herández: "Abuelo, estaré de regreso muy pronto".

Con pasos firmes, Charlize siguió a la criada hasta la puerta.

"¿No me veo horrorosa?".

Justo cuando Charlize franqueaba la puerta, el Sr. Herández, con una voz grave que sonaba a enojo, preguntó: "¿Ella me tiene miedo?".

El viejo mayordomo no pudo evitar reírse. "Señor, el señorito es el único que no le teme".

Hasta los empresarios de más renombre respetaban y temían al anciano de la familia Herández. Además, Charlize era solo una mujer. El anciano y el señorito de la familia Herández eran igual de temperamentales e inaccesibles.

"Señor, parece que le agrada mucho Charlize".

"¿Quién dijo que me gustaba?". La expresión del señor Herández era oscura, y miró con rabia al mayordomo. "Simplemente creo que ella es mejor que Casandra".

El viejo mayordomo se rio entre dientes y no dijo nada.

Charlize fue llevada a su propio apartamento por un chofer de la familia Herández.

"¿Puede parar aquí? Iré sola al complejo".

Charlize le dijo eso al chofer porque ella sabía que el lujoso auto de la familia Herández, sin duda alguna, suscitaría chismes entre los vecinos, y a ella no le gustaba ser objeto del interés público.

"Sí, señorita. La esperaré aqui. Por favor, tenga cuidado".

El conductor estuvo de acuerdo y le recordó que tuviera cuidado. Después de todo, llevaba en su vientre un hijo de la familia Herández. Si algo le sucedía, todo el mundo iba a sufrir las consecuencias.

Ella asintió con la cabeza, abrió la puerta del auto y salió.

El antiguo edificio de apartamentos de cinco pisos no tenía ascensor, ni siquiera las farolas funcionaban. Como estaba en el casco antiguo y lejos del centro de la ciudad, el alquiler era relativamente bajo.

Cuando Charlize finalmente llegó al quinto piso y sacó la llave para abrir la puerta, vio que esta estaba abierta.

Se puso contenta. Pensó que probablemente su tía ya había regresado del sanatorio.

"Tía, ¿ya estás de regreso?". Abrió la puerta y entró rápidamente.

Sin embargo, apenas entró, vio a un hombre parado en la pequeña sala de estar.

Lo miró y puso cara de enfado.

"Caín, ¿a qué viniste?". Se sentía la repugnancia en la voz de Charlize.

Caín la miró, pero no habló de inmediato. Se limitó a mirarla de un modo raro.

Él no sabía que Charlize y su tía vivían en un apartamento tan pequeño y en tan mal estado. Estaba peor que la habitación de los sirvientes de su casa.

Durante los tres años que ella estuvo casada con él, nunca le pidió dinero. Y de buenas a primeras, a Caín le parecía que nunca la había tomado en serio.

Charlize medía 1. 68 y su elegancia no tenía nada que envidiar a la de una modelo famosa. Su rostro era blanco y delicado, y era más linda que Ceres.

"Caín, no eres bienvenido aquí".

Charlize sintió repulsa cuando él la miró. Le habló en tono inamistoso: "Dame la llave". Ella sabía que esta llave se la había dado su tía.

"Charlize, cuando tu tía me dio la llave, me pidió que cuidara bien de ti". Caín la miró con ternura.

"Caín, no finjas que te preocupas por mí".

Charlize no quería verlo, por eso lo increpó. "Fuera de aquí. Este lugar es demasiado miserable para usted, señor Heredia".

Caín se sintió culpable de que ella lo amonestara.

Todos estos años, él se acostumbró a su obediencia, por lo que le resultaba difícil oírla hablar con tal frialdad.

De pronto, al pensar en el matrimonio de ella con su primo, lo que sentía en el corazón se volvió aún más indescriptible.

"Eres sarcástica conmigo porque te casaste con mi primo, ¿eh?". Caín estaba celoso.

"¿Por qué crees que mi primo quiere casarse contigo? ¿De verdad crees que te has hecho miembro de la clase alta? Queitán acaba de hacerse cargo de la empresa. Está compitiendo con mi madre y con los otros por el poder. No eres más que un peón de él. Después de que des a luz al niño, te echará. Para entonces no serás más que el hazmerreír".

Charlize se contuvo, apretó los dientes y le habló con firmeza: "Basta ya. Sal de aquí".

No pudo soportar más la situación y dio un paso al frente.

Extendió la mano y rápidamente lo agarró del brazo derecho, arrebatándole la llave de la mano.

Justo cuando estaba a punto de sacarlo de la habitación de un empujón, él la abrazó.

"Charlize, sé que estás enojada conmigo, pero lo hago por tu propio bien. Te daré tres millones. Con eso, tú y tu tía podrán irse de aquí y vivir una vida mejor en otro lugar".

La sujetó fuertemente y ella estaba con dificultades para liberarse de él.

De repente, se oyeron unos rápidos pasos afuera.

"¿Por qué están abrazados?".

Se oyó la voz estridente de Ceres, que nerviosamente agarró a Caín por el brazo y los separó.

Se puso ansiosa al ver que él miraba fijamente a Charlize.

Lo tomó del brazo y lo incitó: "Caín, ¿no dijiste que ibas a darle tres millones para que se fuera? Ella es muy pobre. Debe de necesitar el dinero".

Dicho eso, Ceres sacó un cheque de la billetera de Caín y lo arrojó sobre la mesa con arrogancia.

Charlize miró con desdén el cheque. "Ceres, por muy pobre que sea, soy mejor que una p*rra ingrata como tú".

Caín la oyó reprender a Ceres e inconscientemente ayudó a esta última. "Charlize, cógela conmigo, no la cojas con Ceres. Ella es una buena mujer. Fue ella quien me pidió que te diera el dinero. Ella es muy tolerante contigo".

Charlize agarró el cheque y dijo: "Caín, ¿quieres retribuirme?". Rompió el cheque en pedazos y esparció estos por el suelo.

"¿Sabes por qué la odio? Caín, no sabes nada. Han pasado tres años y no sabes nada de mí. Nunca te preocupaste por mí".

"Caín, siempre has sentido desprecio por mí, ¿no es así?".

"Bueno, déjame decirte esto. Ahora soy la verdadera Charlize". Lo reprendió con hostilidad en la voz.

En cuanto terminó de hablar, se dio la vuelta y pegó la espalda al pecho de él. Le puso una mano alrededor del cuello y con la otra lo agarró por el cinto, moviéndose con rapidez.

Giró su pie derecho hacia atrás y se desplazó hacia adelante. Luego, lo proyectó sobre su hombro en un movimiento de yudo.

¡Bang! "Caín, ya no soy aquella estúpida. Será mejor que no vuelvas a provocarme".

Caín voló y cayó. Se asustó cuando sintió el dolor en la espalda a causa de la colisión con el piso. Levantó la vista y la miró.

¡Bang! Charlize cerró la puerta de golpe y echó a la mezquina pareja.

Las lágrimas le saltaron y trató de contener la tristeza que sentía en lo más hondo. Tuvo que admitir que estaba muy acongojada.

Había querido a este hombre con todas sus fuerzas, de lo cual no se arrepentía. Lo que odiaba era no haber percibido bien quién era él.

Aturdida, Charlize miró el pequeño apartamento en ruinas. Cerró los ojos y trató de calmarse.

Intentó caminar hasta la silla de madera que estaba a su izquierda, pero sintió un repentino dolor fuerte en el tobillo. Frunció el ceño y fue paso a paso hasta la silla, para sentarse.

Acababa de aplicarle una llave a esa escoria y lanzarlo por encima del hombro, y usó tanta fuerza que se torció el tobillo accidentalmente.

Se inclinó y estuvo a punto de subirse el pantalón para revisarse el tobillo.

En ese momento, de repente, se oyeron pasos afuera.

Lo primero que Charlize pensó fue que Caín no le tenía miedo a la muerte, y por eso se atrevía a volver para provocarla. Luego, pensó que eso no era posible. Ella lo golpeó tan fuerte que debía de haber ido a parar al hospital.

Quizás era el chofer de la familia Herández, que había venido a buscarla. Al pensar en eso, se le suavizó la expresión. Sonreída, se giró para mirar hacia la puerta.

Pero apenas levantó la vista, se le congeló la sonrisa.

Se sorprendió al ver al hombre que se había aparecido de sopetón. Él. ¿No regresaba mañana de un viaje de negocios? ¿Qué hacía aquí?

Queitán apareció súbitamente en el pequeño y viejo apartamento, y miró a su alrededor.

Estaba ceñudo y no dijo ni una palabra. Fue directamente hacia ella.

Charlize vio su expresión hostil. Estaba como si hubiera venido en busca de venganza, y ella nunca lo había ofendido.

"¿Viniste a verme?". Había un poco de incertidumbre en su tono.

Queitán no respondió, pero preguntó con voz fría y grave: "¿Qué está pasando?".

De momento, Charlize no entendió su pregunta. Estaba sentada en una silla de madera y Queitán permaneció de pie. Él medía 1. 85 y la estaba mirando desde arriba. Ella estaba un poco nerviosa.

Charlize no quería que la miraran así, con menosprecio, así que se puso de pie inconscientemente y explicó: "El abuelo accedió a dejarme salir...".

Pero Queitán no esperó a que ella terminara. Con expresión fría, de repente, dio una zancada y le dijo que se sentara.

Charlize se reclinó, asustada, y se dejó caer en la silla.

Queitán se agachó, la miró a los ojos y, de súbito, le ordenó con frialdad que se quitara la ropa.

Charlize entró en pánico y rápidamente se protegió el pecho con las manos. "¿Qué estás haciendo?".

Pero Queitán pareció perder la paciencia. Tenía el semblante lóbrego. Estiró las manos para quitarle la ropa. Él era tan fuerte que enseguida consiguió quitarle el abrigo.

"Queitán, aunque quiero que me ayudes con una cosa, no puedes obligarme a hacerlo". Se defendió, ripostándole.

"Cállate la boca".

            
            

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