Divorciada, Luego Esposa Mimada de un CEO
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6
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Capítulo 6 Capítulo 6

Temprano en la mañana, el Bar Mancha Solar, el bar más grande y lujoso del centro de la ciudad, estaba abarrotado de gente perteneciente a las familias ricas. Algunas estrellas de cine y modelos célebres a menudo venían a jugar con ellos.

Había música alta y luces tenues. De vez en cuando, rayos de luz de colores brillantes destellaban sobre la pista de baile. Hombres guapos y mujeres hermosas se retorcían al ritmo de la música y se entregaban por completo.

Un hombre entró lentamemte en el momento en que una brillante luz amarilla alumbraba la entrada vip del bar.

La radiante luz dejaba ver su figura alta y erguida. Su rostro frío y sus delgados labios, ligeramente fruncidos, lo hacían parecer distante e indiferente.

"Señor Herández, por favor, sígame.". El gerente general del bar estaba esperando en la entrada.

Entraron en el ascensor y fueron directamente al último piso del bar.

El bar del piso superior era mucho más tranquilo. Era diferente al de abajo, donde había mucha bulla.

El bar ocupaba todo el piso superior y era bien espacioso, sencillo y exquisito. Había costosas pinturas al óleo colgadas en las paredes, y estatuas y jarrones antiguos.

Al final del lado este había un rincón para vinos famosos, y frente a este había una barra de bar semicircular. Normalmente no había camareros y muy pocos podían venir aquí.

"Por lo general, a las mujeres no se les permite entrar aquí. Te traigo hoy solo porque me prometiste ponerte a horcajadas sobre mí cuando tengamos s*xo".

De repente, se oyó un tintineo de vasos, seguido de una risita de hombre.

"Señor Simeón, se determinó que yo sería la protagonista femenina de la nueva película. No lo olvide".

La mujer habló con coquetería. Luego, levantó su copa y lo estimuló con una sonrisa zalamera.

"Pero el director dijo que no eres buena actriz. ¿Qué hacemos?".

"Señor Simeón, ¿por qué primero no les pide que se vayan?".

El gerente general del bar se acercó rápidamente y, nervioso, le dijo algo a Ciriaco.

Este se lo estaba pasando bien y lo miró con disgusto.

En el sofá verde oscuro, al otro lado de la barra, otro hombre se rio entre dientes: "Ciriaco, vas a morir".

"¿Qué?".

Al ver la sonrisa pérfida de Clemenzo, enseguida Ciriaco levantó la cabeza con atención.

Miró al hombre que estaba frente a él y, con un empujón, apartó a la mujer.

Saltó del bar y fingió estar disgustado: "¡Fuera todos!".

Al ver el abrupto cambio de actitud de Ciriaco, las estrellas de cine y las modelos se dieron la vuelta y miraron hacia atrás, sorprendidos.

"El señor Herández". No pudieron ocultar su fascinación y lo aclamaron de manera provocativa.

Sin embargo, Queitán se mostró inexpresivo y miró fríamente a Ciriaco, quien sintió que un escalofrío le recorría la espalda y se sintió realmente desesperado. Todos los amigos de la infancia de Queitán sabían que él, por alguna razón, odiaba a las mujeres.

Ciriaco rápidamente fue escaleras abajo tras las mujeres. Se sintió aliviado cuando vio que Queitán no estaba enojado. "Queitán, supe que tu abuelo te obligó a casarte hoy", le dijo Clemenzo con una ligera sonrisa mientras le servía una copa de vino.

Antes de que Queitán pudiera decir algo, Ciriaco habló, emocionado: "¡¿Qué?! Queitán, ¿te casaste?".

El señor Simeón no lo creía. Aunque el Sr. Herández lo obligara, en esencia, sería inútil. ¿Queitán iba a ser tan obediente?

"Queitán, ¿qué tiene de especial esa mujer?".

Queitán no quería hablar con Ciriaco. Preguntó en voz baja dónde estaba su reloj de bolsillo.

Justo cuando Ciriaco le iba a devolver el reloj de bolsillo, que había recuperado, recordó algo y se sorprendió.

"Queitán, ¿te casaste.?". Ciriaco movió de un lado para otro el exquisito reloj de bolsillo de oro que tenía en la mano.

"No me digas que te casaste con la mujer que te mordió, te robó el abrigo y empeñó tu reloj de bolsillo el mes pasado".

Ciriaco oyó decir que cuando Queitán acababa de regresar de Estados Unidos, había ido a un club a descansar y había tenido relaciones se*uales con una mujer. Empero, a Ciriaco casi le pareció imposible aquello. Queitán odiaba a las mujeres. ¿Cómo pudo tener relaciones se*uales con una extraña el día que regresó a casa? Eso era un despropósito.

Sin embargo, Ciriaco también oyó decir que la mujer era tan audaz que se había atrevido a morder a Queitán, robarle el abrigo y regalarle el reloj de bolsillo a un taxista como pago del viaje, un reloj que Queitán siempre había apreciado.

Ciriaco pensó que, probablemente, la mujer se había buscado la muerte al hacer eso. Sin embargo, Queitán se casó con ella.

"Queitán, ¿por qué aceptaste casarte con ella?". Ciriaco tenía curiosidad.

Queitán lo ignoró. Se levantó del sofá y agarró su reloj de bolsillo.

Clemenzo, meditabundo, miró el reloj, en mano de Queitán, y dijo súbitamente: "Queitán, Charlize se parece a ella".

Queitán tomó un sorbo de vino y sostuvo con fuerza su reloj, pero no respondió.

Clemenzo seguía mirando el reloj de bolsillo. Todos sabían que este contenía una foto de Casandra, la exnovia de Queitán.

Charlize realmente se parecía a Casandra, que había fallecido.

¡Bang! Se sintió un ruido, como el de un objeto metálico chocar contra el suelo.

Charlize se despertó de madrugada para ir al baño, sin acordarse de que estaba en casa de la familia Herández. Cuando se dio la vuelta, golpeó la mesita de noche accidentalmente y cayó una cosa al piso.

Bajó la cabeza y se inclinó para recogerlo. Era un reloj de bolsillo de oro. Lo miró, en la palma de su mano, y se puso seria.

'Este reloj de bolsillo... Me parece haberlo visto antes'.

'Este es el reloj que Queitán llevaba en el bolsillo la noche en que le arrebaté el abrigo. Yo le pagué al taxista con el reloj. ¿Por qué está aquí?'.

Lo miró con atención, levantó la tapa y encontró una pequeña foto incrustada en él.

"¿Qué haces?". De pronto, oyó una voz fría procedente de la parte de fuera.

Charlize se apresuró a ocultar el reloj detrás de ella, como si fuera culpable. Levantó la cabeza y vio a Queitán avanzar hacia ella. Lo vio acercarse y mirarla con cara de pocos amigos.

Sí, la expresión de sus ojos era feroz, como si algo lo estuviera enfadando. "¡Dámelo!".

"Lo lamento. Yo... No quise...". Debía de significar mucho para él, ya que se esforzó por recuperarlo.

Pero Queitán interrumpió su disculpa. Parecía impaciente y extendió la mano derecha para agarrarla por el hombro.

Arreció el agarre y ella sintió dolor. Le arrebató el reloj.

"Charlize, ¿de verdad crees que serás mi esposa? ¡¿Estás soñando despierta?!", le dijo con desprecio.

Él estaba parado justo frente a ella y su elevada estatura la asustó un poco.

Charlize levantó la cabeza y miró sus ojos fríos. Estaba enojada: "¿Crees que quiero casarme contigo? Yo no.".

"Déjate de fingir inocencia. ¿Hay alguna mujer que no quiera casarse con un miembro de la familia Herández? Charlize, ¿de verdad te crees especial?".

Queitán bajó la cabeza y lanzó una mirada penetrante e iracunda al rostro que tenía delante. La miró como si estuviera recordando algo.

Se le aproximó tanto que Charlize se sintió incómoda y trató de apartarlo.

Por su parte, Queitán estaba reprimiendo la creciente irritación que sentía en lo más hondo. Cuando clavó los ojos en sus lindos labios rojos, sintió un impulso inexplicable.

Sin decir una palabra, la besó en los labios, con vehemencia.

El beso la dejó atónita. Sintió un ligero dolor en los labios y el sabor a sangre.

'¿Quién se cree él que soy yo?'. Estaba asustada y enojada.

"¡Suéltame!".

Levantó la mano derecha y la lanzó en dirección al hombre que tenía delante.

En el momento en que levantó la mano, Queitán la soltó, como si su voz hubiera deshecho sus recuerdos.

Le agarró la muñeca en el aire con tremenda agilidad y volvió a mirarla de frente, con una expresión de indeferencia en los ojos.

"Charlize, recuerda por qué estás aquí. Estás aquí porque llevas dentro a mi hijo. Esto es solo un trato. No me hables de tu supuesto amor. No digas que serás leal a un hombre. Somos adultos y esto es un juego de adultos. Hasta la dignidad carece de valor".

Su voz era fría y clara. Se quitó el abrigo y lo tiró en el extremo de la cama, como si estuviera muy molesto.

Charlize estaba muy enojada, pero, de súbito, el hombretón la inmovilizó en la cama y no pudo soltarse.

Con las manos sobre el pecho y completamente ansiosa, le dijo: "No, no me toques".

            
            

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