Capítulo 6 6

Ya había pasado una semana desde que fui a la fiesta de Luke.

Esa noche estuve llorando sin motivo, preguntándome por qué empecé a sentir algo por un chico que ni siquiera se preocupaba por mí.

No podía olvidar su beso ni su cercanía.

Al día siguiente, Abigail fue a recogerme a casa y, al instante, se fijó en el chupetón de beso que tenía en el cuello, un hecho que la dejó conmocionada.

Cuando le conté todo, se enojó mucho con Ian, pero le pedí que prometiera que no se lo mencionaría a nadie, ni siquiera a Luke o Debra.

Al principio, ella no estuvo de acuerdo porque quería ir con Ian para reprenderlo, pero después de mi insistencia, no tuvo más remedio que aceptar; incluso me ayudó a cubrir el chupetón con maquillaje.

"¿Te pasó algo, Ava?", me preguntó mi madre.

Estábamos desayunando juntas, así que la miré y respondí: "No me pasó nada".

"¿Estás segura? Te he estado observando toda la semana y he notado que luces distraída, como si algo te preocupara. ¿Está todo bien?".

"Sí, mamá. Estoy bien, de verdad. No te preocupes".

Mi madre esbozó una sonrisa y asintió con la cabeza en señal de comprensión. La estuve mirando fijamente durante un rato prolongado, notando que hoy se veía muy feliz.

Esto era debido a que mañana iba a cumplir dieciocho años; ella estaba más emocionada que yo.

Mañana mi vida iba a cambiar, ya que por fin iba a encontrar a mi pareja.

Sin embargo, el miedo me corroía por dentro al no saber quién sería; cada vez que cerraba los ojos, veía a un chico que jamás se convertiría en mi pareja.

Durante toda la semana, Ian me ignoró, como si yo no existiera.

A decir verdad, yo también quería eso, necesitaba alejarme de él.

Sin embargo, lo que hizo esa noche fue algo que jamás iba a poder olvidar. ¿Cómo eliminar un encuentro tan fascinante?

Ian ni siquiera me buscó para darme una explicación o disculparse por lo que hizo.

En general, mi mente seguía hecha un desastre.

Después del desayuno, mi madre fue al hospital y yo me dirigí a mi dormitorio.

Decidí no ir a la universidad; lo único que quería era quedarme sola en casa.

Aunque sabía que tenía que entregar algunas tareas, no tenía ganas de hacer otra cosa; estaba de muy mal humor sin motivo aparente.

Pasé todo el día viendo dramas de televisión.

Mis amigos me llamaron para preguntar por qué no asistí a ninguna clase; les dije que no fui simplemente porque no me sentía bien.

No les conté sobre mi cumpleaños; mi madre nunca me dejaría organizar una fiesta como las suyas ni invitarlos a mi casa.

Ella regresó cuando ya era de noche y comenzó a preparar la cena; mientras la ayudaba en la cocina, hablamos de algunos recuerdos y nos reímos.

Sin darme cuenta, mi madre ayudó a mejorar mi estado de ánimo.

Yo simplemente la amaba. ¡Era una mujer muy fuerte!

¿Por qué no podía ser como ella? Yo no era fuerte, al menos no emocionalmente.

Después de cenar, abracé a mi madre y le deseé buenas noches antes de retirarme a mi habitación.

Una hora más tarde, justo cuando estaba lista para irme a la cama, alguien llamó a la puerta; cuando abrí, la escena que me recibió me dejó atónita.

"¡Feliz cumpleaños!".

Gran fue mi sorpresa al ver allí a Abigail y Debra, sosteniendo juntas un precioso pastel de chocolate; detrás de ellas estaba Luke con un ramo de flores.

Mi mirada se dirigió a mi madre quien estaba al fondo; ella me sonrió y asintió.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al instante; fue la primera vez que ella permitió que mis amigos me dieran una sorpresa.

Finalmente entendí por qué mi madre siempre me decía que encontraría a mi pareja cuando cumpliera dieciocho años; a partir de ahora, ya no me retendría.

Mis dos amigas pusieron el pastel en la cama, me abrazaron y me desearon un feliz cumpleaños.

Luke me dio el ramo de flores y me abrazó; de inmediato me volví hacia mi madre y noté cómo alzaba las cejas de manera interrogativa.

Me reí entre dientes, negué con la cabeza y expliqué a toda prisa: "Es solo un amigo".

Ella asintió en respuesta.

"Gracias", les dije a mis amigos antes de caminar hacia mi madre, rompiendo en llanto mientras la abrazaba.

Ella me dio una palmada en la espalda. "Vamos, no llores. Hay que cortar el pastel".

Apagué las velas, rezando para que todos los deseos de mi madre se hicieran realidad; también me prometí a mí misma que sería leal a mi pareja y que no pensaría en nadie más.

Corté el pastel y le di una rebanada a cada uno de los presentes.

Mis amigos se quedaron hasta la una de la madrugada; aunque ya era muy noche, mi madre les preparó algunos bocadillos y todos nos la pasamos genial, disfrutando de nuestra pequeña celebración.

Salí a despedirme de mis amigos cuando se fueron.

"Te ves muy hermosa sin gafas y con el cabello suelto. Luces completamente diferente ¿Por qué no sales así?", me preguntó Luke mientras me miraba.

Su pregunta me dejó aturdida; fue hasta ese momento que me di cuenta de que llevaba puesta mi pijama, no llevaba gafas y mi cabello estaba suelto.

"En realidad, no tengo problemas de vista. Uso mis gafas en exteriores porque soy alérgica al polvo".

"¿En serio? Tu madre es médica. Pídele que te recete unas gotas para los ojos", dijo Abigail por detrás de Luke, guiñándome un ojo.

"Sí, es cierto". Debra se unió a la conversación.

"Se lo diré más tarde", murmuré en respuesta.

Todos subieron al auto de Luke, quien se ofreció a llevarlas a casa.

Entré y abracé de nuevo a mi madre; estuvimos charlando durante otra hora.

Dijo que estaba ansiosa por conocer a su futuro yerno; esperaba que yo me estableciera con mi pareja dentro de unos dos o tres años.

Me reí cuando vi que sus ojos se iluminaban de emoción mientras hablaba de ello.

Sus palabras cautivaron mi corazón: "Tu pareja te amará y luchará contra todo el mundo solo por ti".

Al día siguiente me levanté tarde, así que tuve que prepararme rápido para ir a la universidad; ayer había faltado a clase, así que no podía permitirme volver a hacerlo.

Salí de mi casa después de darle un beso en la mejilla a mi madre; le dije que desayunaría en la universidad.

Cuando llegué a la universidad empecé a sentirme extraña, demasiado ansiosa.

No tenía idea de por qué me sentía así.

Cuando entré al vestíbulo, algunos me miraban con desprecio; también habían otros estudiantes que, como yo, estaban absortos en sus libros.

Recibí un mensaje de texto de Abigail diciendo que ya estaba en el salón, así que fui rápidamente a mi casillero para sacar mis libros.

Sin embargo, antes de que pudiera abrirlo, mis manos se detuvieron a medio camino.

Percibí un aroma adictivo; olía como cuando llovía fuera.

En ese momento, escuché un gruñido fuerte.

Me di la vuelta y me quedé sin aliento al darme cuenta de que la persona estaba parada detrás de mí; sus brillantes ojos rojos se encontraron con los míos.

Mi loba interna empezó a saltar de la alegría mientras coreaba la misma palabra una y otra vez.

Mis labios temblaron mientras lo miraba a los ojos.

Entonces, mi voz salió en un susurro bajo: "¿Ian? ¡Mi pareja!".