Toda su vida había sido una niña sobreprotegida. Cuando sus padres no estaban, sus abuelos cuidaban de ella asegurándose de que no le faltara nada. Consentida y mimada por todos, tanto por los abuelos paternos como maternos, su infancia fue ideal.
Sin embargo, con sus padres manteniendo negocios en otro continente y sin la constante supervisión, de pronto se encontró sola, enfrentándose a una libertad que no sabía cómo manejar.
¿Es eso lo que piensan todos sobre ella...? Sin conocer la historia tras de esa máscara de mujer relajada.
«Como un caballo desbocado, entró en un universo desconocido, sin límites, ni restricciones y sin quien se los impusiera».
Titularon los periódicos y revistas amarillistas.
«A este nuevo desafío se sumaba el cambio físico y mental propio de la adolescencia, donde sus hormonas intensifican la sensación de ser incomprendida».
Eso es lo que dicen los psicólogos justificando su rebeldía.
Sus padres tardaron alrededor de un año en organizar los negocios y trasladar la sede principal para Manhattan.
Para entonces, Scarlett ya había ingresado al oscuro mundo de la drogadicción.
La primera vez que consumió drogas lo realizó por pura curiosidad. Esa fue la respuesta que dio a sus padres.
Luego de esa primera vez vino una nueva excusa para consumir y luego otra.
Cuando sus padres por fin resolvieron sus negocios, Scarlett era una adicta; cualquier razón era válida para consumir... pero la verdad era más profunda.
El estrés de los ensayos, la frustración de que una escena no saliera como esperaba. Las críticas de su madre hacia sus nuevas amistades y las discusiones frecuentes con su padre por sus nuevos hábitos desordenados.
Cada cosa la llevaba a caer más en ese mundo oscuro donde, creía encontrar la felicidad, sin darse cuenta de que en realidad se estaba autodestruyendo.
Se sentía una mujer independiente, capaz de emanciparse y abandonar el núcleo familiar.
A sus 18 años, cansada de los cuestionamientos de sus padres, se fue a vivir con un grupo de amigos. Donde los excesos con los narcóticos y el alcohol la llevaron a terminar en la sala de urgencias de un hospital por sobredosis.
En ese momento la vida de su familia se detuvo. Todo giraba alrededor de su pequeña, su niña la consintieron y sobreprotegieron, las mil preguntas de dónde se falló vinieron.
La peor parte de tener a un familiar sumido en el mundo de la drogadicción es verlo extinguirse y que no acepte que tiene un problema.
Mientras se lucha por sacarlo de ese lugar sombrío de donde no quiere salir. No valen los mejores centros y médicos mientras el paciente no acepta que no es dueño de su vida.
En ese proceso doloroso donde los seres queridos se ven afectados y sufren mucho más que la persona que vive en su mundo de alucinaciones y aparente escape.
Sus padres sintieron que envejecieron 10 años, necesitaron dejar los negocios en manos del resto de su familia para dedicarse las 24 horas del día a su hija.
Scarlett solo reaccionó en el momento en que escuchó las palabras de decepción y frustración de sus padres.
En ese instante logró apreciar la manera en que sus actos de inmadurez y silencio los estaban lastimando.
Sentir a las personas que siempre la han amado y protegido desmoronarse junto a sus voces llenas de tristeza y dolor, se grabaron en su mente y su corazón para siempre. Era la única culpable del sufrimiento de sus seres amados.
-Dime, Hannah. ¿En qué fallamos? ... ¿En amarla cómo lo hemos hecho? ¿O en confiar en qué le habíamos inculcado principios y creer qué era una mujer fuerte? -pregunta su padre con la voz quebrada, sosteniendo la respiración para poder desahogar sus sentimientos de impotencia con su esposa.
-Mat, eso mismo me pregunto en cada instante -responde Hannah con su voz entrecortada, mientras por sus mejillas ruedan lágrimas de dolor.
-¿Qué más nos falta por hacer? Cada día siento que es un día menos, estamos perdiendo la guerra. Le hemos dado todo a manos llenas y no sabe que es luchar por conseguir algo. No le enseñamos a valorar, ni a sacrificarse por lo que realmente es importante... Nosotros sufrimos y nos sentimos desfallecer mientras ella se sumerge en ese mundo sombrío, alejada de la realidad...
Las palabras de Mateo, el poderoso magnate de las comunicaciones, son emitidas entre sollozos cargados de tristeza y desesperanza. Llevan un año luchando contra la adición de su hija, quien no entra en razón y hace que sus esfuerzos sean en vano.
-Mat, no podemos hacer nada más que hacerle saber que cuenta con nosotros... Le ruego a Dios y le pido ayuda a nuestros padres allá desde el cielo para que Scarlett reaccione y se logre dar cuenta de que no solo se hace daño a sí misma, sino que también nos lo hace a nosotros...
Expresa Hannah con su respiración ahogada por el llanto, mientras de sus ojos brotan lágrimas en cascada. Mateo la abraza y la aferra a su cuerpo. Comparten el mismo sufrimiento, el dolor en su alma e impotencia de no poder hacer nada para salvar a su hija.
Observar a sus padres destrozados y luego ver el estado en que llegó su hermano mellizo, fue ese sacudón que necesitó para colocar los pies sobre la tierra y decidir tomar las riendas de su vida.
-¿Robert, qué tienes? -le pregunta al verlo con sus ojos hundidos y alejado de la realidad.
-Hermanita, ¿sabes que tenías razón? -ella frunce su ceño porque no comprende a qué se refiere.
-¿De qué hablas? -le pregunta.
-Hoy decidí ir donde tus parceros, que ahora también son los míos, me pegué una clavada y definitivamente tenías la razón. Al meter eso el dolor se va, las preocupaciones no existen y todo es paz y amor.
-Robert, tú no puedes caer en ello, papá y mamá morirán -expresa Scarlett con sus ojos cristalizados al ver a su hermano trabado y descuidado en su apariencia, la cual siempre había sido impecable.
-¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¿Desde cuándo te importan ellos? -le pregunta en medio de una sonora carcajada. Esa pregunta le muestra lo cruel que ha sido con las personas que más la aman, además de haber alejado con su altanería y grosería al resto de su familia.
-Sé que soy un monstruo, pero te prometo que si nunca más vuelves a meter, tampoco lo haré. No quiero que destruyas tu vida de la manera en que lo he hecho con la mía.
A partir de ese momento, aceptó que era una adicta y necesitaba ayuda. Fue un proceso lento donde su familia estuvo a cada paso apoyándola.
Entrar al infierno es fácil; salir de allí es lo complicado. Sentir que el sistema le reclama su dosis diaria de narcóticos, que su cuerpo se llena de escalofríos y suda buscando hacerla descender a lo más profundo del inframundo para que su fuerza de voluntad desfallezca y recaiga nuevamente en la oscuridad.
Fueron 3 meses de desintoxicación donde estuvo ingresada en la clínica de rehabilitación, sin tener contacto con sus seres queridos. Como parte de la terapia, debía ganarse con méritos las visitas y las llamadas de su familia.
Tres meses más, luchando por controlar sus deseos de consumir para poder salir a la calle, mientras comenzaba su carrera en finanzas a distancia, dejando de lado el teatro. Dos años asistiendo a terapias mientras recobraba nuevamente su vida y aparente seguridad.
La adicción es una enfermedad grave que acaba con familias enteras. Es de valientes aceptar que tienen un problema y necesitan ayuda.
En ese proceso, la familia es una parte fundamental en la recuperación; sin embargo, no pueden ceder ante los chantajes del adicto. Mateo se impuso obligándola a abandonar el teatro y a tomar una carrera empresarial.
Una vez que la confianza se ha roto, es difícil de reparar. El tenerla en la empresa como la vicepresidenta es su forma de mantenerla vigilada y ocupada.
El temor a que vuelva a pisar ese mundo oscuro se mantiene latente.
Hoy Mateo ha tomado una de las decisiones más difíciles, pero si quiere salvar a su hija del escrutinio público, debe hacerlo.
¿Qué decisión ha tomado?...