CONTRATO MATRIMONIAL CON LA PRINCESITA
img img CONTRATO MATRIMONIAL CON LA PRINCESITA img Capítulo 6 6. Ya han decidido mi vida.
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Capítulo 8 8. Una obra de teatro. img
Capítulo 9 9. Solo un abrazo img
Capítulo 10 10. ¡Bastardø! img
Capítulo 11 11. Sangre Gardini. img
Capítulo 12 12. La vida siempre ajusta cuentas. img
Capítulo 13 13. Cláusulas img
Capítulo 14 14. ¿Cómo quieres que piense con está... img
Capítulo 15 15. Me piensa infartar. img
Capítulo 16 16. La historia familiar. img
Capítulo 17 17. Ella es su objetivo. img
Capítulo 18 18. El papel de víctima. img
Capítulo 19 19. Buscando Refugio. img
Capítulo 20 20. Un acto tan atroz. img
Capítulo 21 21. Está rota. img
Capítulo 22 22. Una más de la lista. img
Capítulo 23 23. Ella miente img
Capítulo 24 24. Casi matan img
Capítulo 25 25. No la pude proteger. img
Capítulo 26 26. Acorralada. img
Capítulo 27 27. ¡Eres un pervertido! img
Capítulo 28 28. Altera tóxico. img
Capítulo 29 29. No me provoques. img
Capítulo 30 30. ¿Dónde está el mequetrefe de Ian img
Capítulo 31 31. No me torturas. img
Capítulo 32 32. Corazón Artificial. img
Capítulo 33 33. Aleja tus garras... img
Capítulo 34 34. Traemos una orden de captura. img
Capítulo 35 35. A convertirme en presa. img
Capítulo 36 36. El avión en el que iban tus abuelos explotó img
Capítulo 37 37. La muerte del medio hombre... img
Capítulo 38 38. ¡Huye cobarde! img
Capítulo 39 39. Las marcas en mi piel. img
Capítulo 40 40. Ella se volvió mi sombra. img
Capítulo 41 41. Asesina. img
Capítulo 42 42. Tengo el alma partida. img
Capítulo 43 43. Princesa, estamos de regreso. img
Capítulo 44 44. Residuos de un veneno. img
Capítulo 45 45. ¡Ya basta! img
Capítulo 46 46. Una simple Mortal. img
Capítulo 47 47. Sus ojos encendidos. img
Capítulo 48 48. Tu peor pesadilla. img
Capítulo 49 49. Tus hermanos... han sido secuestrados img
Capítulo 50 50. Un minuto a la memoria. img
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Capítulo 6 6. Ya han decidido mi vida.

Alejandro mira su reloj y luego a la puerta del despacho. Su rostro inexpresivo no revela nada, dificultando que Robert, el hermano mellizo de Scarlett, lea sus emociones.

-Buenos días -saluda Robert, extendiendo su mano.

-Buenos días -responde Alejandro, mientras estrecha su mano. Ya había notado su presencia.

-¿Deseas beber algo? -pregunta el rubio. Robert Spencer es un hombre de ojos color zafiro, con un rostro perfecto, como si hubiese sido esculpido por los mismos dioses. Su cuerpo es escultural, trabajado, y es unos centímetros más alto que Ale.

-Un vodka -responde Alejandro, con tono decidido.

-¿Siempre bebes tan temprano? -indaga Robert, mientras sirve la bebida.

-No es mi costumbre, para tu información -manifiesta Alejandro, saliendo de su zona de confort y dejando ver su molestia-. Pero hoy siento como si estuviese ante un paredón de fusilamiento, tan solo por haberme dejado seducir por ¡una niña rica!

-¡Esa niña rica de la que hablas es mi hermana! Así que te pido que controles tus palabras -Robert lo fulmina con la mirada, le alcanza el vaso con la bebida y continúa hablando-: ¿No creo que ella te haya obligado, o sí?

-No -responde secamente, desviando su mirada hacia el despacho mientras toma un sorbo del licor, sintiendo cómo arde al bajar por su garganta hasta su estómago vacío.

-Conozco a papá; esa charla va para largo. Así que relájate. Si tienes algún pendiente, es mejor que lo pospongas.

-Entiendo -vuelve a responder con una sola palabra.

Robert, ante el mal carácter de la visita, prefiere alejarse. Necesita hablar con Tessa y entender qué pasó. ¿Por qué dejó a Scarlett sola?

Alejandro toma su móvil, ve llamadas perdidas de su padre, de su abuelo y de Mikel. Al único que le responde es a su amigo y socio.

-Cúbreme en el trabajo, más tarde hablamos.

-Ok, pero quiero saber todo.

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En la oficina:

-Siempre te hemos complacido en todo. Nunca te hemos pedido nada a cambio -dice Mateo, mirando a su hija con la mirada fija en sus ojos.

Hannah está a su lado, brindándole apoyo; los dos han pasado por mucho. Llevan 28 años de casados.

La madre de Scarlett es una mujer de casi 50 años, de tez morena, ojos azules como los de su hijo Robert.

Es una médica genetista, pero desde que su hija cayó en las drogas, dejó su profesión para dedicarse a ella por completo, las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

-Papá, te juro que yo... -Scarlett es interrumpida cuando su padre, con la palma de la mano, le pide que se detenga.

-¿¡De verdad no querías hacerlo!? ¿¡El hombre que está afuera te obligó!? -la voz de Mateo tiembla de rabia contenida-. ¡Dímelo! ¡Porque si es así, salgo ahora mismo a romperle la cara!

Scarlett niega con la cabeza, y ese simple gesto apaga el fuego en los ojos de su padre, dejándolo sólo con el peso del dolor.

-Eso significa que no existe una excusa válida. Nosotros no te obligamos a preparar una fiesta de compromiso para el día de hoy. Fuiste tú quien la organizó -le recrimina, su voz teñida de decepción-. ¿Dime qué excusa tienes para amanecer la fecha de tu supuesto compromiso en la cama con otro hombre?

-Papá, perdóname -suspira ella, con la voz hecha trizas. Cada palabra es un susurro ahogado por el nudo en su garganta. Las lágrimas le caen sin control, no solo de culpa, sino de vergüenza.

Ya no sabe si desea desaparecer o que su padre la abrace y le diga como siempre que todo estará bien.

-Esto que ocurrió no solo destruye lo poco que queda de tu reputación, sino que también golpea a nuestra familia -dice Mateo con dureza-. Así que hoy mismo anunciarás tu compromiso con el joven que está afuera.

Hannah observa a su esposo, tratando de adivinar qué planea.

La ha sorprendido su decisión, pero lo conoce bien y decide confiar. Así que, ante la mirada de súplica de su hija, desvía los ojos hacia el padre de sus hijos, aprieta su mano y asiente. Le brinda su apoyo.

-Veo que ya han decidido mi vida. Entonces no tengo nada que decir. ¿Cómo están seguros de que él aceptará? -pregunta Scarlett, con una mezcla de enojo y frustración.

Mateo frunce el ceño.

-¡Ja! ¡Ja! ¡Qué idiota soy! -escupe con rabia y amargura-. Obvio que un stripper se venderá por cualquier peso... al menos él tiene claro cuánto vale.

Sus padres la miran paralizados. El informe que leyeron no decía eso. La imagen que crearon de él se tambalea.

¿Fue solo una fachada?

¿O acaso su hija está intentando protegerse con cinismo para no admitir que se volvió a equivocar?

-En unas horas vendrá el abogado para que redacten el acuerdo matrimonial. Te avisaré cuando esté aquí. Por el momento, dile a tu futuro esposo que siga -concluye Mateo.

Esa decisión le duele en el alma, pero es la única forma de salvar a su hija de la maldita prensa amarillista y las redes sociales.

Scarlett se levanta de su silla, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros. Anhela el abrazo de uno de sus abuelos, que le dijeran que todo estará bien.

Desearía que su madre la defendiera como solía hacerlo y su padre la sentará sobre su regazo repitiéndose que ella es su PRINCESITA, pero reconoce que ella es la única culpable de esta situación.

Antes de salir del despacho, dirige una última mirada a sus padres.

Ve las lágrimas en el rostro de su madre, la mujer que siempre ha estado para ella... y no es justo que sufra por su irresponsabilidad.

Sin protestar, aceptará el matrimonio... no por deber, sino por castigo. Pero no piensa ceder del todo. Al menos, dejará las cosas claras con aquel hombre que ahora, sin quererlo, forma parte de su sentencia.

-Mi padre te espera en el despacho. Por favor, antes de irte me avisas con Marino. Necesitamos dejar claras las cosas -dice la princesa hechicera.

Alejandro frunce el ceño y asiente.

Asume que lo que el magnate desea es que firme un contrato de confidencialidad para que no divulgue lo sucedido entre su hija y él. Lo cual hará, si con eso logra que lo dejen en paz y no atenten contra la estabilidad de su empresa.

Ale llega hasta la puerta de la oficina. Por educación, toca.

-Adelante -dice Mateo.

Él ingresa y observa a la pareja. Siente la tensión en el ambiente, quiere hablar; sin embargo, Mateo con un ademán le pide que se siente y guarde silencio.

-Buenos días. No nos hemos presentado debidamente. Soy Mateo Spencer, ella es mi esposa Hannah Scott -se presentan, extendiendo la mano.

-Buenos días, señor Spencer y señora -responde al saludo, apretando la mano del magnate con respeto. Había escuchado que Mateo era todo un caballero y ahora lo comprueba personalmente.

Mateo, sin perder tiempo, se acomoda en su silla, irradiando un aura autoritaria. Con la mirada fija en su futuro yerno, habla:

-Soy un hombre de negocios y, hasta donde tengo entendido, usted también. Iré directo al grano: quiero que se case con mi hija...

¿Será que Alejandro acepta?

            
            

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