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Mi mano tembló mientras tocaba la laptop, los dedos aún indecisos sobre el teclado. No sabía por dónde empezar, qué poner en esa pantalla que ya me desbordaba de ideas, pero al mismo tiempo me llenaba de un miedo irreconocible. La oscuridad que Gael había mencionado... ¿era la historia que quería que escribiera? ¿La que él esperaba? ¿O era la historia que yo debía contar?
Era como si las palabras se ahogaran antes de escapar de mí, como si esa pantalla estuviera esperando algo que ni yo misma comprendía del todo. Lo único que sabía era que ya no había vuelta atrás. Gael no iba a dejarme salir de este juego. Me había atrapado, y el único modo de avanzar era jugar según sus reglas.
Respiré hondo, sintiendo el aire denso en mis pulmones. Mis dedos tocaron las teclas con una determinación vacía, sin saber si estaba escribiendo lo que él quería, o lo que yo pensaba que debía ser escrito.
"La historia de Gael comienza en la oscuridad. No en la oscuridad de una habitación cerrada, sino en la oscuridad de su alma. No es un hombre que sigue las reglas, ni las que impone el mundo ni las que impone su propia moral. Para él, todo es un juego. Y, como en todo juego, hay reglas que no se entienden hasta que es demasiado tarde."
Detuve mi escritura por un momento, observando las palabras en la pantalla. Aquello no era lo que esperaba escribir. Pero algo en mí sabía que era verdad, que las piezas encajaban, aunque me repugnara aceptarlo. Gael no era un hombre común, ni su historia era común.
Mi mente volvía a lo que había dicho antes: "Te estoy dando lo que quieres." ¿Qué quería realmente? ¿Ser testigo de su verdad, de su oscuridad? ¿O estaba buscando algo más en mí? ¿Quería que yo lo entendiera, que escribiera su historia solo para que me acercara a él, para que cayera en su red?
Otra vez miré la pantalla. El cursor parpadeaba, retándome a continuar, a seguirle el juego. Pero yo no quería ser una marioneta, no quería seguir las órdenes de alguien como Gael. Sin embargo, algo dentro de mí no podía evitarlo. Mi mente se llenó de pensamientos contradictorios. Gael, ese hombre que no temía nada ni a nadie, esa figura de poder absoluto... ¿Era eso lo que me atraía? La manera en que controlaba cada palabra, cada gesto, como si la vida misma fuera un espectáculo en el que yo solo era una espectadora.
Empecé a escribir nuevamente, mis dedos se movían rápido ahora, casi como si el miedo me impulsara.
"Gael se ve a sí mismo como el centro de su propio universo. Todo gira a su alrededor. Y aunque algunos dicen que es un hombre calculador, frío, que no le importa el sufrimiento de los demás, en sus ojos se puede ver algo más: una desesperación silenciosa, una necesidad de ser comprendido. Pero comprenderlo sería un error. No lo hagas. Si alguna vez lo haces, serás arrastrado por su caos. Y tal vez... solo tal vez, lo deseas."
Las palabras parecían escapar sin que yo pudiera detenerlas. Me estaba adentrando en su mente, pero a medida que lo hacía, sentía que me estaba perdiendo en las mías. La imagen de Gael, su control, su amenaza... Todo eso comenzaba a hacer sentido. Pero, ¿era eso lo que quería realmente? ¿Era esa la historia que él quería que contara? ¿O algo mucho más oscuro se estaba gestando dentro de mí?
De repente, me quedé en silencio, con las manos suspendidas sobre el teclado, mirando esas palabras que acababa de escribir. Mi corazón latía con fuerza, como si me hubiera entregado demasiado, como si, en algún nivel, ya estuviera atrapada en el mismo juego que él.
El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos. Mi cuerpo se tensó al instante, mi respiración se volvió irregular. Gael estaba de vuelta. No se cuanto tiempo llevo escribiendo, pero no es lo suficientemente bueno y no se si le guste, al.menos a mi no me gusta
-¿Terminaste ya?- Su voz resonó como una amenaza, pero también como una promesa de algo que aún no entendía del todo.
Miré la pantalla y luego volví a mirarlo. -Esto es lo que soy capaz de escribir. ¿Qué quieres que haga con esto, Gael? No me puedo sentir presionada, mi mente no fluye de ese modo.
Se acercó lentamente, y sus ojos brillaron con una mezcla de satisfacción y algo más, algo que no podía identificar. -Lo que has escrito es solo el principio. Ahora... sigue escribiendo.
¿Qué?
-¿Te gustó?- si hasta yo estaba sorprendida. No había escrito algo tan sencillo y que le gustara desde ya-¿No quieres que cambie nada?
-No, sigue escribiendo. Por ejemplo hoy te secuestre y no acepte tu negativa a escribir mi historia y teniendo aquí en contra de tu voluntad, eso también podrías incluirlo.
Y su mirada me decía que no tenía opción.
Cada mañana, el sonido de las teclas era lo único que rompía el silencio de la habitación. Gael no decía mucho, pero su presencia lo ocupaba todo. A veces, lo sentía a mi lado, observando, y otras veces, su mirada penetrante me alcanzaba desde algún rincón oscuro de la habitación. No importaba cuánto intentara concentrarme en el flujo de mis pensamientos, la sensación de estar siendo vigilada no me dejaba en paz. Aún así, tenía que seguir. Tenía que escribir.
Me había dado el primer empujón. "Escribe mi historia". ¿Pero cuál era su historia? ¿Qué quería realmente que contara? Todo lo que sabía era que si no encontraba una forma de plasmar su vida, estaría atrapada en este juego sin salida. No podía detenerme.
El día que comencé a escribir sobre su infancia, fue como abrir una puerta cerrada que no estaba lista para abrir. Gael nunca hablaba de eso. Sabía que su vida debía estar llena de secretos, pero cada palabra que lograba sacar de su pasado parecía más un reflejo de su caos interior que un simple relato de eventos pasados. Sus ojos, esos ojos fríos y calculadores, me observaban mientras escribía. A veces, cuando creía que no me estaba viendo, sentía su mirada clavada en mí. Era como si estuviera probando qué tan lejos podía llegar sin que me diera cuenta.
No sé si le gustaba lo que escribía, o si simplemente disfrutaba ver cómo me perdía entre mis propias dudas. Cada vez que le preguntaba, su respuesta era siempre la misma: "Sigue escribiendo". Pero, ¿qué significaba eso realmente? ¿Qué quería que yo viera en su historia? ¿Qué quería que descubriera de él?
A menudo me encontraba sumida en mis investigaciones, buscando en los archivos viejos que encontraba en su despacho o preguntando discretamente a aquellos pocos que parecían conocerlo. No me importaba cuánto me apartaba de lo que él me había dado, sabía que debía entender la esencia de su ser, porque al final, eso era lo que él deseaba. No podía escribir una historia sin comprender los rincones oscuros de su alma. Y, aunque me repelía la idea de acercarme más a ese lado oscuro, no podía evitarlo. Algo en mí me lo pedía, como si las palabras fueran un eco lejano que solo yo podía oír.
Un día, cuando le mostré lo que había escrito sobre su familia, sus relaciones complicadas, su poder absoluto... vi cómo sus labios se curvaban en una ligera sonrisa. No era una sonrisa amable. Era una sonrisa de satisfacción. Un gesto que decía mucho más que mil palabras. Quizás, era su manera de decirme que iba por buen camino, o tal vez, solo quería ver hasta dónde llegaba.
-¿Así que ahora quieres que la gente me vea como una víctima? -dijo, su voz baja, con ese tono que solía usar cuando quería que me sintiera incómoda.
Lo miré, sin saber qué responder. No había escrito eso con esa intención, pero algo en su tono me hizo dudar. Quizás, él esperaba que lo viera de esa forma, o tal vez, simplemente no le gustaba la idea de mostrar una vulnerabilidad que él mismo había tratado de ocultar durante tanto tiempo.
-No te estoy viendo como una víctima -respondí, sin apartar los ojos de la pantalla-. Solo trato de comprender.
Él se acercó lentamente, sus pasos pesando en el aire, como si cada movimiento tuviera una intención calculada.
-Comprender... -repitió, dejando que la palabra flotara entre nosotros-. La comprensión es una ilusión, Daphne. Todos tenemos nuestras máscaras. Pero, ¿quieres saber algo? Nadie te ayudará a ver la verdad. Nadie.
No me atreví a preguntarle qué quería decir con eso, pero el tono en su voz me dejó una sensación incómoda en el estómago. Podía sentirlo: Gael no era una persona fácil de entender. Su oscuridad no venía de un lugar común, sino de algo más profundo, algo que él no quería que yo descubriese. Sin embargo, eso solo me impulsaba más a seguir buscando.
Cada día, escribía más sobre él, sobre su historia. Buscaba, investigaba, analizaba cada fragmento que él me ofrecía. Algunas veces, veía una chispa de emoción en su mirada. Otras, solo desdén. Pero nunca había miedo. No podía encontrarlo en su rostro. Todo lo que veía era poder, control, y esa extraña fascinación por lo que yo podía llegar a descubrir.
Lo que más me inquietaba, lo que más me aterraba, era que empecé a ver las sombras de Gael dentro de mí misma. Cuanto más lo escribía, más me sentía como parte de su historia, como si estuviera atrapada en su juego sin quererlo. ¿Era eso lo que él quería? ¿Que me convirtiera en una pieza más en su tablero? ¿O realmente estaba buscando algo de mí que ni yo misma comprendía?
Una noche, mientras repasaba las notas que había tomado, algo en mi interior me hizo detenerme. Miré el reloj, y al instante, sentí su presencia detrás de mí. Sabía que no importaba cuánto investigara, cuánto escribiera. Gael siempre estaba un paso adelante.
-Estás cerca -me dijo en un susurro, tan cerca que su aliento me alcanzó-. Pero no te equivoques, Daphne. Lo que estás escribiendo no es solo una historia. Es lo que soy y lo que he hecho, es mi historia. Y tal vez no quieras descubrirlo... aún.
Me quedé en silencio, con el corazón latiendo fuerte, pero mi mente, por alguna razón, ya sabía la respuesta. Esta historia, mi investigación, mis palabras... todo me estaba llevando a un destino que no podía evitar. Y no sé si estaba lista para enfrentarlo.