Capítulo 5 Dulce Infierno

La ansiedad me recorrió como una corriente eléctrica mientras las palabras de Gael resonaban en mi mente. "Lo que estás escribiendo no es solo una historia. Es lo que soy y lo que he hecho." Mi respiración se hizo más pesada al comprender que lo que él decía no era una simple advertencia. Estaba jugando conmigo, sí, pero también estaba revelando, en fragmentos pequeños y calculados, algo más profundo. Algo que yo ni siquiera sabía si quería descubrir.

-En donde me he metida- despeine mi cabellera larga y deje que mi cabeza caldera encima del teclado, esto es estresante, parezco un robot tonto

A pesar de todo, algo dentro de mí quería seguir. Quería entenderlo, desentrañar esos rincones oscuros de su alma que él cuidadosamente ocultaba. La pregunta era: ¿cuánto de mí misma estaba dispuesta a perder en ese proceso? Gael no era alguien con quien uno pudiera jugar sin consecuencias, y, por alguna razón, me encontraba cada vez más atrapada.

Permanecí inmóvil, sin moverme de la silla, el cursor parpadeando impaciente en la pantalla. La historia estaba tomando forma, pero no de la manera en que yo había planeado. No se trataba solo de contar lo que él había hecho o lo que había sido. Era como si cada palabra que escribía abriera una puerta dentro de mí, una puerta que no sabía si quería cruzar. Pero ya era demasiado tarde para detenerme.

-Daphne... -su voz resonó de nuevo, esta vez más suave, pero igualmente imponente. Su presencia me envolvía, y podía sentir su mirada clavada en mi espalda. No me atreví a voltear-. ¿Sabes por qué te elegí? Porque eres como yo. Solo que tú aún no lo sabes.

Mis dedos se detuvieron sobre las teclas. ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué tenía de similar yo con él? No podía ser. Gael era un enigma, una fuerza imparable de oscuridad y poder, mientras yo... yo no era más que una escritora tratando de encontrar mi camino en el caos de sus palabras.

-No sigas escribiendo solo porque te sientas atrapada, Daphne. -Su voz fue un susurro, pero cada palabra era como un peso en mi pecho-. Escribe porque quieres entender. Porque quieres saber hasta dónde puedes llegar. Porque, al final, la verdad siempre tendrá un precio.

El aire se volvió espeso y, por un momento, todo a mi alrededor desapareció. Solo estaba yo, la pantalla y las palabras de Gael. Quería preguntarle qué significaba todo eso, pero me di cuenta de que nunca obtendría una respuesta directa. Él no jugaba con respuestas, solo con acciones. Y cada acción me estaba arrastrando más lejos de mi propia realidad.

-Si me dejas sola, seguro que las ideas vendrán sola. ¿Me harías ese enorme favor, su majestad?

Mi mente, a pesar del temor que sentía, comenzó a escribir una vez más, casi como una respuesta a lo que él había dicho, como si mi subconsciente hubiera tomado el control y no pudiera detenerse. "Gael no busca redención, ni comprensión. Él solo quiere que el mundo se rinda ante su voluntad. Y si alguna vez decides entrar en su juego, recuerda: una vez que cruzas esa línea, ya no hay vuelta atrás. Solo queda jugar."

Cuando dejé de escribir, me di cuenta de que ya estaba sola. El se había ido cuando lo pedí. Buen chico.

Pero eso no duró demasiado, la puerta se abrió una vez más dejando ver su imponente presencia.

-Puedo verlo? Bien -dijo finalmente, su voz un susurro cargado de aprobación-. Hasta ahora vas bien..

Alzó la mano, y en un solo movimiento, apagó la pantalla de la laptop. La habitación se sumió en un silencio absoluto, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Gael se quedó allí, observándome, esperando. No sé cuánto tiempo pasó, ni qué haría después. Solo sabía que mi vida había dado un giro irreversible. Y ahora, estaba atrapada en su historia, en su juego.

Intenté levantarme pero terminé tropezando con algo inmóvil, me atrapo por la cintura y de un solo tirón me dejó sobre el escritorio, nuestros cuerpos de pronto estaban demasiado pegados, el calor inmediato subió y la sangre se congeló en mi cuerpo.

-Cuidado, Daphne. Podrías caer sin poder levantarte

-No, yo lo siento. Necesito bajar yo...

Sus manos tomaron mi rostro y me obligo a verlo a los ojos, unos muy hermosos por cierto, unos labios tentadoramente exquisitos y esa sonrisa... Daphne, ¿que pasa contigo? Es un hombre muy malo, olvida lo sexy que es.

-Porque? Se exactamente lo que quieres, no es así Daphne?

Mi mente se negaba a no pensar en él, se negaba a dejar de sentir esta sensación tan extraña en mi pecho. Su mano bajo a mis labios y delineó con su dedo índice líneas imaginaria, no pude evitar soltar un leve gemido, del cual le salió una sonrisa satisfecha como si disfrutara lo que había hecho

-Eres muy hermosa, Daphne. ¿Lo sabías?

Su rostro quedó a centímetros del mío y por un instante creí que sus labios reclamarian los míos, pero no fue así. El muy infeliz se apartó y sonriendo salió del despacho.

¿Qué mierdas acaba de pasar?

Y a mi que me pasa? Me tiene aquí en contra de mi voluntad y aun así me permito sentir esto. Siento mis piernas temblar cuando me pongo de pies, mi corazón va a mil por hora.

Gael Devereux, en verdad estoy aquí para escribir tu historia? O solo es una fachada?

No entiendo porque quiere ser conocido si de por si ya es bastante temido. Cuando lo estuve investigando descubri alguna cosas.

Sus negocios no son tan legales como deberían ser y su fortuna es ridículamente grande en comparación con los demás millonarios que se dedican a lo mismo.

Deje que mis pensamientos fluyeran y después de unas horas que para mi pasaron demasiado pronto, ya había escrito muchísimo.

Mañana descubrire un nuevo secreto de este hombre tan enigmático y peligroso.

Las primeras luces del amanecer se filtraban por las cortinas del despacho, pero yo aún no me había movido de la silla. El escritorio seguía tibio, como si la electricidad de su cuerpo aún se aferrara a la madera, y mis labios... aún sentían el roce invisible de su dedo.

¿Qué clase de brujería es esta, Gael, que me has hecho, porque me atraes tanto?

Cerré la laptop con un suspiro y me levanté, con el corazón latiendo de forma errática. Cada rincón de esa casa gritaba poder, peligro... y algo más. Algo que no lograba descifrar.

El desayuno estaba servido cuando bajé. Una mesa larguísima con más comida de la que podría comer en una semana, pero solo él ocupaba un extremo. Traje oscuro, camisa blanca abierta en el cuello, el mismo aire de arrogancia seductora que me revolvía el estómago.

-Dormiste bien, escritora? -preguntó sin levantar la vista de su taza.

Me detuve. Él sabía lo que estaba haciendo. Sus palabra, sus gesto, estaba perfectamente calculado para hacerme sentir incómoda.

-Tan bien como se puede dormir en casa de un extraño -contesté, sentándome frente a él.

-¿Extraño? Me pareció que anoche rompimos esa barrera... -dijo con una sonrisa ladeada que me hizo maldecirme internamente.

No respondí. No iba a darle más de mí.

-Hoy tengo una reunión -continuó mientras cortaba su tostada-. Y quiero que vengas conmigo.

-¿A una reunión? ¿De qué clase?

-Una en la que podrías descubrir el secreto que tanto ansías escribir.

Lo miré fijamente. Sabía que jugaba conmigo, con mis impulsos, con mi curiosidad y mi ambición. Pero también sabía que si me negaba, probablemente lo lamentaría.

-Como mande usted señor- le hice un saludo militar y su expresión se endureció, que aburrdo.- Está bien -dije derrotada y borrando mi sonrisa burlona al instante, ya no deberia pasar mis límites, no se de lo qie es capaz este hombre, o tal vez si. -. Iré.

Su sonrisa se amplió, y por un instante, vi algo oscuro y frío detrás de esos ojos tan hermosos. Algo que no encajaba con su encanto. Algo que me advertía que, si seguía ese camino, no habría retorno.

¿Qué estás haciendo, Daphne? ¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar por la verdad?

Recuerda su advertencia, no sólo la curiosidad mató al gato, también al escritor.

Y más importante aún... ¿serás capaz de no enamorarte de él? Este seria mi peor error

Porque Gael Devereux era un hombre que podía darte el cielo... pero también arrastrarte al mismísimo infierno.

Y yo... ya tenía un pie dentro.

                         

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