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EL MARIDO DE MI HERMANA.
CAPÍTULO 2.
Me retiré de la mesa con la disculpa perfecta de madrugar temprano para ir al colegio. Subí a mi habitación, cerré la puerta con seguro y me acerqué a la comoda que había junto a la cabecera de mi cama donde guardaba mis cosas personales, busqué mi llave y la abrí. Saqué mi diario y me acerqué al pequeño escritorio que utilizaba para hacer mis tareas, tenía un cómodo módulo extraíble para tener todo organizado, mis cuadernos, lápices de dibujo, entre otras cosas. Encendí la pequeña lámpara y pasé las páginas hasta encontrar una limpia, puse la fecha del día, con un pequeño texto que decía;
Hice una pequeña diablura y decidí tatuarme, sin imaginar lo que iba a encontrar en ese lugar. Conocí a un míster sexy, de hecho fue él quien me ayudó a elegir, una golondrina volando. Él me dijo que la golondrina simboliza la libertad, el ser libre y que la diferencia entre la golondrina y otro pájaro es que la primera elige a su pareja para siempre. Cuando una golondrina encuentra a su alma gemela no se separan nunca. Entonces me di cuenta que yo había conocido a mi alma gemela, mi pareja para toda la vida, encontré mi golondrina... Aunque él no lo sabe todavía, pero eso no importa, ya habrá oportunidad para que lo sepa.
Apoyé mi cabeza en el diario, cerré los ojos y sonreí recordando ese momento. Recordando al míster sexy, me incorporé, tomé el lápiz y empecé a dibujar su rostro, tal cual como lo tenía en mi cabeza empecé a pasarlo en el papel, no era necesario verlo más de una vez porque grabé en mi mente cada una de sus facciones, borré, dibujé, pulí, delineé hasta que poco a poco el papel tomó la forma de mi golondrina. Sonreí mientras mis dedos trazaban los contornos de su rostro. Pensé; ojalá un día pueda acariciarte a ti, no en papel sino en carne y hueso. Como desearía sacarte de ese papel y tenerte aquí conmigo.
En mi block de dibujo, empecé a dibujar uno de sus tatuajes; el tigre que tenía en su brazo, cerré los ojos otra vez, era como si lo tuviera junto a mí porque recordaba perfectamente cada detalle y eso que solo lo vi una vez, ¿tal fue el descaro con el que lo miré? ¿Será eso lo que llaman amor a primera vista? Seguí pasando el lápiz una y otra vez, cuando me di cuenta había terminado de dibujarlo tal cual como el que él tenía en su brazo. Sonreí con satisfacción. Miré la hora eran casi las tres de la mañana, ¿en qué momento había pasado tanto tiempo? Se suponía que tenía que ir a clases. Recogí todo y me deslicé bajo las sábanas, pero antes metí mi diario al otro lado de mi almohada. Mi golondrina tenía que dormir conmigo, por ahora era solo en un cuaderno, pero estaba segura que luego sería real.
Por ahí dicen que los sueños se hacen realidad, así que iba a anhelarlo mucho para que se cumpliera. Era amor, o sólo era un capricho obsesivo por los tipos tatuados. No, yo miré ese retrato, cerré los ojos y al recordarlo todo mi cuerpo se cubría por la piel de gallina, eso no podía ser atracción sexual, tenía que ser eso que dicen amor a primera vista. Poco a poco mis párpados empezaron a cerrarse hasta que me sumergí en un sueño profundo.
Unos golpes en la puerta me hicieron abrir los ojos de golpe.
-¡Alexia, no puedo creer que te quedaras dormida otra vez! -gritó mamá-, vas a llegar tarde.
-¡Mmm! -gruñí.
-¡Alexia! -Golpeó la puerta.
-¡Ya me levanté! -me quejé.
-¡Apúrate!
Me tumbé sobre la cama y exhalé. Saqué el diario y abrí la página, sonreí y repetí; eres demasiado perfecto para ser real. Guardé el diario en la comoda y escondí la llave. Me di una ducha rápida antes de que volviera a aparecer mamá. Miré mi tatuaje a través del espejo y sonreí. Como tenía el parche no tenía que limpiarlo, ardía un poco, pero valía la pena. Me organicé y antes de salir empaqué en mi mochila algo de ropa, tenía planeado hacer algo después del colegio.
Bajé al comedor, tomé un poco de jugo y salí con pasos apresurados, antes de cruzar la puerta solo escuché.
-Esta niña, ni siquiera desayunó.
En el parque me encontré con Lara y juntas nos fuimos al colegio. El día transcurrió sin ninguna novedad, excepto por los exámenes y las tareas.
...
Salimos del colegio, estaba sumergida en mis pensamientos, tanto que ni siquiera podía escuchar de lo que hablaba mi amiga. Sentí un pequeño golpe en el brazo. La miré y ella se cruzó de brazos.
-Tierra llamando a Alexia, ¿no me estás escuchando, verdad?
Hice una mueca exagerada aleteando mis largas pestañas.
-La verdad no.
Rodó los ojos.
»¿Qué me decías?
-Te estaba preguntando si te dolía mucho el tatuaje y si ya lo habían notado en tu casa.
Le pasé la mano tras sus hombros abrazándola.
-¿Crees que si lo hubieran notado estuviera completa?
Soltamos una carcajada.
»Arde, pero solo un poco. ¿Vamos por un batido?
-Eso no se pregunta.
Llegamos hasta la cafetería y pedimos dos batidos, fresa y vainilla. Le pedí a Lara que me acompañara a Manhattan. Arqueó una ceja.
-Déjame adivinar, ¿quieres volver al salón de tatuajes?
Asentí con una sonrisa.
»¿Te das cuenta lo tarde que se nos hará? ¿qué se supone que vamos a inventar? Al menos tú. Sabes qué mamá llega tarde de trabajar.
Mordí mi labio inferior y ella negó.
-Ahí está la respuesta, iremos a tu casa a hacer tareas. Siiii.
Puse ojos tiernos, ella sonrió.
-Estas loca, ¿tanto te impresionó ese tipo?
-Ya te dije que es mi golondrina y si no me acerco como va a saber que soy la mujer de su vida.
Apoyé la cabeza en las manos y suspiré pesadamente. Soltó una risita.
-Definitivamente estás muy mal. Mejor démonos prisa para poder ir y volver, antes que se haga más tarde.
Me levanté y pellizqué sus mejillas, le lancé un beso mientras me alejaba para ir al baño y cambiarme. Me puse un jeans blanco con agujeros en las rodillas, un crop top negro y una chaqueta azul de jeans, organicé mi cabello, un poco de lápiz labial y listo.
...
Nos quedamos al otro lado de la calle donde yo pudiera observar el salón, pero que desde allá no me notaran. No quería parecer una psicópata, en realidad parecía una acosadora. Nos quedamos observando varios minutos, pero no lograba ver lo que realmente me interesaba.
-¿Y si volvemos a entrar? -Lara susurró de repente en mi cuello haciéndome sobresaltar.
A cambio recibió un pequeño codazo en el costado, se quejó.
-No, ¿con qué disculpas vamos a entrar? Además apenas me tatué ayer, estoy segura que el dueño me va a reconocer.
Seguíamos susurrando.
-Bueno, esa podría ser una excusa -la miré-, el tipo parecía interesado en ti, podrías decir que estabas pasando y querías saludar.
-No, ¿y si míster sexy está ahí? Y yo coqueteando con su jefe cuando el que me interesa es él.
-Suponiendo que si trabaja ahí.
Me pasé las manos por el cuello.
-Lo más probable es que sí, ¿sino que hacía ayer atendiendo clientes?
Ella apoyó sus brazos en mi hombro.
-¿Y si hoy fuera su día libre?
Me quedé pensando y esa podía ser una posibilidad, no podía tener tan mala suerte. Empezaba a creer que mi viaje hasta ese lugar fue en vano. Miré una vez más, tendría que regresar con las manos vacías, empezamos a caminar mientras nos alejábamos del lugar. A Lara de repente le dieron ganas de ir al baño, empezó a sostenerse el abdomen porque le dolía, según ella había comido algo que le cayó pesado.
Más adelante había un parque, le dije que allá la esperaba, pero antes me compré un helado de vainilla. Caminé tan sumergida en mis pensamientos, estaba un poco triste, pensé que tal vez lo podría ver, pero también me quedé pensando en lo que dijo Lara, ¿y si no trabaja en ese lugar? ¿pero qué hacía ahí? Tal vez si era su día libre. Llevé el helado a mi boca y justo en ese momento alguien literalmente me arrolló, mi rostro golpeó el pecho de ese alguien esparciendo el helado no solo en mi rostro sino en su pecho, al chocar con tanta fuerza reboté hacia atrás, cerré los ojos para esperar el impacto, pero unas fuertes manos me agarraron por la cintura impidiendo que tocara el piso.
Aspiré frenéticamente dispuesta a sacar el demonio que llevo por dentro, estaba furiosa, a quién rayos se le ocurría correr y no poner cuidado, pero todo eso se disipó cuando escuché.
-Señorita, ¿está bien?
Esas fuertes manos seguían sosteniéndome, poco a poco levanté la mirada, mi respiración se volvió más profunda y mi corazón empezaba a acelerarse, era él, estaba tan cerca de mí, me estaba sujetando y su respiración acariciaba mi rostro. Mierda, bajé la mirada, mi rostro estaba lleno de helado como una niñita, al parecer él se dio cuenta que seguía sosteniéndome y alejó las manos bruscamente.
»¿Se lastimó? Discúlpame porque me he distraído, no la vi, perdón...
Yo seguía mirando al suelo, pero perfectamente podía detallar su cuerpo, tenía un conjunto deportivo y por el sudor la tela se pegó a su piel, haciendo que se viera demasiado sexy. Mis mejillas se calentaron al instante, parecían brasas, empecé a limpiar los restos de helado que tenía por todo el rostro, incluso en el cabello, así no imaginé nuestro reencuentro. Levanté la mirada haciendo conexión visual con esos ojos marrones.
-Estoy bien... -susurré -, fue mi culpa, yo fui quien estaba distraída y no me fije.
Seguí limpiando el helado que tenía, quería salir corriendo o que la tierra se abriera justo en ese momento y me tragara. Bajé la mirada hasta su pecho.
»Lo siento por eso.
Instintivamente él bajó la mirada al lugar donde señalé yo, su pecho; su polera llena de helado. Lo volví a mirar, pero solo por unos segundos, al parecer no me reconoció, cómo iba a hacerlo, si parecía una niña de kinder con la cara embarrada. Sonrió de medio lado, bajó la mirada hasta mi otra mano donde seguía sosteniendo lo que quedaba del helado.
-¿Puedo reponer eso?
Se refería al helado. Intenté actuar con normalidad, pero sentía un hormigueo en la nariz y en la lengua.
-No-no importa -aclaré mi garganta.
Gruñí tan bajo para que no pudiera escucharme, quería llorar, me pasé la mano por el pelo olvidando que ahí tenía el maldito helado, eso era una maldita pesadilla, lo miré por el rabillo del ojo, tenía los labios fruncidos en una pequeña sonrisa, no sabía hasta qué punto eso era bueno. Justo cuando estaba decidida a salir corriendo me tomó del brazo, ese solo roce me puso la piel de gallina, me guió hasta una pequeña banca, me senté. No quería ni mirarlo, no saben cómo deseé en ese momento ser una bruja para desaparecer y borrarle la memoria.
Empezó a mojar su mano con la botella de agua que tenía, hasta ese momento fue que me di cuenta que la tenía, tal vez la llevaba con él, al parecer estaba haciendo ejercicio. Me pasó la palma de la mano por el pelo retirando los rastros del helado, levanté la mirada volviendo a coincidir con la suya.
-De verdad lo siento -deslizó los mechones de mi pelo a través de sus dedos.
Me puse roja como una maldito tomate, podía sentir el fuego en las mejillas, bajé la mirada y entonces sentí su pulgar en mi mejilla, me alejé, me levanté, sin siquiera mirarlo a los ojos dije;
-No se preocupe, no fue su culpa. Perdón por lo de su polera.
Sin darle tiempo de responder giré sobre mis talones y me alejé lo más rápido que pude. En ese momento me topé con Lara, la tomé del brazo y la arrastré como si de verdad alguien nos estuviera siguiendo. No pude ver que expresión puso, él no pudo ver bien mi rostro o no sabía, tal vez no me reconoció, pero eso era un maldito desastre.
Lara hacía preguntas con un gesto de confusión, me miró y abrió los ojos, no entendía nada. Entramos a la primera cafetería que vi directo al baño, me apoyé en el lavabo y solté todo el aire acumulado lleno de frustración. Lara seguía esperando una explicación, me lavé el rostro y le conté.
Todo el trayecto de regreso a la casa se la pasó riéndose de mí, mientras yo quería que la tierra me tragara y me escupiera en otro lugar, en otro planeta.
Continuará...